Sue?os asesinos y porte?o en crisis
Me he esforzado por comprender las esencias de esa moda tan duradera en los festivales y entre los esp¨ªritus con inquietudes que encarna el cine del director coreano Kim Ki-duk. Reconozco su facilidad para crear personajes febriles y desesperados, con capacidad para vivir en el l¨ªmite y afanes autodestructivos, su lirismo enloquecido, un estilo visual inmediatamente identificable, un romanticismo que siempre acaba inmerso en la violencia m¨¢s destructiva o en el suicidio. Admito la originalidad de sus argumentos y de sus obsesiones, que su desgarro no es una pose y que sus excesos son genuinos, pero eso tampoco me sirve para apasionarme por sus inadaptados personajes, por sus surrealistas cr¨®nicas de amor y muerte. La ¨²nica vez que me ha fascinado un poco fue en Time, la historia de una mujer que se convert¨ªa en otra mediante una operaci¨®n para que a su pareja no conociera el declive de la pasi¨®n, para volver a enamorarle adoptando otra identidad.
La gente aplaude. Lo que dar¨ªa yo porque me gustara todo lo que veo
A estas desganadas alturas del festival, segu¨ªa anhelando que apareciera una pel¨ªcula con efectos m¨¢gicos, pero tampoco lo consigue el coreano hipersensible y parox¨ªstico con Sue?o, pel¨ªcula que me intriga durante los 10 primeros minutos, pero que se desliza impunemente hacia el disparate absoluto, con situaciones repetitivas y la habitual complacencia del autor en las automutilaciones de sus h¨¦roes. Ver a un pavo clav¨¢ndose agujas en la cabeza o destroz¨¢ndose los pies a martillazos en planos inacabables puede proporcionarle orgasmos a un s¨¢dico o a un masoquista, pero no es mi caso. La historia de un tipo abandonado por su novia que anticipa en sus sue?os las dram¨¢ticas o violentas acciones que va a perpetrar en estado de sonambulismo una se?ora que ha dejado a su pareja, posee inicialmente clima y morbo pero se diluye ponto. A cambio, Kim Ki-duk y su tendencia al pasote gratuito se complacen en situaciones que pretenden ser volc¨¢nicas pero que est¨¢n exclusivamente relacionadas con lo grotesco.
El nido vac¨ªo, dirigida por el argentino Daniel Burman describe con af¨¢n ir¨®nico la crisis de identidad, los miedos y el vac¨ªo de un intelectual platense, descolocado en su arte y en su matrimonio cuando sus tres hijos se han marchado de la casa familiar. Se supone que hay mucha mordacidad, sentido del humor y humanidad en el tragic¨®mico retrato de este progresivo mis¨¢ntropo, pero yo no consigo establecer la menor empat¨ªa con el personaje ni con el actor que lo interpreta. Tampoco con su entorno. A excepci¨®n de esa se?ora intensa y sofisticada, sexy e inquietante llamada Cecilia Roth, actriz a la que siempre me agrada mirar y o¨ªr. Interpreta a la liberada esposa del escritor deprimido. Pero el protagonismo de ¨¦ste es absoluto. Y me carga tanto que me desentiendo de sus frustraciones. Cuesti¨®n de piel, ya que una parte de la sala re¨ªa frecuentemente sus gracias. Qu¨¦ buena disposici¨®n, qu¨¦ respeto, qu¨¦ calidez, qu¨¦ exquisita educaci¨®n, qu¨¦ sentido de la hospitalidad la del p¨²blico de este festival hacia casi todas las pel¨ªculas que exhibe la Secci¨®n Oficial. Es muy raro que no se escuchen aplausos al final de cada proyecci¨®n. Lo que dar¨ªa yo porque me gustara todo lo que veo.
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