La emperatriz 'is coming'
Como cives Hispaniae, una de las provincias del Imperio, me siento con derecho a opinar, e incluso a despotricar, acerca de la renovaci¨®n de las m¨¢ximas magistraturas que tendr¨¢ lugar en el primer martes despu¨¦s del primer lunes, etc¨¦tera. Y lo hago por escrito porque, a diferencia de un conspicuo novelista que colabora en un importante diario, yo todav¨ªa no me he librado "de la degradante esclavitud de escribir para mis contempor¨¢neos", aunque estos se hallen incluidos en la categor¨ªa de improbables lectores m¨ªos. Miren, no voy a andarme por las ramas: a m¨ª el t¨¢ndem McCain/Palin me pone los pelos como escarpias, de manera que, tras breve par¨¦ntesis vacacional, he regresado a las tortillas de lexat¨ªn. Sobre todo ahora, cuando (y vuelvo a citar al escritor de antes, cuya identidad les pongo ya muy f¨¢cil) "esa t¨ªa con unos cojones como el caballo de Espartero" se ha producido profusamente en la apoteosis republicana de Minnesota acerca de su ideolog¨ªa y de los principios que, de ser elegido su jefe, informar¨ªan su acci¨®n pol¨ªtica. No es un asunto balad¨ª, como tampoco es inveros¨ªmil el supuesto de que la actual gobernadora de Alaska se convierta un d¨ªa en la primera presidenta de Estados Unidos, gan¨¢ndole la partida a mi admirada Hillary Rodham Clinton (a la que nunca olvidar¨¦, por cierto, aporreando el aire con elegante ferocidad mientras criticaba a McCain en la convenci¨®n dem¨®crata de Denver). Al fin y al cabo, el aspirante republicano (a cuyo lado Rajoy se me antoja casi tan izquierdista como Karl Liebknecht), que ha padecido un c¨¢ncer de piel y tiene 72 a?os (la misma edad, por cierto, que August Brill, el narrador insomne de Un hombre en la oscuridad, de Paul Auster), podr¨ªa convertirse en unas semanas en el primer septuagenario que accede a la presidencia de Estados Unidos (Reagan a¨²n no hab¨ªa entrado en ella cuando se instal¨® en la Casa Blanca). As¨ª que, ya ven: sin comerlo ni beberlo, y al primer achaque presidencial, la aguerrida amazona del fr¨ªo alaske?o podr¨ªa convertirse temporal o definitivamente en nuestra primera emperatriz cazaosos y ense?ar sus dientes al mundo. Lo que no deja de ser preocupante, sobre todo en esta ¨¦poca en que, despu¨¦s de lo de Putin en Georgia, hemos visto c¨®mo se iba al traste aquella tranquilizadora "teor¨ªa de la guerra de McDonald's" seg¨²n la cual nunca hab¨ªa estallado una entre dos pa¨ªses que contaran con sucursales de la hamburgueser¨ªa de la eme dorada. Y si la dama se pone dura en un mundo tan caliente, habr¨ªa m¨¢s posibilidades de que se hiciera bueno el par de sentencias que Poe clava con su rom¨¢ntico martillo literario en el incipit de Berenice, ese magn¨ªfico cuento macabro con motivo odontol¨®gico: "La desdicha es diversa. La desgracia cunde multiforme sobre la tierra".
