Tiros (y p¨¢jaros) en la cabeza
Pues s¨ª, lo confieso. Yo tambi¨¦n sucumb¨ª a la expectaci¨®n medi¨¢tica creada en torno a Tiro en la cabeza y fui a verla al Kursaal. A estas alturas, es imposible que no conozcan el "argumento" de la pel¨ªcula (o lo que sea) de Jaime Rosales: el asesinato de dos guardias civiles en Capbreton por parte de tres etarras, tras un encuentro casual. Aunque eso es s¨®lo el final, porque en la larga hora anterior lo que vemos son escenas cotidianas de la vida de uno de los etarras (sabemos que lo es porque lo hemos le¨ªdo sobre el papel, no por otra cosa), grabadas con teleobjetivo, sin que se escuche una sola palabra, y con una estructura y un ritmo narrativos brillantes por su ausencia.
En el cine, entre la gente que iba abandonando la proyecci¨®n y la que parec¨ªa extasiada ante la pantalla est¨¢bamos los que no pod¨ªamos creer lo que ve¨ªamos. Pero, ?esa cosa sopor¨ªfera qu¨¦ era? Ya que el director hab¨ªa insistido tanto en que deb¨ªamos ver la pel¨ªcula con ojos ingenuos, desprejuiciados, se echaba de menos en la sala un ni?o que gritara: "?El rey est¨¢ desnudo!"
Se echaba de menos en la sala un ni?o que gritara: "?El rey est¨¢ desnudo!"
Bueno, admitamos de buen grado que la ¨²nica funci¨®n del cine no es la de entretener; tambi¨¦n puede -o debe- hacer pensar, reflexionar. Est¨¢ claro que ¨¦sa era la intenci¨®n de Rosales: proponer una de esas "obras abiertas" -como las llam¨® Umberto Eco- en las que el trabajo interpretativo lo realiza realmente el espectador, ante la ambig¨¹edad o la indefinici¨®n de la obra. As¨ª que el autor nos da deberes, muy bien. ?Y qu¨¦ tipo de reflexi¨®n pretende suscitar Tiro en la cabeza?
La verdad es que yo estar¨ªa despistad¨ªsima si no fuera por las declaraciones que ofrece el director en las numerosas entrevistas concedidas (es decir, cuando explica con palabras lo que ha querido contar sin ellas). He aqu¨ª c¨®mo resume su intenci¨®n: "Lo que se ve es a un tipo normal que est¨¢ en una cafeter¨ªa y, en un momento dado, mata a dos chavales y huye hacia el bosque. Eso es lo que se ve en la pel¨ªcula, es lo que ocurri¨®. Si dejamos fuera la ideolog¨ªa, no tiene ning¨²n sentido. Para m¨ª, ah¨ª est¨¢ la clave, que la ideolog¨ªa no tienen ning¨²n sentido". (F¨ªjese el lector en la contradicci¨®n de estas ¨²ltimas frases). Y remata: "Quiero desactivar las ideolog¨ªas y proponer una conciencia nueva en el espectador".
Ah¨ª comienzo a vislumbrar algo de las pretensiones de Rosales. Parece querer hacer ver que, sin los ropajes ideol¨®gicos que justifican el asesinato, ¨¦ste es un sinsentido, y que cualquier espectador sentir¨¢ rechazo o repugnancia natural ante la visi¨®n de esa matanza desnuda y gratuita. Pero, ?seguro que es eso lo que transmite o consigue la pel¨ªcula? Y aunque lo fuera, que no me parece, ?para este viaje estas alforjas?
El ser humano es un animal narrativo: no puede dejar de contarse historias para dar sentido a los actos que componen su existencia. Solemos llamar "ideolog¨ªa" a las grandes tramas colectivas donde engancha ese sentido y de cuyas partituras, en efecto, le cuesta alejarse. Si lo que quiere sugerir Rosales (o acaso me lo imagino yo) es que hay un sustrato ¨¦tico previo a todo constructo ideol¨®gico -y que ¨¦ste debe respetar para ser, a su vez, respetable-, de acuerdo. Que eso sea lo que insin¨²a la pel¨ªcula, no lo veo. Que ¨¦sta sirva para algo as¨ª como "desactivar el conflicto vasco", como ha reconocido pretender el autor, parece, m¨¢s que otra cosa, un solemne disparate.
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