Guant¨¢namo como museo
Como una letan¨ªa, el m¨²sico Blixa Bargeld lee una lista de 274 nombres que han sido ordenados por el escritor Enrique Vila-Matas por asociaciones fon¨¦ticas o po¨¦ticas. El sonido sale de una instalaci¨®n en la que el mismo n¨²mero de cascos de moto perfectamente ordenados y con la parte superior cortada representan a los presos del centro de detenci¨®n de Guant¨¢namo. La instalaci¨®n Guantanamo Museum -en el Centro de Arte Santa M¨®nica de Barcelona hasta el 28 de septiembre en lo que es una segunda parada de un proyecto amplio que tuvo su primera en la galer¨ªa Helga de Alvear- parte de la premisa de que este ominoso gulag de nuestros d¨ªas va a ser desmantelado y cerrado en breve por lo que plantea diversas posibilidades sobre qu¨¦ hacer con este espacio cuando pierda su funci¨®n. Es el ¨²ltimo trabajo de Alicia Framis (Barcelona, 1967), fiel representante de una generaci¨®n de artistas que naci¨® cuando la modernidad ya era tradici¨®n y que tiene el virus del nomadismo de la sociedad global. Estudi¨® en Par¨ªs y ?msterdam (con artistas como Daniel Buren o Dan Graham) y ha vivido en Berl¨ªn, Nueva York, Barcelona y, ahora, desde hace a?o y medio, est¨¢ instalada en Shanghai.
"En el fondo no soy una artista pol¨ªtica. Siempre me han interesado los temas existenciales"
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ Guant¨¢namo?
RESPUESTA. El tema vino porque James Casebere, un artista norteamericano, nos invit¨® a unos cuantos a trabajar sobre este tema. El de la prisi¨®n es un asunto que me interesa desde hace a?os y que est¨¢ en la base de muchos de mis trabajos. C¨®mo el espacio en el que vivimos est¨¢ todo dise?ado, desde c¨®mo cogemos el metro a c¨®mo te vas a sentar en un bar o las vistas que vas a tener en el hotel. Desde que era estudiante me interesa la arquitectura, c¨®mo crear espacios. Por eso, para m¨ª el tema del proyecto de Guant¨¢namo es qu¨¦ hacer con este espacio. Claro que me interesan los prisioneros, pero espero que ya no los haya dentro de poco. Lo que planteo es que me parece vital que este espacio siga existiendo para la memoria.
P. ?De verdad querr¨ªa un museo all¨ª?
R. S¨ª, con todo el respeto de lo que es un museo. No en plan entretenimiento, sino un museo que, igual, s¨®lo se pudiera ver de uno en uno, por ejemplo. Un espacio que fuera oclusivo, que fuera un museo que s¨®lo lo pudiera ver una persona a la vez, pero claro, es como algo ut¨®pico
... En los talleres con estudiantes han salido dos ideas muy contradictorias; una es que se podr¨ªa hacer un resort tur¨ªstico y otra que se convierta en una mezquita, en un espacio para el rezo y el recogimiento de los musulmanes. Creo que ¨¦sta es la idea que m¨¢s me gusta. Aunque esto, claro, no lo podr¨ªa hacer yo.
P. ?Y dinamitarlo?
R. ?Dinamitarlo? No, me da miedo porque pienso que si lo destruimos despu¨¦s esto puede volver a¨²n con m¨¢s fuerza. ?se es mi gran miedo.
P. Pero en todo el mundo han surgido memoriales y eso no ha impedido que, por ejemplo, ahora est¨¦ en pleno funcionamiento Guant¨¢namo.
R. Es verdad, pero yo creo que Auschwitz ayuda mucho. Saber que puedes ir a verlo, que ha existido, que no es una foto, sino que est¨¢ all¨ª, tiene much¨ªsimo valor. A m¨ª me interesa mucho el espacio p¨²blico, y creo que es muy importante que haya lugares para la memoria colectiva. Si no reservas un espacio para ello la historia desaparece.
P. Todo es como muy sutil, una instalaci¨®n muy ambigua. Reivindica pero no entra en la pol¨ªtica claramente contra un gobierno determinado.
R. S¨ª, porque yo en el fondo no soy pol¨ªtica
... Siempre me han interesado los temas existenciales, pero la pol¨ªtica en s¨ª, no. Por eso me interesa m¨¢s el c¨®mo individualizar a estas personas y darles un espacio, que es un casco. Prefiero eso a hacer una escultura. No suelo utilizar nunca met¨¢foras, pero en este caso me pareci¨® que era la mejor manera de reflejar su fragilidad. Pero no soy una artista pol¨ªtica. Me interesa m¨¢s el tema de la comunicaci¨®n, o c¨®mo se dise?a una ciudad, o cu¨¢les son los espacios que necesitamos para habitar mejor, o, aqu¨ª, c¨®mo transformar una prisi¨®n en algo que d¨¦ la posibilidad de una memoria o de un perd¨®n.
