Una ciudad de pel¨ªcula
Muchos directores han utilizado las calles de Madrid como escenarios
La Gran V¨ªa puede ser un espejismo, un sue?o. Ante la c¨¢mara de Edgar Neville, por ejemplo, esta arteria de la capital se convirti¨® durante unos instantes en la imagen de un Madrid imposible. Una sinfon¨ªa de luces, los reclamos publicitarios, y un tr¨¢fico tan intenso como improbable en 1950 trasladan al espectador hasta un escenario m¨¢s propio de una metr¨®poli estadounidense. Sin embargo, nos encontramos entre la calle de Alcal¨¢ y la plaza de Callao. Se trata de las primeras secuencias de El ¨²ltimo caballo, una de los cientos de pel¨ªculas rodadas en Madrid y que representan un homenaje a la ciudad, fotograma tras fotograma.
Hoy d¨ªa tambi¨¦n es posible salirse de los esquemas trazando un recorrido por algunos de los escenarios cinematogr¨¢ficos de la capital. Empezando, por ejemplo, por la calle de Alcal¨¢. All¨ª, entre Cibeles y la Puerta del Sol, situ¨® Fernando Delgado parte del rodaje de ?Viva Madrid, que es mi pueblo!, muestra de cine mudo con argumento taurino de finales de los a?os veinte. Caminando hacia la actual estaci¨®n de metro de Sevilla, en la esquina con Virgen de los Peligros, se llega a uno de los escenarios de Un mill¨®n en la basura, rodada por Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦ en 1967. Algunos fotogramas de la pel¨ªcula muestran a Julia Guti¨¦rrez Caba y a Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez saliendo del suburbano; en segundo t¨¦rmino se distinguen la cafeter¨ªa Nebraska y el teatro Alc¨¢zar.
George Marshall rod¨® 'Empez¨® con un beso' a la sombra del edificio Espa?a
Si les apetece seguir y cruzar la Puerta del Sol camino del Madrid de los Austrias, m¨¢s vale echar un vistazo a la calle del Maestro Villa, junto a la plaza Mayor, porque ¨¦sa fue una de las localizaciones de Fulano y Mengano, en la que Joaqu¨ªn Romero Marchent teji¨® una historia de tintes neorrealistas retratando la vida de dos ex convictos condenados injustamente. Para recordar, en cambio, las im¨¢genes del Madrid desarrollista de los sesenta y el asombro de Paco Mart¨ªnez Soria en La ciudad no es para m¨ª, de Pedro Lazaga, se puede pasear, por ejemplo, hasta Nuevos Ministerios. D¨¦cadas m¨¢s tarde, el paseo de la Castellana se convirti¨® en uno de los escenarios urbanos m¨¢s habituales del cine espa?ol, desde Historias del Kronen, de Montxo Armend¨¢riz, hasta El d¨ªa de la bestia, que incluye un peculiar homenaje a las Torres Kio de ?lex de la Iglesia.
Los que deseen regresar otra vez atr¨¢s en el tiempo, pueden volver al centro, y explorar los alrededores de la plaza de Espa?a y del Palacio Real. All¨ª, a la sombra de la Torre de Madrid y del Edificio Espa?a, el estadounidense George Marshall rod¨® algunas secuencias de Empez¨® con un beso, con Glenn Ford y Debbie Reynolds, mientras que Fernando Palacios dirigi¨® a Tony Leblanc, Concha Velasco y Mabel Karr en El d¨ªa de los enamorados.
Desde esa plaza es inevitable iniciar un recorrido por el Madrid de Pedro Almod¨®var: el edificio de Telef¨®nica de Mujeres al borde de un ataque de nervios; entrada del Cuartel del Conde Duque (donde la pasada primavera se instal¨® la exposici¨®n As¨ª es Madrid... en el cine), escenario de una secuencia de La ley del deseo, as¨ª como la plaza de los Cubos, al principio de Princesa; o el barrio de Chueca, uno de los lugares favoritos de Antonio Banderas en ?tame. Y, para volver al punto de partida retratado por Neville, bastar¨¢ caminar hasta la plaza de Callao, donde Marisa Paredes vio el anuncio de una recopilaci¨®n de sus obras en La flor de mi secreto.
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