El heterodoxo rescate de dos colosos enfermos
Los cimientos del liberalismo en su versi¨®n m¨¢s radical -el fundamentalismo de mercado- se resquebrajan. La crisis que se desat¨® hace poco m¨¢s de un a?o con las hipotecas basura, las subprime -apenas una peque?a porci¨®n de alto riesgo del imponente mercado hipotecario norteamericano-, amenaza con herir de suma gravedad al sistema financiero m¨¢s grande e influyente del mundo. Lo que empez¨® como un episodio de turbulencias se ha transformado en un hurac¨¢n. Con efectos devastadores: una crisis de fe.
El pa¨ªs que defiende la supremac¨ªa del mercado que alumbr¨® el Consenso de Washington se ve obligado ahora a intervenir en bancos cotizados. La paradoja es que el principal defensor de la ortodoxia econ¨®mica del mundo es capaz de ser tambi¨¦n el m¨¢s pragm¨¢tico para atajar la crisis, el m¨¢s heterodoxo si es necesario. A poco menos de dos meses de las elecciones presidenciales, el Gobierno Bush lleva con ¨¦sta tres operaciones de salvamento en la banca y un plan de est¨ªmulo fiscal de 168.000 millones de d¨®lares -algo as¨ª como el 12% del PIB de Espa?a- para impedir que la econom¨ªa se vaya a pique. Sus posibles sucesores en los bandos dem¨®crata y republicano apoyan la intervenci¨®n. Poco importan los principios cuando est¨¢ en juego la salud del sistema financiero, la punta de lanza de la econom¨ªa de EE UU.
Las crisis son grandes motores de cambio. Los expertos afirman que ¨¦sta en particular alumbrar¨¢ una nueva era en las finanzas. Los destrozos en la banca obligar¨¢n a dotar de m¨¢s regulaci¨®n al sistema financiero tras los excesos desregulatorios de los ¨²ltimos a?os, y probablemente a fusionar entidades. Pero eso ser¨¢ dentro de al menos unos meses: un a?o despu¨¦s del inicio del hurac¨¢n, Fannie y Freddie abren algo as¨ª como una tercera oleada de problemas, asociados a una multitud de interrogantes por resolver.
?stas son algunas de las cuestiones m¨¢s trascendentales del ¨²ltimo golpe de mano de Bush a la banca.
- Los inicios. Fannie Mae -la Asociaci¨®n Nacional Federal de Hipotecas- se cre¨® en los a?os treinta, en plena Gran Depresi¨®n, para facilitar la adquisici¨®n de viviendas mediante la compra de hipotecas a los bancos. As¨ª se liberaba un dinero que pod¨ªa utilizarse para dar nuevos pr¨¦stamos. En 1968 fue privatizada para pagar los gastos de Vietnam, y poco despu¨¦s se cre¨® Freddie Mac en aras de una mayor competencia. Ambas son compa?¨ªas privadas, con accionistas y el consabido ¨¢nimo de lucro. Pero con un mandato p¨²blico que les proporciona ciertas facilidades fiscales y la garant¨ªa del patrocinio del Gobierno. Ah¨ª radica el primer problema: si ganan dinero -y se gana m¨¢s si se arriesga mucho-, ¨¦ste va a parar a los bolsillos de los accionistas. Pero si al final los riesgos asumidos provocan p¨¦rdidas, como ahora, los contribuyentes acabar¨¢n yendo al rescate. Es lo que en la jerga financiera se conoce como incentivos perversos, una de las principales causas de esta crisis.
- Criaturas h¨ªbridas. Se trata de entidades peculiares, que no tienen equivalente en Espa?a. Compran hipotecas a los bancos y con ellas emiten bonos; en teor¨ªa eso deber¨ªa suponer mejores precios, pero sus cr¨ªticos argumentan que las hipotecas norteamericanas son tan costosas como las europeas y, a la luz de lo que ha pasado, m¨¢s problem¨¢ticas. La regulaci¨®n financiera espa?ola, en cambio, obliga a los bancos a quedarse con las hipotecas y s¨®lo despu¨¦s utilizar las mejores en las c¨¦dulas hipotecarias.
