"?Velocidad, no me abandones!"
Bolt prefer¨ªa el r¨¦cord de 200 al de 100
Kim Collins termin¨® sexto la final de los 200 metros, vio de lejos, de lej¨ªsimos, c¨®mo Usain Bolt bat¨ªa el r¨¦cord del mundo (19s30), y abri¨® la boca para expresar su indignaci¨®n. "?Esto no es serio!", dijo admirado y con el pecho al desnudo. "Venga, vamos...?es rid¨ªculo! ?Cu¨¢nto m¨¢s puede correr un ser humano antes de que no se pueda correr m¨¢s r¨¢pido?"
La haza?a de Bolt se mide desde su est¨®mago. Al mediod¨ªa, se zamp¨® una buena raci¨®n de nuggets, los trozos de pollo empanado que tanto le gustan. Unas horas despu¨¦s, ante la insistencia de su madre, repiti¨® sobre la misma pista de entrenamiento. Y s¨®lo la intervenci¨®n de Gregg Mills, su entrenador, le detuvo cuando ya estiraba la mano por tercera vez, arriesg¨¢ndose a ser un campe¨®n empachado. Bolt, sin embargo, fue justo lo contrario: un hombre liviano, veloz y heroico. Superman II, que le llam¨® Michael Johnson, hasta ayer el hombre m¨¢s r¨¢pido en los 200.
"Me he visto por la tele y he pensado: 'C¨®mo molo. Este t¨ªo es muy r¨¢pido"
Termin¨® Bolt su espeluznante carrera, se quit¨® los dorados zapatos, aire¨® su falta de calcetines, y vio por televisi¨®n c¨®mo un chico con su misma estatura y zancada, igualito en apariencia y respiraci¨®n, bat¨ªa el r¨¦cord del mundo. "?Superman? ?Flashgordon?", le preguntaron. "Ninguno", contest¨® muy serio. "Lighting Bolt, el rayo. Me he visto por la televisi¨®n y he pensado: 'C¨®mo molo. Este t¨ªo es muy r¨¢pido'. Sal¨ª bien, corr¨ª hasta la curva lo m¨¢s r¨¢pido posible, y una vez que entr¨¦ en la recta, me dije: 'Mant¨¦n el ritmo. ?Velocidad, no me abandones!' He volado mi mente y la del mundo. He hecho historia".
Bolt es de los pocos campeones que admiten tener ¨ªdolos. Jamaica, el para¨ªso de la velocidad, le ofreci¨® desde peque?o decenas de figuras para la idolatr¨ªa. No escogi¨® a Herb Mckenley, ni a Arthur Wint, ni a George Rhoden. Bolt siempre mir¨® a una estatua dorada a la entrada del estadio nacional de Kingston. En ella, el rey de la curva. Su h¨¦roe. Don Quarrie. Pocos han gestionado los tiempos del 200 como el jamaicano, oro en los Juegos de 1976. Durante noches interminables, contento como un ni?o, Bolt estudi¨® sus v¨ªdeos. El chico habla de Quarrie, al que inmortalizaron con una canci¨®n reggae Joe Gibbs y The Guerillas, y se le eriza el vello. "Si yo pudiera tomar la curva como ¨¦l, ser¨ªa imparable", dec¨ªa antes de llegar a Pek¨ªn. Imparable, no. Incontenible. Lo normal en un hombre enamorado.
"He dicho durante todo el a?o que los 200 metros me importan mucho m¨¢s que los 100", explic¨® el campe¨®n sin soltar el peluche azul que reconoc¨ªa su triunfo. "Lo mismo pasa con el r¨¦cord. So?aba con ¨¦l. Los 200 son mi amor desde que tengo 15 a?os. Fui el campe¨®n mundial j¨²nior m¨¢s joven de la historia, y desde entonces est¨¢n cerca de mi coraz¨®n", prosigui¨®. "Sab¨ªa que pod¨ªa correr as¨ª de r¨¢pido. He ense?ado ese potencial todo el a?o. Me dije, 'si bato el r¨¦cord, lo batir¨¦ aqu¨ª', porque la pista es muy r¨¢pida. As¨ª que puse mi coraz¨®n en ello. S¨¦ que cuando lo hago, todo es posible".
Bolt cumple hoy 22 a?os. Su edad es el aviso de un dominio prolongado. Olivia Grange, ministra de Deportes jamaicana, se pase¨® por el estadio con su camiseta sin mangas, movi¨® sus dedos doblados por el peso del oro, y mientras agitaba sus largas u?as se atrevi¨® con una profec¨ªa. "En Jamaica tenemos el mejor caf¨¦ del mundo, a Bob Marley, que le dio la religi¨®n del reggae al planeta, y ahora a Usain Bolt", dijo antes de pronunciar su maleficio. "Hay muchos, muchos m¨¢s Bolts en camino". Malo para sus rivales. Genial para el atletismo.
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