Nunca lo olvidaremos
Hace unos a?os, estaba de vacaciones en la Rep¨²blica Dominicana junto a unos amigos. Una noche, mientras cen¨¢bamos, se nos acerc¨® el t¨ªpico grupo musical local y nos interpret¨® una canci¨®n rodeando la mesa. Al final, pasaron el sombrero y todos depositamos la consabida propina. Un par de d¨®lares como mucho por barba. Hasta que uno de los comensales les solt¨® un billete de 20 d¨®lares que sorprendi¨® hasta al encargado de la recogida. Ante nuestra at¨®nita mirada, respondi¨®: "Me han emocionado. Esto no tiene precio".
La selecci¨®n espa?ola de baloncesto no va a pasar la gorrilla, pero, si lo hiciese, seguro que muchos reaccionar¨ªamos igual que mi amigo. Porque, resultado aparte, pocas veces un equipo ha conseguido provocarnos tal caudal de emociones positivas en 40 minutos. Lo de Jap¨®n fue la bomba, pero esta vez la competici¨®n y el rival elevaban la categor¨ªa del evento. Pues bien, en el momento cumbre, Espa?a se destap¨® con una actuaci¨®n memorable desde todos los puntos de vista. Encar¨® la final sin ning¨²n tipo de complejo por mucho Kobe MVP, sir James y Superm¨¢n que tuviesen enfrente. Dej¨® como an¨¦cdota la paliza del partido anterior de grupo y, como hacen los grandes, de aquel varapalo sacaron conclusiones ¨²tiles. Movidos desde la banda por K¨¢sparov Reneses, mostraron al mundo una por una y uno por uno todo el talento y las virtudes t¨¦cnicas, t¨¢cticas y humanas que les han convertido en uno de los referentes inevitables de nuestro deporte. No s¨®lo eso. Por primera vez en estos Juegos, nos volvieron a sorprender, a superar las mejores expectativas, a hacernos sentir plenamente orgullosos e identificados con todo. El juego, la actitud, la valent¨ªa, el compa?erismo, el dejarse hasta el alma en cada jugada.
Precisamente en esta superaci¨®n del hasta m¨¢s optimista de los pron¨®sticos radica la mayor de sus grandezas. Desde que gan¨® el Mundial en Tokio, el gran adversario de Espa?a ha sido Espa?a. Nos fascin¨® tanto aquella explosi¨®n de juego, belleza y eficacia que, a partir de ese momento, no nos ¨ªbamos a conformar con menos. El Europeo lo confirm¨® con una plata desvalorizada en exceso. En estos Juegos, m¨¢s de lo mismo. S¨ª, ganamos a Grecia, a China en su terreno, a Alemania, pero... Incluso las vitales victorias ante Croacia y Lituania nos dejaron satisfechos, pero no del todo. Es la dif¨ªcil escalada a la que s¨®lo se enfrentan los grandes deportistas individuales y colectivos. Lo excepcional hoy es normal ma?ana y regular pasado ma?ana. A Indurain, por ejemplo, mientras coleccionaba Tours, se le pusieron peros porque no atacaba m¨¢s. Es un agujero negro en el que han ca¨ªdo muchos, incapaces de soportar la exigencia de ir cada vez un poco m¨¢s lejos. Algunos incluso se retiran o claudican al saber que no lo lograr¨¢n. Otros, tipo Jordan, el mismo Indurain, Schumacher, Woods o Nadal, siempre encuentran la forma de lograrlo.
Espa?a lo hizo ayer y esto eleva a¨²n m¨¢s su categor¨ªa. Fue un acto de inconformismo, orgullo, reivindicaci¨®n, venganza deportiva, ambici¨®n ilimitada y capacidad de superaci¨®n. Personal, como la de Navarro, o colectiva. Pasados los primeros momentos, en los que el miedo a otra paliza vir¨® hacia cierta incredulidad, nos instalamos todos en la ilusi¨®n, cantamos las canastas, maldecimos a los ¨¢rbitros y su miop¨ªa con los pasos de los estadounidenses, flipamos con Rudy, con Felipe, con Ricky, con todos. Vimos uno de los mejores partidos de la historia del baloncesto y resulta que form¨¢bamos parte de tama?o acontecimiento. Perdimos, pero con una grandeza insuperable. S¨®lo queda dar las gracias. Nunca olvidaremos este d¨ªa. No hay dinero en el mundo capaz de pagar esta maravillosa emoci¨®n.
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