En la cama con Tracey Emin
Una retrospectiva muestra el af¨¢n pol¨¦mico de la exhibicionista creadora brit¨¢nica
La cama de Tracey Emin sigue siendo una referencia clave del llamado Young British Art (YBA) y, 10 a?os despu¨¦s de su escandalosa irrupci¨®n, la obra m¨¢s conocida de su creadora. El Museo Nacional de Escocia dedica hasta el 9 de noviembre una gran retrospectiva a la despiadada y autobiogr¨¢fica obra de Emin, una artista que explota su vida, su lujuria y su dolor para convertirlo en material p¨²blico. En un v¨ªdeo-autoentrevista, Tracey "la entrevistadora" le pregunta a Tracey "la guarra" que por qu¨¦ se cree tan especial. Y ella responde: "Soy una alcoh¨®lica, neur¨®tica, psic¨®tica, una quejica obsesionada conmigo misma, pero soy una artista".
En 1999 el premio Turner era para el videoartista irland¨¦s Steve McQueen, pero fue My bed la obra que logr¨® m¨¢s atenci¨®n medi¨¢tica. Repugnante para algunos. Pura poes¨ªa para otros. Hoy, la cama (perfecto resumen del conflicto entre lo ¨ªntimo, lo p¨²blico y lo secreto) mantiene su fuerza. Enferma y deprimida, obsesionada con sus amantes y la maternidad (el aborto es un tema recurrente en la artista), Emin cre¨® un montaje en el que unas s¨¢banas sucias y revueltas expresan un nudo insalvable de tormentos y angustias. Manchas de fluidos, ropa sucia y, en el suelo, condones, tampax, botellas de vodka vac¨ªas, polaroids, pastillas para dormir y un cenicero que rebosa colillas.
"Soy una alcoh¨®lica, neur¨®tica, psic¨®tica, una quejica obsesionada conmigo misma"
Esculturas, ¨®leos, tapices, v¨ªdeos, dibujos, neones, fotograf¨ªas... las piezas expuestas tienen t¨ªtulos, frases o palabras con un lenguaje sincero y expl¨ªcito: Sexo mientras ¨¦l me mira, Que te follen, No importa, llorar es bonito o Estoy al borde del abismo, pero la vista desde aqu¨ª es excepcional. P¨¢ginas de diarios como si fueran cuadros y la autobiograf¨ªa como obra de arte. Emin escribe y lo enmarca: "Cuando el dentista me quit¨® el ¨²ltimo diente muerto sent¨ª que me extirpaban por fin a?os de dolor. Pens¨¦ que toda mi tristeza desaparecer¨ªa. Pero me mir¨¦ en el espejo y s¨®lo vi un agujero m¨¢s". En una fotograf¨ªa, la artista escribe desnuda: "Si quieres que te sea honesta preferir¨ªa no estar pintando". Ecos de Louise Bourgeois y el uso de la aguja (el poder m¨¢gico del instrumento, su capacidad para reparar el da?o) y de Frida Kahlo (el diario ¨ªntimo como material universal), Emin se confiesa sin miedo a los tab¨²es. En la obra Lo tengo todo (2000) sostiene un fajo de billetes y monedas sobre su entrepierna. Juega con el ¨¦xito y el dinero, y en otra foto parecida titula: Gran sonrisa, buena corrida.
Emin, apunta el cr¨ªtico Patrick Eliott, ha convertido como pocas artistas su vida en espect¨¢culo: "Corre el riesgo de caer en el egocentrismo, pero eso es un artista, alguien que se explora a s¨ª mismo, que va a lo m¨¢s profundo de su ser para luego volver con algo que refleje parte del nuestro".
El padre de Emin, Envar Emin (al que dedica una de sus instalaciones m¨¢s luminosas, El sitio perfecto para crecer), era un turco-chipriota que emigr¨® a Londres en 1948 y al que le fueron bien los negocios. Conoci¨® a la madre de Emin cuando ambos estaban casados y durante a?os el padre vivi¨® entre dos familias. Las relaciones sexuales con su hermano gemelo y una violaci¨®n a los 13 a?os convirtieron a Emin en una adolescente disfuncional y conflictiva. El arte fue su camino de salvaci¨®n y el sexo su laberinto. Dibujaba mal, pero le encantaba coser. Una de sus obras m¨¢s reconocidas (que se quem¨® en los almacenes del coleccionista Charles Saatchi en Londres en 2004) era una tienda de campa?a en la que hab¨ªa bordado un collage con todos los nombres y las historias de las personas con las que se hab¨ªa acostado, incluido su hermano. A?os despu¨¦s (reconocida por el establishment y miembro de la Royal Academy of Art), muy cerca de una cama que sigue deshecha, un ne¨®n en forma de coraz¨®n y de color rosa encierra la clave de su verdadera herida: "Se te olvid¨® besarme el alma".
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