El Gobierno de Bush espi¨® durante meses al primer ministro iraqu¨ª
El ¨²ltimo libro de Bob Woodward relata un enfrentamiento del presidente de EE UU con la c¨²pula del Ej¨¦rcito a causa de la guerra de Irak
El Gobierno de Estados Unidos ha espiado durante meses al primer ministro iraqu¨ª, Nuri al Maliki, seg¨²n revela el c¨¦lebre periodista Bob Woodward en su ¨²ltimo trabajo de investigaci¨®n. Esta operaci¨®n de vigilancia constante lleg¨® a preocupar al mando del Ej¨¦rcito norteamericano, que vio peligrar las relaciones entre ambos pa¨ªses.
En su relato de la gesti¨®n de la guerra de Irak entre 2006 y 2008, Woodward retrata al presidente George W. Bush como alguien que "no supo ser la voz realista sobre Irak" y que "no actu¨® como un l¨ªder", a pesar de que en 2007 impuso su decisi¨®n de aumentar el n¨²mero de soldados en combate.
Condoleezza Rice alert¨® a Bush de que estaba recibiendo datos manipulados
"Nos enteramos de todo lo que dice [Al Maliki]", revela a Woodward una de las fuentes an¨®nimas que ha participado en la operaci¨®n de espionaje al mandatario iraqu¨ª. Para la elaboraci¨®n del libro, titulado La guerra por dentro: una historia secreta de la Casa Blanca, 2006-2008, el periodista entrevist¨® a Bush en dos ocasiones.
El Gobierno iraqu¨ª expres¨® ayer su incredulidad. "Si esto es cierto, revela que no hay confianza y que las instituciones de EE UU est¨¢n acostumbradas a espiar a sus amigos y enemigos del mismo modo", dijo en un comunicado Ali al Dabbagh, portavoz de Al Maliki.
Woodward, que ha sido galardonado con dos premios Pulitzer -uno de ellos por su cobertura del esc¨¢ndalo Watergate en 1972-, describe a Bush como alguien desconectado de Irak durante la ¨¦poca de mayor repunte de la violencia, a mediados de 2006. En octubre de aquel mismo a?o le pidi¨® al consejero nacional de seguridad, Stephen Hadley, un informe secreto sobre la guerra. "No se te est¨¢ ofreciendo una imagen adecuada sobre lo que sucede sobre el terreno", le coment¨® entonces la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
Rice se enfrent¨® a lo que ella misma defini¨® como los informes "autocomplacientes" del ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y su departamento. La jefa de la diplomacia opinaba que Bush recib¨ªa datos manipulados, "una f¨¢bula" que "elud¨ªa los problemas reales". Finalmente, Bush pas¨® de una actitud dubitativa a la firme resoluci¨®n de enviar 30.000 soldados m¨¢s a combate a principios de 2007. A esta decisi¨®n se opuso la c¨²pula militar del pa¨ªs. El general George W. Casey, comandante a cargo de las tropas en Irak, lleg¨® a revelar a sus colaboradores m¨¢s cercanos que pensaba que Bush no entend¨ªa la naturaleza de la guerra. Para el general, "el problema de la guerra era el propio presidente", escribe Woodward. "Ten¨ªa la impresi¨®n de que Bush reflejaba el ala m¨¢s radical del Partido Republicano".
En diciembre de 2006, Bush decidi¨® sustituir a Rumsfeld por el actual secretario de Defensa, Robert Gates. Ni siquiera le comunic¨® su decisi¨®n al vicepresidente, Dick Cheney, hasta que ya era un hecho consumado. "No estoy de acuerdo, se?or", le dijo Cheney. "Pero es una decisi¨®n que usted debe tomar".
Ser¨ªa Gates el encargado de dise?ar la nueva estrategia de aumento de tropas, que Woodward considera fallida. El periodista atribuye el descenso de la violencia a factores internos del pa¨ªs, como la decisi¨®n de los sun¨ªes de la provincia de Al Anbar de colaborar con el Ej¨¦rcito de EE UU en contra de Al Qaeda, la resoluci¨®n de M¨²qtada al S¨¢der de apaciguar a su milicia chi¨ª y el asesinato selectivo de l¨ªderes insurgentes en operaciones militares secretas.
En sus entrevistas, el presidente dice que uno de sus fallos fue no haber sabido "cambiar el tono en Washington", autoinculp¨¢ndose por los equ¨ªvocos cometidos a la hora de describir la guerra a los ciudadanos.
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