Presas de la vida
EL PATIO DE ESTA C?RCEL verdadera se encuentra, en esta calurosa tarde de agosto, repleto de mujeres que charlan y miran al extra?o en cuanto atraviesas la ¨²ltima reja, despu¨¦s de una y otra y otra. El centro penitenciario Madrid I, en Alcal¨¢ de Henares, tiene c¨¦sped y arbustos, y dicen que hasta una piscina, que no vemos, y sombra bajo los edificios, donde se arremolina mucho vestido fresco, cabello te?ido y rostro multinacional. Unas 650 internas habitan aqu¨ª, entre ellas, las siete presas que forman Teatro Yeses, la compa?¨ªa nacida en la antigua c¨¢rcel de Yeser¨ªas, en 1986, de la mano de la funcionaria de prisiones Elena C¨¢novas. Su iniciativa fue pionera por muchas cosas (por lo valiente, lo novedoso, lo solidario, lo terap¨¦utico?), sobre todo por convertir a las internas -y lo que pod¨ªa haberse quedado en simple taller ocupacional- en compa?¨ªa profesional, con obras propias y giras extramuros incluidas. Por eso han hecho historia. Y por eso su historia se ha volcado ahora en pel¨ªcula de la mano de Bel¨¦n Mac¨ªas y de la productora de Almod¨®var (El Deseo).
Camino del sal¨®n de actos, donde ensaya y espera el grupo, resuenan como parte (triste) de una funci¨®n de teatro real las notas lejanas de Love is a losing game (El amor es un juego perdido), de Amy Winehouse, y m¨¢s ac¨¢, en la capilla, c¨¢nticos religiosos corales, m¨¢s optimistas. Un pastor acaba de pasar el control diciendo: "Soy el pastor evangelista", mientras se cruza con las afortunadas que salen de permiso de fin de semana y entregan raudas los papeles al guardia. A los que entran ni los ven? Que ellas vuelan hacia el exterior, la calle, el mundo libre?
Aqu¨ª y as¨ª viven las actrices de Teatro Yeses, Estrella Montero, Isabel Pozas, Eliana Henao, Belinda Scatollini, Ana Mart¨ªnez, Ana Grilli y Soledad Marchal, quienes en un libreto, podr¨ªan quedar as¨ª descritas:
1. Estrella. Espa?ola, 35 a?os, dos hijos. Gitana rotunda, poderosa, almodovariana de aspecto; de ojos oscuros, a veces duros y a veces dulc¨ªsimos, y con una voz grave que la empuja, a su pesar, a papeles masculinos y c¨®micos. Lleva 16 meses en preventiva. "Sue?a con interpretar un papel dram¨¢tico".
2. Isabel. De 45 a?os, tres hijos. Por su aspecto podr¨ªa ser la vecina perfecta, siempre atenta, redondita de facciones y delicada de piel, de mirada y voz. A?o y medio de preventiva. "Aqu¨ª el tiempo no se pierde, se resta", dice.
3. Eliana. Colombiana, de 32 a?os, tierna de habla y gestos, rebosa hermosura y kilos, y cocina ("muy bien") para todas aqu¨ª, con tanto af¨¢n y tanta entrega como interpreta. Condenada a nueve a?os (lleva cuatro), espera salir en diciembre para reencontrarse con su pareja y su hija adolescente. "A m¨ª me encantar¨ªa hacer un musical".
4. Belinda. Italiana, de 34 a?os, ojos claros, delgada, elegante, rubia y resultona. "Antes, ni hablaba espa?ol". Ahora se ve que disfruta actuando, pero a veces gira la mirada hacia lugares que s¨®lo ella conoce. En diciembre espera algo de libertad. Sin hijos y sin nadie en Espa?a, a?ora su tierra. Como ya ha hecho re¨ªr mucho, dice que ahora "querr¨ªa hacer llorar".
5. Ana, de 39 a?os. Lleva fuera s¨®lo diez d¨ªas. Y lucha para que su pasado no se cuele en su presente, que no se aviven esos prejuicios tan usuales que espantan las posibilidades de construirte una nueva vida sin rastro de la vieja. Trabaja ya, estudia una carrera, y regresa porque quiere al Madrid I para los ensayos. Dice que deber¨ªa haber un Yeses II fuera. "El teatro nos ha ayudado a las que pasamos por aqu¨ª y ayudar¨¢ a otras que vengan".
6. Ana Grilli. Esta argentina de 51 a?os es peque?a, lista, pizpireta, de lengua r¨¢pida? Su conocimiento tur¨ªstico de lo espa?ol se reduce al tour Barajas-Soto del Real-Alcal¨¢ de Henares. "Ahora veo un avi¨®n y enfermo". De sus 10 a?os de condena, no lleva a¨²n dos cumplidos; es a la que m¨¢s le queda: "Es que yo hago todo a lo grande. En realidad, fue por el teatro que vine hasta aqu¨ª". Su estado de ¨¢nimo contagia.
