Recuerdos de Truman Capote y Ava Gardner
Invocaci¨®n al 'glamour' de otras ¨¦pocas en el HOTEL TRIAS de Palam¨®s
La suite de Ava Gardner... La habitaci¨®n de David Niven... La mesa de Truman Capote... Con estas credenciales renace un cl¨¢sico de la hoteler¨ªa mediterr¨¢nea en el paseo del Mar, frente a la bah¨ªa de Palam¨®s (Girona). El hotel Trias fue inaugurado en 1900 y tres d¨¦cadas m¨¢s tarde recibi¨® el impulso determinante del arquitecto y alcalde de Girona Rafael Mas¨®, que reform¨® su estructura destruida durante la Guerra Civil y lo convirti¨® en un destino emblem¨¢tico de la Costa Brava. Tanto, que medio Hollywood de la ¨¦poca desfil¨® por sus salones. Entre los a?os 1960 y 1962, Capote termin¨® aqu¨ª de escribir A sangre fr¨ªa. Tambi¨¦n lo habit¨® Robert Ruark, autor de Desayuno con diamantes, cuyos restos reposan en el cementerio de la localidad. A su memoria est¨¢ dedicado el bar del Trias. Sobre la Gardner se dice de todo, pero lo cierto es que sin ella el bar del Trias no ser¨ªa el bar del Trias. A escala local, otro ilustre fue el honorable Jordi Pujol, que se solaz¨® por aqu¨ª despu¨¦s de salir de la prisi¨®n de Zaragoza, en tiempos de Franco.
DORMIR
Categor¨ªa: tres estrellas. Direcci¨®n: paseo del Mar, s/n. Palam¨®s (Girona). Tel¨¦fono: 972 60 18 00. Fax: 972 60 18 19. 'Web': www.hoteltrias.com. Instalaciones: piscina, salas de convenciones (50 personas), sal¨®n, bar, comedor. Habitaciones: 83 dobles; con ba?o, calefacci¨®n, aire acondicionado, tel¨¦fono, TV sat¨¦lite, secador, habitaciones para no fumadores. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite animales. Precios: temporada alta, 147 + 7% IVA; baja, 93 + 7% IVA; con desayuno. Tarjetas de cr¨¦dito: American Express, Diners Club, Eurocard, MasterCard, Visa.
Ambiente n¨¢utico
Adquirido en 2005 por el empresario Llu¨ªs Cam¨®s (restaurantes Bazaar y La Finca de Susana, en Madrid; hotel La Malcontenta, en Palam¨®s...), el hotel deja fr¨ªo a quien pretende revivir aquel glamour. Sus interiores proponen un ambiente n¨¢utico de aparente colorido, pero la arboleda mar¨ªtima y el cierre parietal del edificio apenas dejan penetrar el sol en los espacios comunes, esclavos de cierta decoratitis oce¨¢nica (hasta los libros de la biblioteca son falsos), prevista para acaparar las revistas de interiorismo.
El comedor, desmedido en su tama?o, distrae la atenci¨®n sobre sus grandes l¨¢mparas de dise?o antes que sobre los platos, resueltos con oficio, pero faltos de emoci¨®n en un lugar de tanta leyenda. Una injustificable penumbra acompa?a los desayunos frente al mar.
Quiz¨¢ porque la tradici¨®n obliga, el servicio es muy amable y pr¨®digo en atenciones con la clientela. Nunca falta alguien dispuesto a ofrecer un piscolabis al ba?ista, en la piscina exterior, algo a trasmano de lo que se cuece dentro del hotel.
En tonos blancos y azules, abiertos al mar y al puerto de Palam¨®s, los dormitorios aportan ese extra de luminosidad escatimada en el resto de las instalaciones. Si el ambiente portuario, con sus sirenas y ajetreo de estibadores, llega a molestar durante las horas de siesta, de noche es verdad que todo se vuelve apacible, recatado. Los suelos huelen a madera a?eja, bien conservados. El mobiliario lacado, de geometr¨ªa precisa, invita a tocarlo todo. Lo mismo que en los cuartos de ba?o, donde manda una ducha a chorros poco habitual en estos hoteles de mar.
Ya lo dijo el autor de El gran Gatsby, refiri¨¦ndose a Palam¨®s: "Esto es un pueblo de pescadores. El agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena".
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