La memoria de la guerra llega al pueblo leon¨¦s de Izagre
Durante 35 a?os, las viudas, hijos y hermanos de nueve hombres y una mujer fusilados el 9 de octubre de 1936 en Izagre (Le¨®n) pagaron a los due?os de una finca para que dejara sin cultivar un rect¨¢ngulo del ancho de diez cuerpos. Ayer, la Asociaci¨®n de Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica inici¨® la exhumaci¨®n de esa fosa.
Una pareja de campesinos encontr¨® los diez cad¨¢veres al d¨ªa siguiente del fusilamiento, al borde de una carretera. Sus verdugos ni siquiera hab¨ªan intentado esconder los cuerpos. Seg¨²n recuerdan los labradores, movieron a los fusilados hacia el campo, excepto a uno. "Como era mujer, no la tocamos", explic¨® casi una vida despu¨¦s a los investigadores uno de los hombres que descubri¨® los cad¨¢veres. Tras dar aviso en el pueblo, un grupo de vecinos los enterr¨® en una finca.
Mar¨ªa Alonso Ruiz, de 33 a?os, llevaba el pelo rapado y una gorra cuando los campesinos, por pudor, decidieron no mover su cad¨¢ver. "Era la particular forma de castigo que los falangistas empleaban con las mujeres: les rapaban la cabeza, para humillarlas", explica el investigador Jos¨¦ Caba?as. Sus vecinos la enterraron con la gorra cubri¨¦ndole el rostro y sus gafas sobre el pecho.
En los a?os 70, la concentraci¨®n parcelaria -proceso por el que se eliminaron las peque?as fincas agrarias- se llev¨® por delante el rastro de aquel rect¨¢ngulo de diez cuerpos de ancho que hab¨ªa permanecido intacto durante casi 35 a?os. Para entonces, s¨®lo la familia de uno de los fusilados, Juan Mar¨ªa Vergu¨¦ Arjona, registrador de la propiedad, hab¨ªa rescatado el cad¨¢ver de su pariente. Lo desenterraron en los a?os 50 y lo reconocieron porque sab¨ªan que sus vecinos lo hab¨ªan enterrado con su estilogr¨¢fica, aunque uno de ellos se hab¨ªa apropiado de su alianza de boda.
La concentraci¨®n parcelaria borr¨® la huella en la tierra, pero no en la memoria de los familiares y vecinos, que nunca olvidaron que en aquel campo hab¨ªa algo suyo. Hasta ayer.
"?Los hemos encontrado! ?Dios bendito!", gritaba ayer al otro lado del tel¨¦fono el investigador Jos¨¦ Caba?as, euf¨®rico casi diez horas y cinco a?os despu¨¦s de haber empezado a buscarlos. Cuando termine la exhumaci¨®n, el pr¨®ximo viernes, si todo va bien y la memoria de los suyos no les ha fallado, Mar¨ªa Alonso Ruiz podr¨¢ ser reconocida por sus gafas. Para Josefina habr¨¢n sido 72 a?os de espera. La ¨²ltima vez que vio a su hermana Mar¨ªa, en la c¨¢rcel de San Marcos, donde ella tambi¨¦n estaba presa, pens¨® que nunca m¨¢s volver¨ªa a tener noticias de ella.
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