7. Soledad. Morena y menuda, de 44 a?os, tres hijos, trabajadora, callada, de mirada triste; a ratos parece que estuviera en otra dimensi¨®n. Dice que aqu¨ª ingresas y "puedes ir recto o hacer curvas, depende de ti". Ella ha optado por la recta y aprende a elaborar pan y pasteles en un curso del Madrid I.
Para ellas, en su encierro, el mundo libre es el teatro. Como lo fue para las casi seiscientas mujeres que pasaron por la compa?¨ªa en dos d¨¦cadas de actividad, sobre o tras el escenario. Con la ficci¨®n, mutan, viven la existencia de otros, salen de gira, escapan de la realidad? S¨®lo hay que escucharlas contando an¨¦cdotas, describiendo escenas? "?Recuerdas aqu¨¦lla en la que Belinda hace de marroqu¨ª metida en l¨ªos y juzgada, y no entiende nada y solicita un int¨¦rprete de chino? '?Chino?', le pregunta el juez, 'pero si usted no habla chino'. 'No', contesta ella, 'Pero usted s¨ª". Y cuentan sobre esa otra pieza-poema machista de Rafael de Le¨®n, o aquella en la que hac¨ªan de locas, o cuando Instituciones Penitenciarias les pidi¨® una adaptaci¨®n de El Quijote y eligieron traer al famoso hidalgo hasta la actualidad, plantarlo en una gasolinera junto a unos delincuentes y la Guardia Civil, que le hace soplar en un alcohol¨ªmetro; o los bailes, los trajes, las superpelucas, las m¨²sicas? O los aplausos. "Es maravilloso? No se puede describir lo que uno siente", se r¨ªe Eliana abriendo los brazos como para cobijar en su pecho al p¨²blico agradecido de todos los tiempos. "A veces hasta nos dan regalos", se?ala Ana. "O los hombres nos tiran papelitos con notas, eh", recuerda Belinda. O las risas. "En Tarar¨ª, haciendo de locos, ten¨ªamos que parar la representaci¨®n, de las carcajadas?". Para la directora, el momento m¨¢gico es la primera vez de una chica sobre el escenario: "Los nervios, ese silencio del p¨²blico, ese instante tan especial, hasta er¨®tico, de tanta responsabilidad". "A m¨ª me temblaba todo el cuerpo la primera vez", recuerda Poz¨¢s. "Eso es el Parkinson, cari?o", puntualiza Grilli.
Antes de llegar al patio y hasta ellas pasamos por los locutorios. Es hora de visita y dentro se oye un c¨®ctel de voces, gritos de enfado o carcajadas, mucho suspiro por el calor asfixiante y la pena. Las escenas parecen sacadas de Mal baj¨ªo, la obra m¨¢s c¨¦lebre y pol¨¦mica de Yeses; aquella en la que, en 1989, criticaban desde dentro, con mucho humor y amargura, el sistema penitenciario. "Esos baj¨ªos donde encallan los barcos poniendo fin a sus traves¨ªas eran una estupenda met¨¢fora de las vidas atrapadas de estas mujeres encarceladas", explica C¨¢?novas. "Hay que esperar que suba la marea, que los vientos sean favorables, y con la fuerza que da conocer y asumir el pasado se navega hacia el futuro?", sigue, optimista. A eso mismo ayuda el teatro. A controlarse: "Primero controlas el personaje; luego lo haces crecer. El actor es un jinete sobre un caballo, dec¨ªa Miguel Narros". Y a autocontrolarse: a hablar o callar. Las presas saben bien de eso, de silencios y frases no pronunciadas: "Aqu¨ª nunca se pregunta por qu¨¦ est¨¢s dentro".
Su mundo real resulta tan dram¨¢tico como ese gesto que se produce ahora mismo, varias veces, en la sala de "comunicaciones", tan definitorio de lo que es una penitenciar¨ªa: las manos de reclusas y visitantes adheridas al cristal para intentar tocar al otro; para sentir el cuerpo del marido, del hijo, de la madre que est¨¢ all¨ª mismo, enfrente? y tan lejos. Un gesto contenido (como esos que Elena les ense?a en las clases: "Hay m¨¢s fuerza siempre en una mano detenida en alto que en un hachazo") que desvela en qu¨¦ consiste el verdadero castigo cuando uno delinque (si te pillan): "No es estar aqu¨ª. Que aqu¨ª dentro puedes llegar a encontrarte hasta bien, organizarte la vida, estudiar, trabajar. La pena es estar separada de los tuyos, no verlos crecer, sentir que sus vidas se te escapan?", comentan ellas mientras ensayan piezas del montaje Date el vuelo, que estrenar¨¢n el 25 de noviembre, el D¨ªa Internacional contra la Violencia de G¨¦nero (ver www.grupoyeses.com).
