Monstruoso Bolt
El atleta jamaicano se convierte en el primero de la historia que gana el 100 y el 200 metros ol¨ªmpicos batiendo ambos r¨¦cords mundiales
"?Guau! ?Qu¨¦ salida!", grit¨® Michael Johnson en la cabina de comentaristas de la BBC. "?Es incre¨ªble que una persona de casi dos metros pueda salir as¨ª!"
Desde ese mismo instante, desde las 22h 20m 0,182s en Pek¨ªn, el plusmarquista mundial de los 200 metros sab¨ªa que a su r¨¦cord mundial, que el 1 de agosto acaba de cumplir 12 a?os, le quedaba muy poco tiempo de vida. Menos de 19 segundos y 32 cent¨¦simas, evidentemente. 19,30s, exactamente. El anem¨®metro marcaba un viento en contra de 0,9 metros por segundo.
Lo sab¨ªa Johnson y lo present¨ªan, lo deseaban, los 91.000 espectadores del Nido, convertido desde la calurosa noche de ayer en el santuario de la velocidad, en el recinto sagrado del atletismo en el que un chaval jamaicano que hoy cumple 22 a?os, bati¨® con s¨®lo cuatro d¨ªas de diferencia los dos r¨¦cords mundiales m¨¢s deseados y admirados, el de los 100 y el de los 200 metros, los r¨¦cords que le permiten imprimir en su tarjeta de visita: Usain Bolt, el hombre m¨¢s veloz de la historia. O el n¨²mero 1, como, con una petulancia extra?a en su alma juvenil, proclam¨®, con el ¨ªndice de su mano derecha extendido, ante la primera c¨¢mara de televisi¨®n que encontr¨® a mano. Minutos antes se hab¨ªa convertido en el primer atleta de la historia que se proclamaba doble campe¨®n ol¨ªmpico de la velocidad batiendo en el proceso el r¨¦cord del mundo de ambas distancias, los 100 y los 200 metros, algo que ni Carl Lewis, hasta ayer considerado el mejor sprinter de la historia, hab¨ªa logrado cuando en 1984, en Los ?ngeles, consigui¨® la doble victoria ol¨ªmpica m¨¢s deseada, el octavo en hacerlo, hasta ayer el ¨²ltimo.
'El rayo' traz¨® una curva de 180 grados a la velocidad de la luz sin descarrilar
Por primera vez en su vida, no se permiti¨® torcer el cuello para mirar las pantallas
Un rayo como un chico surgi¨® de los tacos de salida de la calle cinco y traz¨® una curva de 180 grados a la velocidad de la luz sin descarrilar, un hecho extraordinario de por s¨ª, cu¨¢nto m¨¢s no lo ser¨¢ teniendo en cuenta la longitud de las zancadas del chico, que mide 1,96 metros. Dos m¨¢s bajos que ¨¦l, m¨¢s compactos, el norteamericano Wallace Spearmon, que corr¨ªa por la calle 9, y el gran hombre de las Antillas Holandesas, Churandy Martina, por la 7, no pudieron ajustar su velocidad a las leyes de la fuerza centr¨ªfuga, por un lado, y a las del cicl¨®n que les aspiraba a su paso, por otro, pisaron la l¨ªnea por dentro en su desconcierto y fueron descalificados. Spearmon perdi¨® la medalla de bronce, Martina, la de plata, y Cura?ao se qued¨® sin la gran fiesta caribe?a para festejar a su nuevo h¨¦roe, al hombre que en su vejez podr¨ªa haber contado a sus nietos: "He sido quien m¨¢s cerca ha estado del fabuloso Bolt".
Cerca, claro, es una forma de hablar ya que se qued¨® a algo as¨ª como seis metros, que es la distancia a la que puede traducirse las 52 cent¨¦simas, m¨¢s de medio segundo, en que le aventaj¨® Bolt, la mayor ventaja jam¨¢s conseguida en una final ol¨ªmpica por el primero sobre el segundo, una distancia que convirti¨® a atletas de clase mundial, capaces de correr los 200 en 19,82s por ejemplo, en meros teloneros, lo que engrandece a¨²n m¨¢s el logro: Bolt corri¨® solo, sin nadie que le empujara, sin nunca sentir el peligro de que alguien pudiera robarle la victoria en la distancia que m¨¢s ama, la que le hizo a los 15 a?os el campe¨®n del mundo juvenil m¨¢s ni?o de la historia. En la final de Atlanta, cuando el expreso de Waco corri¨® los 200 metros en 19,32s, el r¨¦cord que deber¨ªa aguantar 50 a?os, su ventaja sobre el segundo, el zimbabuense Frankie Fredericks, uno que era tan bueno que hasta le hab¨ªa derrotado un par de veces, fue de s¨®lo 36 cent¨¦simas. Y Fredericks le empuj¨® hasta los 150 metros, momento en el que empez¨® a languidecer, mientras Johnson era capaz de mantener la incre¨ªble frecuencia de sus zancadas, cortas y pegadas al suelo.
Los pasos de Bolt son largos y elevados. Corre como nadie, con las rodillas m¨¢s altas que nadie. Lleva corriendo as¨ª, a la perfecci¨®n, todos los Juegos: ocho carreras en total. Y su altura no baja ni un cent¨ªmetro, no muestran se?al de cansancio, seg¨²n devoran la recta empujadas por una voluntad ¨²nica. A los 80 metros, Bolt, que, como si s¨²bitamente hubiera tomado conciencia de la importancia del momento -apenas hizo el payaso antes de salir, s¨®lo se permiti¨® unos pasos de reggae dancehall, una m¨²sica que har¨ªa estremecer hasta al perezoso Bob Marley-, ya hab¨ªa absorbido la compensaci¨®n a todos, a los 120 metros, ya no sent¨ªa el aliento de ninguno en el cogote y a los 150 a¨²n fue capaz de acelerar, de pisar m¨¢s de puntillas a¨²n. Por primera vez en su vida, s¨®lo mir¨® al frente durante los 200 metros, en ning¨²n momento se permiti¨® torcer el cuello para ver a sus vecinos o mirar las pantallas. S¨®lo cuando cruz¨® la l¨ªnea, el pecho bien adelantado esta vez, limando las ¨²ltimas mil¨¦simas al cron¨®metro, gir¨® la cabeza a la izquierda para ver el marcador luminoso, que se paraba en 19,31 (inmediatamente se redonde¨® a 19,30s), tal como Johnson hab¨ªa hecho el 1 de agosto de 1996, el mismo Johnson que ayer dijo: "Ha utilizado hasta el ¨²ltimo gramo de energ¨ªa de su cuerpo. Realmente quer¨ªa el r¨¦cord".
Finalmente, tras las descalificaciones, para la historia quedar¨¢ que el segundo, el bestial Shawn Crawford, lleg¨® a 66 cent¨¦simas y el tercero, otro norteamericano, Walter Dix, a 68. ?Guau!, podr¨ªa seguir gritando Johnson. ?Guau!, corear¨ªa el mundo entero. Monstruoso.
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