P. Aunque no sea pol¨ªtico, hace un tipo de arte que incide en temas sociales. En
Antidog (2002-2003) su manera de abordar el tema de la violencia dom¨¦stica fue crear una colecci¨®n de vestidos con materiales ign¨ªfugos o antibala. En Secret Strike (proyecto iniciado en 2003) consigue paralizar durante varios instantes a la gente en una sutil reflexi¨®n sobre el horario laboral. Ha realizado trabajos sobre la muerte, la soledad, la situaci¨®n y los sentimientos de las mujeres, la incomunicaci¨®n, ahora est¨¢ en el proyecto Not for sale sobre la venta de ni?os en todo el mundo... Afirma que su objetivo es contribuir a modificar algo la vida, pero al final estos trabajos acaban en un museo o en una galer¨ªa, o en la casa de un coleccionista. ?No es contradictorio?
R. S¨ª, pero yo me resisto a eso. Guant¨¢namo es una excusa para hacer talleres y dar a pensar a dise?adores, a estudiantes y a otra gente. ?Qu¨¦ va a pasar luego? Que al final habr¨¢ un coleccionista, por ejemplo, que me diga que quiere seis cascos porque son los que le caben en la estanter¨ªa... Intento hacer proyectos para que los vea mucha gente y los disfrute y le sirvan para algo. Luego el proyecto se acaba y alguien tendr¨¢ sus seis cascos, o tal vez la instalaci¨®n acabe en alg¨²n sitio o en un cat¨¢logo.
P. Entonces ?qu¨¦ incidencia tiene el arte?
R. En eso soy un soldado. Yo s¨ª creo que tiene incidencia. Hay que seguir escribiendo, seguir haciendo arte y, en mi caso concreto, pienso que igual no voy a cambiar la conciencia de cien personas, pero a lo mejor cambio la de una.
P. Es decir, ?entiende el arte como una manera de cambiar conciencias?
R. S¨ª. Tengo mucha suerte con mi trabajo porque tengo tiempo de pensar. Hay mucha gente que no lo tiene. Mi funci¨®n en la sociedad es ¨¦sa. Crear objetos, crear situaciones o crear espacios, y pensar en lo que est¨¢ pasando. No gracias a los artistas, pero s¨ª a la cultura, no nos estamos matando los unos a los otros. Es gracias a la cultura que hay cambios de mentalidad.
P. ?Y el mercado es un da?o colateral o un bien necesario?
R. ?El mercado del arte? Uno de los males de los artistas es estar en contra del mercado. Siempre he cre¨ªdo en que hay que estar dentro para cambiarlo. A veces no me gusta tener que hacer una foto o un v¨ªdeo para vender, pero esto me ayuda a hacer otras cosas. Tengo que comer y pagar la casa... El mercado es una realidad, es como tener que pagar a Hacienda. Hay que hacer la renta y hay que luchar por estar en el mercado, pero en el sano. Hay artistas que s¨®lo miran su carrera y los hay que quieren cambiar la historia del arte. Espero estar entre los segundos. Desde muy peque?a pensaba "quiero aportar cosas". Mi vida es el arte y para m¨ª ya ni es trabajo. Disfruto much¨ªsimo, pero hay cosas que quiero cambiar. Como cuando estudiaba y me inspiraba en los artistas de los sesenta, como Marina Abramovic, y as¨ª empece con la performance, pero en la calle o en las casas, no en los museos. Si estoy con alguien, aquello se vuelve realidad, y ¨¦sa es la performance que me gusta, cuando se convierte en realidad.
P. La realidad es ahora la obsesi¨®n del arte, como si ni los medios ni la gente fueran capaces de verla y se necesitara que viniera el artista a ense?arla.
R. Es algo que tambi¨¦n pasa en la sociedad. Antes la gente ganaba dinero para comprarse un coche y ahora lo hace para irse a la monta?a, viajar. No le interesa tanto el objeto sino la experiencia de vivir porque ha llegado un momento que parece que estemos separados de esta vivencia. Pensamos tanto en el ma?ana o en el pasado que no estamos aqu¨ª. Me preocupo mucho de mis espectadores, de la gente que percibe el arte. Creo que es mejor que se lleven la experiencia a que s¨®lo miren un objeto. No s¨¦, yo es que, claro, soy de la generaci¨®n que hacemos arte de la vida cotidiana, de lo que nos rodea. En eso estoy.
P. En sus proyectos, como este de Guant¨¢namo, hace ya tiempo que intervienen muchas personas. Crea la estructura, pero despu¨¦s contrata a gente o se pone en contacto en asociaciones para que colaboren.