Tanto Freddie como Fannie han ido aumentando de tama?o (hasta el extremo: su cartera asciende a cinco billones de d¨®lares, casi la mitad de la tarta hipotecaria de EE UU) y tomando m¨¢s y m¨¢s riesgos, aunque fueron un negocio redondo mientras la burbuja inmobiliaria se fue inflando. Pero con el pinchazo de la vivienda y el repunte de la morosidad -que en EE UU supera el 9%, frente al 1,5% en Espa?a- empezaron las dudas sobre su solvencia. Su papel en la crisis crediticia ha supuesto la puntilla. Se convirtieron en un actor esencial en las finanzas estadounidenses: en los ¨²ltimos meses han acaparado tres cuartas partes de los derivados hipotecarios ante la ausencia total de mercado privado, por lo que parec¨ªan poco menos que la ¨²nica tabla de salvaci¨®n del sector. Pero con la crisis de confianza sus acciones se han desplomado en Wall Street.
- Intervenci¨®n en dos fases. El influyente economista Paul Krugman asegura que el temporal en torno a Freddie y Fannie "se ha exagerado": todo el mundo sab¨ªa que el Gobierno Bush acudir¨ªa al rescate, lo que limitaba las consecuencias negativas para la econom¨ªa. Y, en efecto, el Tesoro estadounidense aprob¨® en julio una ley para inyectar fondos en ambas entidades si era necesario. Un "bazoca" en manos de Bush, dictamin¨® entonces The Economist: el Ejecutivo estadounidense argument¨® que ser¨ªa suficiente con esa garant¨ªa, que no har¨ªa falta utilizarla. Como un arma de disuasi¨®n. No ha sido as¨ª, y la presi¨®n de los acreedores -Gobiernos como el chino, grandes fondos soberanos y otras entidades bancarias- obligan ahora al Tesoro a poner ese dinero sobre la mesa. A disparar el bazoca.
- Da?os colaterales. El problema es que cualquier soluci¨®n que adopte el Gobierno es problem¨¢tica. Y costosa. El equipo de John McCain se decanta por intervenir para despu¨¦s reducir su tama?o, mejorar su eficiencia y eliminar toda vinculaci¨®n con la Administraci¨®n. Pero eso supone una notable inyecci¨®n de dinero en un momento delicado para las arcas p¨²blicas estadounidenses. El candidato dem¨®crata Barack Obama se decanta por intervenir s¨®lo si las ganancias tambi¨¦n se socializan. Lo m¨¢s probable es que el Tesoro estadounidense vaya inyectando fondos trimestralmente ante el horizonte que suponen las elecciones presidenciales. En cualquier caso, grandes dispendios y efectos sobre el conjunto del sector financiero, cuya confianza est¨¢ en entredicho desde hace tiempo.
Como todo esc¨¢ndalo financiero, la crisis de Freddie y Fannie tiene tambi¨¦n ribetes pol¨ªticos. Las advertencias sobre su escasa capitalizaci¨®n y los riesgos para los contribuyentes han sido continuas, pero las dos compa?¨ªas contrataron con frecuencia a pol¨ªticos influyentes de ambos partidos para acallar las cr¨ªticas.
- El dilema. Too big to fail, demasiado grandes para caer. ?se es el argumento principal de quienes abogan por la intervenci¨®n. ?Por qu¨¦ poner dinero p¨²blico para salvar a dos entidades cuyos beneficios fueron siempre patrimonio del sector privado? Porque la banca, el mercado de la vivienda y la econom¨ªa ir¨ªan inmediatamente detr¨¢s de esa ca¨ªda, dicen los expertos.
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