Transici¨®n
Ahora que -con la que est¨¢ montando el juez Garz¨®n- los asesinados, ajusticiados y apiolados, los desaparecidos y paseados, los desnucados y ultimados, los suprimidos y eliminados podr¨ªan regresar a la superficie desde sus tumbas an¨®nimas y colectivas como los muertos vivientes de George A. Romero (metaf¨®ricamente y con todos los respetos) para exigir sepultura digna y las reparaciones a las que todas las v¨ªctimas (y sus parientes y deudos) tienen derecho, quiz¨¢s haya llegado el momento de preguntarse acerca del porqu¨¦ de una demora que dura desde 1936 y que, como recuerda Javier Pradera, contin¨²a a los 33 a?os de iniciada la Transici¨®n que iba a reconciliarnos a todos con todos. Quiz¨¢s algunos de los motivos de esa tardanza y, a¨²n m¨¢s, de las reticencias, sobresaltos y resquemores que a¨²n suscita esa vieja reivindicaci¨®n de los vencidos, puedan rastrearse en El mito de la transici¨®n (Cr¨ªtica), del historiador Ferran Gallego, un monumental y bien fundamentado estudio de aquellos cruciales cinco a?os en los que -entre el atentado terrorista que elimin¨® a Carrero Blanco, entonces presumible sucesor del dictador decr¨¦pito, y las primeras elecciones democr¨¢ticas- se gestaron buena parte de las insuficiencias, silencios y sobrentendidos de nuestra democracia. En esta ocasi¨®n, Gallego, que hab¨ªa estudiado con anterioridad importantes cuestiones referidas a los movimientos fascistas hist¨®ricos y contempor¨¢neos, ha realizado un notable esfuerzo de contenci¨®n en la utilizaci¨®n de esa sintaxis enrevesada que, por un prurito pretendidamente literario, obstaculizaba a menudo la lectura de sus libros anteriores. Esta vez se ha conformado con hacer un rendido homenaje a Faulkner en la titulaci¨®n de los cap¨ªtulos de este ambicioso libro que, sin duda, servir¨¢ desde ahora de referencia para subsiguientes estudios del periodo.
Correcci¨®n
Al cabo de una d¨¦cada pr¨®diga en sobresaltos posdeconstructivos nos hemos acostumbrado a asumir sin abochornarnos muchos de los desafueros que imponen los usos de la llamada correcci¨®n pol¨ªtica. Que un conocido serial colombiano de t¨ªtulo chabacano y ¨¦xito apabullante sea programado en Telemundo, una de las principales televisiones hispano-norteamericanas, con el vergonzante y rid¨ªculo r¨®tulo de Sin senos (sic) no hay para¨ªso le ha llamado la atenci¨®n a muy poca gente. M¨¢s grave y significativo es, desde luego, lo que le ha sucedido a la estupenda poeta brit¨¢nica Carol Ann Duffy (Glasgow, 1955) de la que, por cierto, ning¨²n editor espa?ol ha publicado un poemario. Resulta que la se?ora Duffy -que estuvo a punto de ser nombrada "poeta laureada" a la muerte de Ted Hughes en 1999- ha visto censurado su poema Education for Leisure en el curr¨ªculo del m¨¢s importante examen de ense?anza secundaria del Reino Unido. ?El motivo? Que su primer cuarteto comienza de modo que podr¨ªa "glorificar los delitos de arma blanca", que tanto se han incrementado en los ¨²ltimos a?os entre los j¨®venes. Les transcribo los primeros versos del poema en cuarentena (perdonen la traducci¨®n, es m¨ªa y apresurada): "Hoy voy a matar algo. Cualquier cosa. / Estoy harto de ser ignorado y hoy / voy a jugar a Dios". Ya ven, cuidadito con lo que escribe, que Big & Correct Brother le est¨¢ vigilando. En todo caso, y alegr¨¢ndome por la popularidad conseguida por la se?ora Duffy -que quiz¨¢s redunde en un mejor conocimiento de su notable obra po¨¦tica-, lo mejor ha sido la imaginativa respuesta de la dama, que ha contestado con un poema en el que se hace referencia a un mont¨®n de escenas de violencia (con y sin cuchillo) extra¨ªdas de las obras de Shakespeare. Como estas "correcciones" est¨²pidas se globalizan f¨¢cilmente, no me extra?ar¨ªa que, entre nosotros, alg¨²n esforzado responsable de educaci¨®n pusiera pegas al Romancero gitano -publicado hace 80 a?os por la Revista de Occidente- a cuenta de que incita a cargarse a guardias civiles. Claro que quiz¨¢s eso mismo pensar¨ªan, entre otras cosas, los que apiolaron a Lorca. Menos mal que aqu¨ª y ahora cada vez se estudia menos literatura.
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