Un lugar que acaricia
Herv¨¢s, restos del Temple, herencia jud¨ªa, conventos y retablos barrocos con la sierra de Gredos de fondo
Herv¨¢s, cabeza del Valle del Ambroz, est¨¢ en el oeste de esa geograf¨ªa ajena a los deslindes administrativos que une el sur de Castilla y Le¨®n y el norte de Extremadura en torno a Gredos. Herv¨¢s huele y suena a bosque, agua, humedad, nieve incluso; una especie de ed¨¦n en una sierra generosa con el Pico Pinajarro como continua presencia tutelar.
Su fundaci¨®n data del siglo XII y se relaciona con la edificaci¨®n de una ermita por los Caballeros del Temple. De ella no quedan m¨¢s que unas columnas octogonales que fueron a parar a los soportales de La casa delmiedo, llamada as¨ª porque en los a?os de la Inquisici¨®n all¨ª se interrogaba a los sospechosos. Hay que buscarla junto al Ayuntamiento; los pilares llaman la atenci¨®n por lo anacr¨®nico de su reubicaci¨®n y por su tosca factura, con relieves misteriosos que representan los ciclos de la vida (la muerte con la guada?a, en la columna de la izquierda).
Comenzamos el recorrido desde la plaza principal del pueblo, La Corredera, centro vital y comercial con soportales en uno de sus lados y fuente de cuatro ca?os, de la que encontraremos m¨¢s ejemplos en distintas versiones y emplazamientos. Desde all¨ª nos dirigimos a La Plaza (Plaza chica, en la parte alta de La Juder¨ªa), e iniciaremos la inmersi¨®n, cuanto m¨¢s ca¨®tica mejor, en el empinado entramado de calles de arquitectura popular con adobe, madera y teja que constituye el Barrio Jud¨ªo, conjunto hist¨®rico art¨ªstico cuyas remociones externas deber¨ªan ser, dicho sea de paso, mejor tuteladas por Patrimonio.
Una comunidad jud¨ªa de unas 40 familias, de la que s¨®lo quedaron 14 tras la expulsi¨®n de 1492, se asent¨® en Herv¨¢s en el siglo XV. Es una delicia perderse (de d¨ªa y de noche) en este laberinto vivo y dejarse caer hasta el r¨ªo, hasta La Fuente Chiquita, que mana a ras de suelo a la derecha de la entrada del puente medieval al que presta su nombre. Antes de cruzarlo subiremos a la Iglesia-Castillo de Santa Mar¨ªa, originariamente un basti¨®n defensivo templario del siglo IX: disfrutad de las vistas. Bajaremos de nuevo al puente, donde nos espera, en el centro de su parapeto izquierdo, el mach¨®n del puente; se trata de la l¨¢pida sepulcral de Alonso S¨¢nchez, montero real del Duque de B¨¦jar en el siglo XV, que tuvo subyugado al pueblo.
Una piedra de afilar
Pero por aquello de las vueltas que dan la historia, y la vida, acab¨® sirviendo y sirve todav¨ªa hoy de piedra de afilar (como prueba la desgastada muesca que tiene en su costado izquierdo) para hoces, navajas y aperos de los vecinos. No conviene abandonar El Barrio sin recalar en dos rincones: el patio de cactus de Antonio (Calle de La Cuesta, 5), un inveros¨ªmil jard¨ªn bot¨¢nico en miniatura con centenares de plantas cuidadosamente ordenadas, y la tienda-cester¨ªa donde, adem¨¢s de comprar aut¨¦ntica artesan¨ªa, podemos, si tenemos suerte, visitar el taller de Longinos, el ¨²nico banastero que queda en el pueblo, y conversar con ¨¦l. Impresiona tanto verlo trabajar como escucharlo desgranar sabidur¨ªa.
Salimos ahora del pueblo por la Fuente Chiquita y cogemos el camino de nuestra derecha. Desde all¨ª se aprecia limpiamente la postal de la juder¨ªa y se ven en lamargen izquierda del Ambroz lo que fueronmolinos y batanes,muchos en ruinas, restos de una pujante industria de pa?os. Aquellos que no padezcan v¨¦rtigo, que contin¨²en y se atrevan a pasar por el puente de hierro, un viaducto de una l¨ªnea f¨¦rrea en desuso que deber¨ªa convertirse en v¨ªa verde (al parecer es seguro, salvo si hay escarcha; y merece la pena). Encaramado sobre las copas de los chopos, ofrece unas vistas, y unas sensaciones, ¨²nicas. Cruz¨¢ndolo y entrando en el pueblo por el otro lado se va a dar con el Convento Trinitario y, accediendo a la Plaza del Convento, con la Iglesia de San Juan Bautista y su magn¨ªfico retablo barroco. Desde esa plaza, m¨¢s se?orial y elegante, volveremos a La Corredera.
?ste es un posible recorrido urbano. Pero hay mucho m¨¢s que ver. Parajes en los alrededores y rutas de senderismo. Han editado una util¨ªsima colecci¨®n de folletosmapa, apta para no iniciados, con una docena de posibilidades: desde la Pista Heidi, hasta la tradicional subida a La Chorrera. Si prefer¨ªs moveros en coche, propongo ir hasta La Garganta: alisos, fresnos, robles, mimbreras, nogales, cerezos brav¨ªos... un bosque miscel¨¢neo y bell¨ªsimo.
Dejando a nuestra izquierda el desv¨ªo a La Garganta y siguiendo hacia Candelario, a dos kil¨®metros, daremos con un antiguo (e impresionante) nevero. Podemos volver a Herv¨¢s bajando por el otro lado del r¨ªo, el Santiherv¨¢s, hasta Ba?os, y all¨ª visitar el Museo de las Termas Romanas, o descansar en el balneario.
La oferta tur¨ªstica ha crecido en los ¨²ltimos a?os. Hay todo tipo de alojamientos: desde un camping hasta una hospeder¨ªa, pasando por una gran variedad de casas rurales para todos los bolsillos y necesidades: apartamentos (V¨ªctor Chamorro del Arco, El Zarzo, Beit Shalom), albergues (V¨ªa de la Plata). La mayor¨ªa nace de rehabilitaciones de casas, casonas o almacenes, en el Barrio Jud¨ªo o en la parte m¨¢s noble del pueblo (El Jard¨ªn del convento, lugar exquisito) hechas con sensatez y buen gusto.
Herv¨¢s tiene ganas de recibir y mucho que ofrecer. Estos meses que entran son espl¨¦ndidos para disfrutarlo. Es uno de esos lugares que acaricia: acercaos a comprobarlo.
? Ada Salas (C¨¢ceres, 1965), premio Juan Miguel Rozas e Hipari¨®n de Poes¨ªa, es autora de Lugar de la derrota (Hiperi¨®n).
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