En Afganist¨¢n, ?para qu¨¦?
La madrugada del s¨¢bado 30 de agosto un contingente espa?ol de la Unidad de Reconstrucci¨®n Provincial (PRT) destinado en la provincia afgana de Badghis fue atacado por un grupo de talibanes a unos 25 kil¨®metros de la ciudad de Qala i Nao, cuando se encontraba en una misi¨®n de ayuda humanitaria en cooperaci¨®n con la polic¨ªa local. Seg¨²n informan las agencias de noticias, los efectivos militares espa?oles solicitaron refuerzos a la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad), bajo mando de la OTAN. La presencia de sus efectivos a¨¦reos provoc¨® la huida de los talibanes, quienes dejaron sobre el terreno al menos cinco muertos, seg¨²n reconoci¨® el gobernador provincial, Mohammad Asrhaff Nasiri.
Estamos obligados a pensar el sentido que pueda seguir teniendo la presencia espa?ola all¨ª
Que este ¨²ltimo incidente haya sido "limpio", es decir, sin bajas propias, explica su escaso relieve period¨ªstico. Ojal¨¢ los nuestros sigan sin ser noticia de primera, pero recu¨¦rdese que pocos d¨ªas atr¨¢s, el 18 de agosto, en otro encuentro abierto con los insurgentes, una columna francesa corri¨® peor suerte al perder a 10 de los suyos y resultar heridos otros 21.
Enseguida hubo honores militares a los muertos repatriados y vimos al presidente de la Rep¨²blica, Nicolas Sarkozy, desplazarse a Kabul para confortar a sus soldados y resaltar el valor de la misi¨®n que all¨ª tienen encomendada. "El trabajo que hac¨¦is aqu¨ª", les dijo, "es indispensable, porque est¨¢is defendiendo una parte de la libertad del mundo". Sonaba bien la declamaci¨®n presidencial y adem¨¢s daba cumplimiento a unos deberes que no pueden traicionarse sin incurrir en el riesgo de disoluci¨®n social. Porque cuando se tiene la grave responsabilidad de enviar a fuerzas militares a lugares y misiones donde arriesgan la vida es preciso que, si les llega la muerte, quede claro que su sacrificio est¨¢ lleno de sentido. El culto al honor y el respeto debido a quienes mueren obedeciendo concentra la atenci¨®n en esos momentos y aplaza cualquier reflexi¨®n. Pero ese ejercicio intelectual y pol¨ªtico sobre el sentido de la misi¨®n encomendada, por ejemplo en Afganist¨¢n, tiene que hacerse una vez calmadas las emociones.
Nuestros efectivos en Afganist¨¢n apenas alcanzan los 700, es decir, algo menos del 1% del total de 71.000 desplegados por la OTAN en la misi¨®n de la ISAF, que amparan sucesivas resoluciones de Naciones Unidas. Mandos y autoridades les han declarado siempre su apoyo. Por ejemplo, la ministra Carme Chac¨®n el 19 de abril les dijo sentir "orgullo, respeto y admiraci¨®n por vosotros y por el trabajo que hac¨¦is" y les traslad¨® "el reconocimiento por el ingente, noble y magn¨ªfico trabajo cumplido al servicio de Espa?a, la paz, la libertad y la ley". Pero, despu¨¦s de dar los gritos de rigor, estamos obligados a pensar el sentido que pueda seguir teniendo la presencia espa?ola en Afganist¨¢n, m¨¢s all¨¢ de que sea conforme con las resoluciones de Naciones Unidas y haya sido acordada en el Congreso de los Diputados con el voto casi un¨¢nime de los grupos parlamentarios.
Concedamos que frente a otras aventuras, como la del ultim¨¢tum a Sadam Husein en las Azores, con las que ?nsar pensaba ir ganando puestos a la derecha del presidente Bush y aumentando su estatura internacional, la presencia militar espa?ola en Afganist¨¢n tuvo otros or¨ªgenes y encuadres, era conforme a la legalidad internacional y ofrec¨ªa una prueba contrastada de solidaridad respecto a los aliados, a quienes pudo doler la retirada s¨²bita, mediante decisi¨®n unilateral, de los efectivos que ten¨ªamos destacados en el Irak de la posguerra. Parec¨ªa que el Gobierno de Zapatero quer¨ªa compensar en Afganist¨¢n tanto al Pent¨¢gono como, sobre todo, al Departamento de Estado, porque sabemos -al menos desde la guerra del Peloponeso- que las grandes potencias quieren verse acompa?adas en sus aventuras imperiales m¨¢s por el visible efecto pol¨ªtico de la compa?¨ªa que por el estricto peso del apoyo militar.
Sucede, como ha escrito en el Herald Tribune Bartle Breese Bull, editor de pol¨ªtica exterior del Prospect magazine, que para el castigo a los talibanes, efectuado durante las seis semanas que siguieron al 11-S, bastaron algunos centenares de efectivos de las fuerzas especiales sobre el terreno, la cobertura a¨¦rea americana y la cooperaci¨®n de la Alianza del Norte. Mientras que ahora aumenta la violencia, disminuye el ¨¢rea controlada por la ISAF y, seg¨²n las estimaciones del general Dan McNeil, quien tuvo el mando en Afganist¨¢n hasta el pasado junio, ser¨ªan necesarios 400.000 efectivos para lograr una ocupaci¨®n real del pa¨ªs. Adem¨¢s de la inutilidad de combatir contra el terrorismo de semejante manera, cuando lo que se requieren aqu¨ª son servicios de inteligencia y capacidades militares muy especializadas.
Como concluye Breese Bull, los dos candidatos, Obama y McCain, parecen concordes en considerar que la de Afganist¨¢n es la right war, pero lo que all¨ª se est¨¢ empleando es una wrong force. Convendr¨ªa, pues, razonar nuestra retirada. Continuar¨¢.
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