?Nos importan los hispanos?
Qu¨¦ tienen en com¨²n Obama, McCain y Espa?a? Un enorme inter¨¦s por los hispanos de Estados Unidos. Dem¨®cratas y republicanos se han lanzado a una caza del voto latino en estados clave para las elecciones presidenciales del pr¨®ximo 4 de noviembre, desde California, Arizona, Nevada, o Nuevo M¨¦xico, hasta Florida y Nueva York.
Los hispanos suman m¨¢s de 45 millones (sin contar los doce millones de indocumentados); un 15% de la poblaci¨®n estadounidense que va a representar en torno al 9% del censo electoral. Seg¨²n el Pew Hispanic Center, el voto joven est¨¢ creciendo muy por encima de la media del voto latino total. A esos inversores de remesas -el Banco Interamericano de Desarrollo estima casi 46.000 millones de d¨®lares para 2008- les conciernen cada vez m¨¢s asuntos como el comercio, la inmigraci¨®n, o el narco de sus pa¨ªses de origen. Est¨¢n por todas partes: en los dos millones de empresas de su propiedad; en misiones de riesgo como Afganist¨¢n o Irak; en los think-tanks y universidades de ¨¦lite; en los sindicatos; y en la alta pol¨ªtica, con tres senadores, 29 representantes en la C¨¢mara de Representantes, y un carism¨¢tico Gobernador del Estado de Nuevo M¨¦xico, Bill Richardson, en primera l¨ªnea.
Los latinos de EE UU deben ver a Espa?a como el socio europeo y fiable que habla su idioma
El 13 de julio, en San Diego, ante la Conferencia Nacional de La Raza -principal organizaci¨®n de derechos civiles y defensa de la comunidad latina del pa¨ªs-, Obama afirm¨® que el viejo t¨¦rmino de "La Raza C¨®smica" latinoamericana implica "la noci¨®n de que todos somos parte de una comunidad m¨¢s grande". En dicho foro, el candidato dem¨®crata enfatiz¨® mucho m¨¢s que su rival McCain lo que de com¨²n tienen los hispanos con asi¨¢ticos o negros.
Esto puede servir de pista para una estrategia espa?ola hacia esa comunidad. Para empezar, deber¨ªamos evitar el espejismo de que por fin hemos encontrado los aliados pol¨ªticos para poner un pie en Washington. ?Nos sirven los hispanos para influir en la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos? Hay que tener en cuenta dos dificultades. Primero, su divisi¨®n por nacionalidades de origen: mexicanos (hasta dos terceras partes del total), cubanos, portorrique?os, etc., por Estados, o entre dem¨®cratas y republicanos. No olvidemos la discriminaci¨®n oficial a favor del ingl¨¦s, y el abandono del espa?ol a partir de la segunda generaci¨®n. Pero es que, como expres¨® Obama ante La Raza, el primer objetivo de los hispanos es convertirse en norteamericanos. Y para conseguirlo, no necesitan a Espa?a, que es un socio de tercera en lo pol¨ªtico; nuestra huella se remonta a la era de la colonizaci¨®n.
En segundo lugar, hasta el d¨ªa de hoy -con la excepci¨®n de los cubanos de Miami- los hispanos no han traducido su peso demogr¨¢fico, social, y econ¨®mico en influencia sobre la pol¨ªtica exterior de Washington. L¨®gicamente, han concentrado sus esfuerzos en prosperar e integrarse en la sociedad; pero eso podr¨ªa cambiar. Es previsible que en una o dos d¨¦cadas se constituya uno, o varios, lobbies hispanos de pol¨ªtica exterior, quiz¨¢ con distintas orientaciones, y empiecen a pesar sobre las pol¨ªticas concretas hacia M¨¦xico, Cuba, Colombia, Venezuela, o, colateralmente, Brasil, con repercusiones geopol¨ªticas o en los organismos internacionales. Y no siempre coincidir¨¢n con los intereses o la visi¨®n espa?ola, tal es el caso de los cubanos de Miami.
Visto as¨ª, nuestro problema es que a los hispanos les importa poco Espa?a. Se vive un momento de cambio en Estados Unidos, y debemos aprovecharlo con un nuevo discurso pol¨ªtico que estructure los proyectos que est¨¢n dispersos. Hay que llegar con un mensaje a ese mercado de 60.000 d¨®lares de renta media anual. La alianza con los hispanos debe responder a un inter¨¦s central de Espa?a: la transformaci¨®n pol¨ªtica del continente latinoamericano en la direcci¨®n de la integraci¨®n regional y la cohesi¨®n social, como elementos inseparables.
No ser¨¢ f¨¢cil, porque Estados Unidos hoy mira m¨¢s a Oriente Medio, mientras que para Espa?a, Am¨¦rica Latina sigue siendo una prioridad. Existen ya valiosas iniciativas por parte de algunos de nuestros mejores diplom¨¢ticos, y de instituciones pioneras como la Fundaci¨®n Consejo Espa?a-EE UU con sus programas de L¨ªderes Hispanos. Hay que acelerar las jugadas de triangulaci¨®n entre Espa?a, los hispanos de Estados Unidos y los gobiernos latinoamericanos, de cara a pr¨®ximas Cumbres como la de las Am¨¦ricas, la Iberoamericana, y la de Uni¨®n Europea-Am¨¦rica Latina, para empezar a labrar un lenguaje com¨²n de intereses.
Las acciones en los ¨¢mbitos de la cultura y los negocios, con las potentes organizaciones empresariales hispanas, deben acompa?ar y potenciar los r¨¦ditos pol¨ªticos para Espa?a. Debemos pedir a nuestros parlamentarios que incrementen los contactos con el caucus hispano en el Congreso norteamericano, y tambi¨¦n para activar el Grupo de Amistad con EE UU en el Congreso espa?ol. Por su parte, las Comunidades Aut¨®nomas podr¨ªan lanzar redes con las administraciones locales en EE UU, donde los hispanos ganan terreno deprisa. Pero para evitar el folclor y la ret¨®rica hueca es preciso vertebrar esas iniciativas con un discurso pol¨ªtico, de alto contenido social, que nos haga reconocibles y respetados por parte de los l¨ªderes hispanos. Y hacerlo mostrando m¨¢s la marca europea de Espa?a que la hisp¨¢nica; la de un socio europeo fiable, din¨¢mico, que acude a su encuentro en el mismo idioma.
Vicente Palacio es subdirector del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior Espa?ola (Opex) de la Fundaci¨®n Alternativas.
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