Medicina
Supongamos que en un futuro imprevisiblemente pr¨®ximo gana las elecciones andaluzas una banda de malvados tipo Hitler. El partido nazi apenas ocupaba un tercio de la c¨¢mara en enero de 1933, 196 esca?os de un total de 584, pero Hitler empez¨® a gobernar entonces gracias a la coalici¨®n de nazis, nacionalistas populares, independientes y cat¨®licos de centro. Supongamos que esa banda imaginaria administra la regi¨®n y se encuentra con la posibilidad de utilizar en los hospitales una ley que, para defender el derecho a una muerte digna, proh¨ªbe a los m¨¦dicos adoptar "medidas injustificadas e in¨²tiles de prolongaci¨®n de la vida" en enfermos terminales, bajo amenaza de castigos econ¨®micos entre 60.001 y un mill¨®n de euros.
Seg¨²n informaba Reyes Rinc¨®n el mi¨¦rcoles en estas p¨¢ginas, el Consejo de Gobierno de la Junta ya tiene preparada una ley as¨ª, y estoy seguro de la buena voluntad de sus miembros: quieren proteger cl¨ªnicamente a los enfermos y legalmente a los m¨¦dicos. No quieren que ning¨²n enfermo sea sometido a tratamientos innecesarios que ni curan ni consuelan, peores que la enfermedad y v¨ªa hacia una muerte molesta e inacabable. Para casos as¨ª, y demostrando un gusto muy actual por la palabrer¨ªa sensacionalista, la imaginaci¨®n ling¨¹¨ªstica contempor¨¢nea ha forjado las etiquetas de encarnizamiento terap¨¦utico y ensa?amiento terap¨¦utico. Esa uni¨®n contradictoria y violenta de dos palabras incompatibles suena a aberraci¨®n, y es un s¨ªntoma del estado mental y moral de la ¨¦poca. O hay encarnizamiento o hay deseo de curar. Para expresar m¨¢s suavemente la misma idea, los m¨¢s equilibrados hablan de obstinaci¨®n terap¨¦utica.
El anteproyecto de ley de la Junta tambi¨¦n quiere librar a los m¨¦dicos de la amenaza de la justicia, que podr¨ªa perseguirlos por ayudar a morir a enfermos desahuciados que quisieran morir. Y, a la vez que cubre a los m¨¦dicos frente al C¨®digo Penal, la nueva ley les evitar¨ªa, bajo amenaza de multa, incurrir en otro posible delito: convertir en trato degradante el tratamiento del enfermo, despreciando su voluntad o la de sus representantes, ultraj¨¢ndolo con indeseadas manipulaciones f¨ªsicas y qu¨ªmicas. La nueva ley obligar¨ªa al m¨¦dico a suspender el tratamiento que mantiene con vida al paciente antes de caer en eso que ahora llaman obstinaci¨®n terap¨¦utica.
Si el m¨¦dico piensa que, ante determinado caso, no debe obstinarse en curar o aliviar, necesitar¨¢ que otros dos m¨¦dicos respalden su opini¨®n y, si los familiares del enfermo disienten del criterio cl¨ªnico, habr¨¢ de recurrir al comit¨¦ de ¨¦tica del hospital. Prevalecer¨¢ siempre la decisi¨®n final del m¨¦dico, aunque no s¨¦ si contar¨ªa algo la petici¨®n expresa, seria e inequ¨ªvoca de un paciente que quisiera ser mantenido con vida aun a costa de sufrir lo insufrible o simplemente vegetar. En el propio anteproyecto de ley parece existir una contradicci¨®n: cabe entender que manda a los m¨¦dicos respetar las preferencias del paciente en la toma de decisiones cl¨ªnicas.
Est¨¢ muy bien la prohibici¨®n de hacer padecer innecesariamente a los enfermos, pero esta ley es preocupante. Aunque sea un disparate pensar ahora mismo en la posibilidad de que el gobierno de Andaluc¨ªa caiga en manos de depravados, tampoco parece m¨¢s normal suponer la existencia de m¨¦dicos s¨¢dicos, r¨¦plica del Doctor Muerte de los campos nazis. ?No se podr¨ªa usar esta ley en el futuro para ordenar a los m¨¦dicos, bajo amenaza de multas de un mill¨®n de euros, que retiren las "medidas injustificadas e in¨²tiles en la prolongaci¨®n de la vida", dejen de obstinarse en tratar a ciertos enfermos incurables y, por el bien com¨²n, contribuyan a limpiar los hospitales de pacientes recalcitrantes que s¨®lo aumentan el gasto en sanidad? Aunque resulte aterrador pensarlo, es un uso que admite la ley. Y no creo que sea buena una ley que en manos de desalmados podr¨ªa convertirse en un arma criminal.
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