Cada temporada son muchas las internas que desean participar. Al principio. "Pero es mucho trabajo, ensayos cada tarde?, y hay que leer, documentarse?", cuenta Ana. Los primeros d¨ªas acuden 20 o 25, entusiasmadas; al poco, s¨®lo queda una. Y de todas, la ¨²nica fija es C¨¢novas. "Ya me lo dec¨ªan las chicas: 'Nosotras saldremos, pero t¨² te quedas en cadena perpetua". Mujeres yeses hist¨®ricas fueron anta?o Carmen Zarza, Sebastiana L¨®pez, Isidra Cabezuelo o Cristina C., de 57 a?os, que estuvo encerrada tres a?os: "Me cogieron con mi maletita en el aeropuerto y? sal¨ª libre en 1992". Ella fue una de las grandes de la compa?¨ªa. "Viv¨ªamos el teatro de pleno, lo elabor¨¢bamos todo, cada detalle, ropa, decorado, no como ahora, que hay escenograf¨ªa, vestuario?", cuenta por tel¨¦fono. Hoy, libre, regresa al Madrid I para los ensayos y participa en dos montajes al a?o con Yeses. "Me encanta el teatro, es como un spa, me transformo en otra, me libero?".
Tan significativas todas las actrices yeses, que sobre su experiencia teatral y vital, sus estrenos, sus salidas al Ateneo, al C¨ªrculo de Bellas Artes, a Barcelona o a Berl¨ªn se ha escrito mucho en libros y peri¨®dicos? Instituciones Penitenciarias public¨® Veinte a?os no es poco para celebrar el aniversario en 2006 con la intensa historia del grupo. Y C¨¢novas y dos de los actores que forman parte de Teatro Yeses desde el exterior, Rub¨¦n Cobos y Juan Carlos Talavera, escribieron en 2001 un libro demoledor, conmovedor, titulado Qui¨¦n le puso a mi vida tanta c¨¢rcel (de la Direcci¨®n General de la Mujer de la CAM), con algunos "episodios incendiarios" de estas vidas presas. All¨ª est¨¢n la gitana analfabeta en Por el mundo p'adelante; la latinoamericana de la que se enamora un polic¨ªa en Ya t¨² sabes.com; la detenida con el cargamento dentro en Viajar es un placer ("Me he tragado 115 bolas. Estaba sin dinero, con dos hijas?"). O Carmela, la atracadora de bancos, "prisionizada", puro animal esc¨¦nico, que luego muri¨® sola, de sida, y dec¨ªa: "No se puede ser pobre, desgraciado y encima llor¨®n; hay que tener una dignidad, joder, y saber defenderse".
Con mucho de este material se ha filmado ahora El patio de mi c¨¢rcel, basada ("inspirada", dicen en El Deseo) en la historia de algunas de estas actrices presas y de su directora, aunque las peripecias de ¨¦sta para sacar adelante el grupo de teatro entre rejas, las interpreta como puede Candela Pe?a, en un personaje que no le da juego y a a?os luz del real; sin la energ¨ªa, la rebeld¨ªa y la mano izquierda que debi¨® derrochar C¨¢novas (entonces funcionaria y estudiante de teatro y direcci¨®n esc¨¦nica en la Resad) para sacar su proyecto adelante cuando el panorama pol¨ªtico era otro. Lo hizo "con mucho esfuerzo", dice, oposici¨®n y disgustos, pero con determinaci¨®n y ayuda exterior. Vestida ahora de corto y de amarillo, delgad¨ªsima, con abalorios de colores al cuello y unas gafas de concha, esta mujer no sabe lo que es desmoralizarse. Lo dicen las internas. Y no hay m¨¢s que verla. No para quieta. Ni callada. Y eso que hoy su concentraci¨®n est¨¢ parte aqu¨ª, parte en la barriga de su hija, que sale de cuentas y pocos d¨ªas despu¨¦s la har¨¢ abuela. Cita C¨¢novas a cargos que les apoyaron siempre (Mercedes Belaustegui, Asunci¨®n Miura, Rosa Rodr¨ªguez?), a personajes famosos que se implicaron, a actores que colaboran? Y menciona la confianza plena que tienen en ellas hoy en Prisiones.
Cada tarde, de cuatro a nueve, toca ensayo. El sal¨®n de actos del Madrid I est¨¢ decorado con carteles de algunas de las casi treinta obras que Yeses ha creado y/o interpretado en sus dos d¨¦cadas de historia (Mal baj¨ªo; La balada de la c¨¢rcel de Circe; La org¨ªa; Libertas, libertatis?). Hay ah¨ª dibujado mucho cerrojo y mucha valla y concertinas (ese alambre de espino sobre los muros, otro s¨ªmbolo). Todas las obras de Yeses, de un modo u otro, propias o ajenas, hablan de libertad, de miedo, de dolor, de delitos, de su condici¨®n de reclusas, mujeres e inmigrantes, del ambiente de la prisi¨®n que es su casa durante a?os. Lo hacen en los dramas y en sus piezas m¨¢s c¨®micas. Como en Los obreros, de 2006, en la que interpretaban a alba?iles. "Vi una noticia que hablaba de un concurso de piropos. ?Y c¨®mo ser¨ªan ¨¦stos si los echaran las mujeres? Tendr¨ªa gracia mostrar ese componente machista del lenguaje", rememora C¨¢novas. As¨ª empez¨® todo. Y se r¨ªen ahora con aquel que dice: "Si tu cuerpo fuera c¨¢rcel y tus brazos cadenas, qu¨¦ bonito sitio pa cumplir condena".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.