Fernando Lugo, de obispo a presidente
La presencia de obispos, te¨®logos, sacerdotes y religiosos en la vida pol¨ªtica es una constante en Am¨¦rica Latina desde los inicios de la conquista hasta nuestros d¨ªas. Y no s¨®lo ni siempre del lado de los colonizadores, sino con frecuencia del lado de los sectores marginados. Casos emblem¨¢ticos de compromiso pol¨ªtico liberador son el obispo Bartolom¨¦ de Las Casas y el dominico Antonio Montesinos. Numerosos fueron los cl¨¦rigos que, a principios del siglo XIX, tradujeron pol¨ªticamente los ideales evang¨¦licos de libertad y justicia, y lideraron las luchas por la independencia en los diferentes pa¨ªses latinoamericanos.
Un nuevo impulso al compromiso pol¨ªtico de los te¨®logos, sacerdotes y obispos proviene del cristianismo revolucionario latinoamericano en la d¨¦cada de los sesenta del siglo pasado. Fue entonces cuando muchos sacerdotes se incorporaron a los movimientos de liberaci¨®n junto con otros militantes revolucionarios. Durante la d¨¦cada de los ochenta sacerdotes y te¨®logos asumieron responsabilidades pol¨ªticas en gobiernos constituidos tras el derrocamiento de reg¨ªmenes dictatoriales. Es el caso de tres sacerdotes que participaron en el Gobierno del Frente Sandinista de Nicaragua tras la ca¨ªda del dictador Somoza: Miguel de Escoto, miembro de la Congregaci¨®n Maryknoll, como ministro de Asuntos Exteriores; Ernesto Cardenal, poeta y monje trapense, como ministro de Cultura, y Fernando Cardenal, jesuita y hermano del anterior, como ministro de Educaci¨®n.
La presencia de cl¨¦rigos y sacerdotes en la pol¨ªtica de Latinoam¨¦rica es una constante
En su viaje a Nicaragua el papa Juan Pablo II afe¨® la conducta de Ernesto Cardenal con un gesto p¨²blico de desaprobaci¨®n. Pero Ernesto, fiel a su conciencia y al compromiso pol¨ªtico asumido, continu¨® al frente del Ministerio de Cultura trabajando por la educaci¨®n popular. M¨¢s dif¨ªcil lo tuvo su hermano Fernando, a quien la Compa?¨ªa de Jes¨²s le comunic¨® que no pod¨ªa seguir en la pol¨ªtica activa como jesuita. "Es posible que me equivoque siendo jesuita y ministro -respondi¨®-, pero d¨¦jenme equivocarme en favor de los pobres, porque la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos".
En la d¨¦cada de los noventa destac¨® por su actividad pol¨ªtica el salesiano haitiano Jean Bertrand d'Aristide, quien, en sinton¨ªa con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, ejerci¨® su ministerio sacerdotal en una parroquia pobre de Puerto Pr¨ªncipe y particip¨® activamente en el derrocamiento de la dictadura de Duvalier. En diciembre de 1990 fue elegido presidente de Hait¨ª con el 67% de los votos colocando entre sus prioridades la erradicaci¨®n de la pobreza y la dignificaci¨®n de los sectores populares con las que estaba comprometido desde su ¨¦poca de sacerdote. Fue derrocado por un golpe militar y posteriormente rehabilitado. Sin embargo, poco a poco fue cambiando de estilo de vida y distanci¨¢ndose de las opciones liberadoras del comienzo.
Ahora es Fernando Lugo, ex obispo de San Pedro, una de las regiones m¨¢s pobres de Paraguay, quien accede a la presidencia de la Rep¨²blica tras su triunfo electoral en abril de 2008. Hasta llegar aqu¨ª, su trayectoria ha estado marcada por la inserci¨®n en el mundo de la exclusi¨®n, teniendo como gu¨ªa religiosa la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, como referente social las Ligas Agrarias de su pa¨ªs, como horizonte ¨¦tico la opci¨®n por los pobres y como v¨ªa de conocimiento de la realidad las ciencias sociales. Un importante aval es su larga experiencia en el compromiso con los pobres y con los movimientos sociales, primero como maestro de escuela en un lugar marginal de su pa¨ªs, luego como misionero en una de las zonas m¨¢s depauperadas de Ecuador, despu¨¦s como estudiante de sociolog¨ªa en Roma, y finalmente como obispo en la di¨®cesis de San Pedro, donde mostr¨® su apoyo a las luchas de los campesinos sin tierra en una ¨¦poca de fuertes conflictos.
Hace tres a?os renunci¨® al episcopado para dedicarse a la pol¨ªtica, y el Vaticano le suspendi¨® a divinis. Como candidato a la presidencia al frente de la Alianza Patri¨®tica para el Cambio logr¨® derrotar al Partido Colorado, que llevaba m¨¢s de sesenta a?os en el poder. Tras su triunfo resum¨ªa as¨ª su programa de gobierno: "A partir de hoy, mi gran catedral ser¨¢ todo mi pa¨ªs. Hasta ahora estuve en una catedral ense?ando, compartiendo, sufriendo, construyendo. Hoy me pongo a disposici¨®n de todos los ciudadanos de Paraguay para construir desde la pol¨ªtica esa naci¨®n que nos merecemos todos los paraguayos, una naci¨®n m¨¢s justa y fraterna, reconciliada, donde la justicia no s¨®lo sea un objeto de lujo para algunas personas, sino para todos y todas por igual".
Para ello ha tenido que caer, seg¨²n sus propias palabras, en una herej¨ªa, la de seguir a Jes¨²s, que parece incompatible con el ejercicio del poder. Lugo reconoce que muchas veces los pol¨ªticos usurpan el poder o se aferran compulsivamente a ¨¦l y cree que el poder es un proceso de construcci¨®n ideol¨®gica. Pero ¨¦l ha optado por construirlo desde abajo, a partir de la realidad sangrante, desafiante de miseria, pobreza y exclusi¨®n en que viven los pueblos de Am¨¦rica Latina.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Para comprender la teolog¨ªa de la liberaci¨®n (Verbo Divino, Estella, 2008).
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