Liquidez y solvencia
Aprovechando mi viaje estival a Edimburgo me aproxim¨¦ al cementerio de Cannongate, al final de la Royale Mile, a contemplar la tumba de Adam Smith. Era una buena oportunidad para preguntarle si los mercados se ajustan ellos mismos o si la famosa "mano invisible" al fin y a la postre nos encaminaba a una nueva, pero diferente, situaci¨®n de equilibrio. Como pueden comprender no tuve respuesta; por lo que regres¨¦ a Galicia con muchos interrogantes.
La situaci¨®n o el drama de estos ¨²ltimos d¨ªas determinado por las intervenciones gubernamentales en Fannie Mae, Freddie Mac y AIG; las ca¨ªdas de Bear Stearns y Lehman Brothers; las ultra-r¨¢pidas compras de Merrill Lynch, HBOS ¨® Northern Rock; el sostenimiento moment¨¢neo de Morgan Stanley y otras empresas de elevado fuste, apenas tienen paralelismo a lo largo de la historia. O sea, no hay que buscar semejanzas con la depresi¨®n del 29; ni con otras recesiones econ¨®micas profundas. Lo de ahora se sit¨²a, a nuestro juicio, en el n¨²cleo duro del sistema financiero y repercute de manera directa a todo el complejo modelo de instituciones de cr¨¦dito y de seguros que se promocionaron y desarrollaron sirviendo de avales al propio sistema financiero. La caracter¨ªstica principal de esta crisis financiera es que dichos agentes creyeron en su infalibilidad. O como dir¨ªa un amigo, nos vend¨ªan la "f¨¢bula de la lechera".
Los mercados no explican ya los precios porque la intervenci¨®n de algunos los han contaminado
Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es la reacci¨®n de los poderes pol¨ªticos. Tanto la Reserva Federal americana (FED) como el Banco Central Europeo, a los que se sumaron recientemente el Banco de Jap¨®n, el de Inglaterra, el de Canad¨¢ y el Nacional de Suiza, han respondido de la misma manera: "asumen una responsabilidad basada en que no se puede permitir que el colapso de una entidad financiera pueda ser seguida por una contracci¨®n monetaria deflacionista". Por tanto, sus actuaciones est¨¢n siendo encaminadas a proporcionar e inyectar grandes cantidades de liquidez y ofreciendo amplios cr¨¦ditos para evitar que se rompa la cadena y pueda provocar un colapso en el sector financiero internacional.
Llegados a este punto, mi reflexi¨®n personal se estructura en dos partes. La primera, es que los mercados ya no son garant¨ªa para expresar de manera eficaz los precios. La raz¨®n es que alguien o algunos han perturbado esa acci¨®n, contamin¨¢ndola y de ah¨ª el actual desaguisado. La segunda, es que habr¨ªa que distinguir entre liquidez y solvencia. En este sentido, inyectar dinero en la actual situaci¨®n es positivo, pero se puede acabar corriendo el riesgo de entregarlo a quien est¨¢ contaminado por la crisis y entonces agudizamos los problemas derivados de la solvencia del resto de las entidades. En la actualidad con esta medida se busca reforzar la confianza y recuperar (o no perder) parcialmente la credibilidad del sistema
Quiz¨¢s en este sentido, Adam Smith, precursor de las teor¨ªas morales, podr¨ªa inocular desde la tumba aquellas tesis por las que existen riesgos reales de actuar de manera inadecuada y que las medidas adoptadas pueden llegar a poseer importantes efectos secundarios prejudiciales a medio plazo.
En consecuencia, mi consideraci¨®n final va encaminada a resaltar tres rasgos que son recurrentes desde hace un quinquenio. El primero es que no hemos apreciado transparencia en los mercados financieros. Nadie sabe cu¨¢ntos productos e instituciones est¨¢n contaminados, se dice que en total los efectos ascienden a 900.000 millones de euros, de los que solo hemos tenido conocimiento de la mitad, por lo que resta por aflorar otro tanto. El propio presidente de la CNMV, reconoce que no dispone de informaci¨®n suficiente sobre los productos estructurados que han crecido exponencialmente en los ¨²ltimos a?os ni de la cuant¨ªa de riesgos que asumen cuando adquieren un activo. En segundo lugar, las normas t¨¦cnicas que est¨¢n homologadas, y en algunos casos armonizadas, no han sido cumplidas ni verificadas por las sociedades y agencias de clasificaci¨®n, auditores, etc, dando la sensaci¨®n de que la caja de herramientas de la econom¨ªa no sirve, puesto que no saltan las se?ales de alerta. Y en tercer lugar, la supervisi¨®n nacional e internacional no ha funcionado eficazmente, pues fueron muy pocas las instituciones que advirtieron de la situaci¨®n y todav¨ªa fueron m¨¢s escasas las que tuvieron agallas para actuar.
Como apuntaba el otro d¨ªa en un peri¨®dico quien fue mi profesor "what does economist know? (?qu¨¦ saben los economistas?). La econom¨ªa aporta conocimientos, pero como ciencia social que es, no puede explicarlo todo; ya que los hechos son muy complejos y la psicolog¨ªa y el comportamiento de los agentes se percibe de manera distinta, en unos casos da lugar a euforia e incluso a actitudes no-racionales y de avaricia; y en otros a pesimismo, muy contraproducentes para inferir confianza y respeto por las instituciones.
En suma, ni yendo a visitar a Adam Smith he logrado encontrar soluciones milagrosas, ni varitas m¨¢gicas para dar soluciones a los problemas presentes.
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