El chico m¨¢s p¨¢lido de la playa de Gros
TEN?A carisma, un sentido del humor corrosivo y probado talento para hacer canciones. Tambi¨¦n padec¨ªa una terrible enfermedad degenerativa: la corea de Huntington. De la envidiable imaginaci¨®n de Poch, nacido Ignacio Gasca en 1956, surgi¨® Derribos Arias, pilar insustituible de la movida madrile?a. Y eso que eran donostiarras. Una c¨¦lula vasca en medio de la nueva ola centralista.
La vida de Poch, ya recluido con su familia en San Sebasti¨¢n, se apag¨® un triste 18 de septiembre de 1998. Diez a?os despu¨¦s, artistas y amigos le recuerdan en su ciudad con fotos y arte casero. Mientras la fot¨®grafa Mariv¨ª Ibarrola expone en San Sebasti¨¢n 22 fotograf¨ªas in¨¦ditas de su inmenso arsenal, en otro centro de la ciudad se pueden ver los collages que un d¨ªa huyeron de la privilegiada cabeza de ese artista inacabado que fue Poch.
"Le conoc¨ª el verano de 1978. Mucha gente hablaba de Poch. Yo acababa de llegar de Reino Unido cuando me decid¨ª a entrarle. Le habl¨¦ de los conciertos que hab¨ªa visto y los discos de punk y new wave que hab¨ªa comprado. A m¨ª tambi¨¦n me fascin¨® su personalidad", reconoce Alejo Alberdi, su socio en Derribos Arias. Entonces, quien ten¨ªa un disco importado ten¨ªa un tesoro. Y con ¨¦l creaba v¨ªnculos s¨®lidos con sus semejantes. El de Poch, cantante y letrista, y Alejo, a la caja de ritmos y el sintetizador, lo fue. Juntos emprendieron la aventura madrile?a.
"Les acog¨ª en mi casa", recuerda Mariv¨ª Ibarrola; "yo era una se?orita de provincias que estaba empezando como fot¨®grafa y ellos, unos cr¨¢pulas. Pero, en contra de lo que pudiera pensar la gente, Poch era muy responsable. Tambi¨¦n muy integrador. Vinieras de donde vinieras intentaba que te sintieras parte del grupo". Poch y Alejo fueron u?a y carne. "Constituimos las Hornadas Irritantes (junto a otros iconoclastas como Glutamato Ye-Ye) contra los grupos babosos para dar algo de vidilla. Redactamos un manifiesto, pero no hab¨ªa tanta rivalidad, aunque recuerdo una entrevista en EPS a ?lvaro Urquijo, de Los Secretos, en la que a¨²n parec¨ªa dolido por aquello. No fue m¨¢s que un toque de atenci¨®n a ciertos grupos que optaban por una f¨®rmula m¨¢s comercial".
Derribos Arias compusieron grandes canciones (Branquias bajo el agua, A fl¨²or...) de pop distinto. En un Madrid efervescente, levantaron la admiraci¨®n de todos con una genial mezcla de humor serio, un sonido adelantado a su ¨¦poca y unos directos sin gui¨®n. Y aunque el tiempo termina por apaciguar el entusiasmo de los protagonistas, vivieron aquello como un momento ¨²nico. Lo celebraron con un disco m¨ªtico, En la gu¨ªa, en el list¨ªn, singular reflejo de aquella cultura pop heterodoxa, vibrante e insolente.
"Mi expulsi¨®n del grupo marc¨® un primer distanciamiento con Poch", recuerda Alberdi. "El ¨¦xito de Alaska y Dinarama pill¨® por sorpresa a nuestros managers. Pensaron que pod¨ªan repetir la jugada con todos los grupos y se aliaron con la compa?¨ªa para quitarnos del medio al resto de la banda. Les gustaba el cantante pero nosotros sobr¨¢bamos".
Todos coinciden: a Poch le comieron el coco. Se dio cuenta algo tarde. Su primer disco en solitario, en 1985, tiene un t¨ªtulo que no enga?a a nadie, Poch se ha vuelto a equivocar. "Era la segunda vez que comet¨ªa el mismo error, pero ya ten¨ªa 30 a?os y la coca¨ªna no justifica esa metedura de pata". Alberdi se refiere a la primera temporada de Poch en Madrid, cuando form¨® Ejecutivos Agresivos con otros protagonistas de la futura movida como Jaime Urrutia. Y eran realmente agresivos, aunque la discogr¨¢fica les lanz¨® con un inofensivo Mari Pili, canci¨®n del verano en los primeros pasitos de la Transici¨®n.
No es f¨¢cil hablar de Poch a partir del momento en el que el mal de Huntington se apropi¨® de su cuerpo. "Cuando empez¨® a manifestarse la enfermedad, la gente ve¨ªa c¨®mo se le retorc¨ªan los brazos y piernas y pensaban que iba pasado de drogas. Se re¨ªan de ¨¦l, pero Poch era totalmente consciente de ello y le daba igual". Cuando grab¨® su ¨²ltimo disco (Nuevos sistemas para viajar) ya utilizaba su personaje como pantalla de su enfermedad. "S¨®lo una vez me habl¨® de ello, pero se puso muy nervioso", recuerda Alberdi.
En 1991, sus amigos se citaron en el disco-homenaje El chico m¨¢s p¨¢lido de la playa de Gros. Hasta 20 grupos se apropiaron con cari?o y orgullo de sus canciones. "En sus seis ¨²ltimos a?os no me atrev¨ª a visitarle. Y eso me pesa bastante. Pero no quer¨ªa verle as¨ª". Alejo Alberdi prefiri¨® quedarse con la imagen de aquel amigo que le dio la oportunidad de vivir la m¨²sica como actor, que cambi¨® el imperdible punk por la pinza dom¨¦stica.
Poch 1956/1998. Hasta el 12 de octubre en San Sebasti¨¢n (casa de cultura de Egia).
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