R. S¨ª, pero yo estoy all¨ª todo el rato. Esto fue una decisi¨®n que tom¨¦ hace a?os. En 1997 me pas¨¦ un a?o yendo a casa de la gente para guardarle los sue?os (Dreamkeeper, 1997). Me alquilaban y estaba all¨ª toda la noche. Fue la ¨²ltima performance, por as¨ª decirlo, en la que era s¨®lo yo. Es decir, no hab¨ªa otro guardasue?os que me reemplazara. Despu¨¦s de un a?o acab¨¦ muy cansada y tom¨¦ la decisi¨®n. Lo hablamos con Rikrit Tiravanika, que es un artista que me gusta mucho y que hace performances pero en su caso cocinando, porque tambi¨¦n le pasaba lo mismo. Llega un momento en que parece que haciendo la performance acabas convirti¨¦ndote t¨², no s¨¦, en una especie de mito, como le pas¨® a Abramovic. Decid¨ª que lo importante es el concepto. Lo que hago lo puede hacer cualquiera, puedo participar en una manifestaci¨®n contra la violencia y ponerme un traje para el proyecto Antidog, pero tambi¨¦n lo podr¨ªa llevar otra persona.
P. ?Y en qu¨¦ sentido ha cambiado la idea de
performance desde los sesenta hasta hoy? ?C¨®mo lo ve en estos momentos?
R. Bueno, ahora yo creo que est¨¢ pasando una crisis. Durante unos a?os ¨¦ramos muchos artistas trabajando con mucha gente. De golpe la performance se convirti¨® en que estabas con 50 personas a la vez y hac¨ªas algo o hac¨ªan algo. Creo que eso ya est¨¢ muy saturado. No s¨¦, lo bueno de aquel momento era eso de romper con el mito del artista y dejar que todo el mundo pudiera colaborar. Pero en estos momentos estamos buscando hacer algo nuevo.
P. Muchos artistas necesitan una infraestructura tan bestia que parece que est¨¦n rodando una pel¨ªcula. ?Hasta qu¨¦ punto esto es viable?
R. Eso tambi¨¦n lo hablamos entre los artistas. Nos hemos convertido en una m¨¢quina pesada. Lo que tengo claro es que no voy a trabajar para la gente que trabaja para m¨ª. Si tengo proyectos grandes invito a la gente a colaborar, pero no voy a hacer m¨¢s cosas para pagar a la gente que colabora conmigo. He vuelto a pensar en lo b¨¢sico. Ahora vivo en China y s¨ª, tengo un ayudante, m¨¢s que nada por el idioma, pero voy buscando justo lo que necesito. Quiero volver a lo necesario.
P. Estudi¨® en Barcelona, despu¨¦s en Par¨ªs y ?msterdam, vivi¨® en Berl¨ªn, ahora est¨¢ en Shanghai. ?Por qu¨¦ China?
R. Estuve en Berl¨ªn, luego volv¨ª a ?msterdam, entre medias viv¨ª en Nueva York y en Jap¨®n. Luego tuve a mi hijo soltera y me volv¨ª a Barcelona porque no pod¨ªa sola
... Llevaba un a?o y medio aqu¨ª y cuando me invitaron a ir a China para un proyecto lo vi claro. De golpe me di cuenta de que no sab¨ªa nada. Shanghai me encanta. Todo es posible y va tremendamente r¨¢pido. No s¨¦, me volvi¨® como a rejuvenecer.
P. ?Y c¨®mo es el ambiente all¨ª?
R. ?El ambiente? Bueno, aprendes mucho de los chinos porque son como una gran familia. Los artistas se ayudan, no es como aqu¨ª. Hay gente que gana m¨¢s dinero que artistas europeos, pero van como protegi¨¦ndose. Necesit¨¦ un tiempo, pero en el momento en que ya me han aceptado se me ha abierto el mundo.
P. ?Qu¨¦ hace all¨ª? Resulta extra?o imaginarla trabajando sobre Guant¨¢namo.
R. Tambi¨¦n trabajo cosas de China. Ahora soy la directora de concepto de un nuevo espacio para artistas que abrir¨¢ en septiembre en el MOCA Shanghai. Invito a los artistas a que hagan obra in situ.
P. Lo del crecimiento de China fascina, pero desde aqu¨ª la sensaci¨®n que hay tambi¨¦n es de miedo. ?Lo nota?
R. S¨ª, yo tambi¨¦n tengo miedo. Es un miedo real, la gente que vivimos all¨ª sabemos que nos pueden echar, que nos vigilan. Eso existe. No hay que olvidar que es un pa¨ªs autoritario. Parece que todo es ja ja ja, pero no. Por ejemplo hice un proyecto con banderas chinas y est¨¢ censurado. No saco fotos tambi¨¦n por eso. Como extranjera tienes una actitud de respeto, de precauci¨®n. Pero, por otro lado, quiz¨¢s tienes m¨¢s libertad para vivir que en Europa porque puedes hacer lo que te d¨¦ la gana. La corrupci¨®n existe... A veces da la sensaci¨®n de que no hay moral. Lo entiendo porque han vivido un mundo tan horrible en el que de un d¨ªa para otro te separaban de la familia y te enviaban a trabajar en una f¨¢brica lejos de tu casa que, bueno, a ellos el d¨ªa de ma?ana les importa un bledo. Lo que quieren es el ahora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.