Mucho arte para... ?el fraude?
Hirst y la subasta de sus obras: ?alarde de un genio o maquinaci¨®n de un pirata?
Se suele usar la expresi¨®n "por amor al arte" cuando se hace algo desinteresadamente. Hoy la falta de habilidad de los artistas para los negocios parece haber quedado en el olvido. Y hay quienes usan las t¨¢cticas m¨¢s agresivas del mercado. ?Por qu¨¦? Porque el esc¨¢ndalo vende. Si no, preg¨²ntenselo a Damien Hirst.
El galerista de Hirst particip¨® en las pujas de la subasta de Sotheby's
El artista brit¨¢nico gan¨® m¨¢s de 140 millones de euros en la operaci¨®n
La subasta de sus obras en Sotheby's los pasados d¨ªas 15 y 16 de septiembre ha hecho historia. Era la primera vez que una casa de subastas -¨¦sta tiene 264 a?os- pon¨ªa a la venta obras recientes directamente del estudio de un artista vivo, sin intermediarios como galer¨ªas o agentes, y sin que provengan de un coleccionista. Se pusieron a la venta 223 lotes en dos sesiones y se obtuvieron 140 millones de euros. Una jugada maestra, teniendo en cuenta que las galer¨ªas suelen cobrar al artista el 50% de la venta de sus obras, y la casa de subastas un 15%. Hirst, que ya era el artista m¨¢s rico del mundo (o el segundo), ahora lo es m¨¢s.
A Hirst le gusta romper esquemas. "Soy un punk de coraz¨®n", dijo a Reuters en la presentaci¨®n de la subasta. "Me gusta la locura y el riesgo y que la gente diga: '?Oh, Dios m¨ªo!". Y explic¨®: "Yo era demasiado joven para ser punk, ten¨ªa s¨®lo 12 a?os en 1977. As¨ª que he tenido que esperar hasta ahora para hacer todo ese tipo de cosas".
El azar -o la fatalidad, seg¨²n algunos- hizo que la subasta coincidiera con la debacle del mercado financiero, lo que dio la impresi¨®n de que el arte era un valor seguro en el que se refugiaban las grandes fortunas. "Si la subasta llega a recaudar suficiente dinero mientras la econom¨ªa mundial se hunde, lograremos atraer a m¨¢s gente hacia el mundo del arte", adelant¨® Hirst en ese momento. "Lo bueno del dinero es que si se logra reunir una gran cantidad, llamar¨¢ la atenci¨®n de mucha gente a la que no le interesa el arte", dijo.
Hirst calific¨® la operaci¨®n como un "acto democr¨¢tico" en el que cualquiera puede optar a la obra directamente, sin lista de espera como en las galer¨ªas. "Si alguien hace dinero, que sea el artista", declar¨® Hirst en la presentaci¨®n de la subasta. Lo que ha querido es deshacerse del intermediario y alcanzar el verdadero precio de su arte en el mercado.
?Saltarse a las galer¨ªas? No del todo. Sus dos galeristas -Jay Joplin, de White Cube, en Londres; y Larry Gagosian, en Nueva York- afirmaron antes de la subasta que apoyaban las actitudes contracorriente de su artista, aunque no pueden evitar un tono agridulce al referirse al ¨®rdago de su pupilo, a quien han ayudado (y del que se han beneficiado) tanto en el pasado. Jay Joplin afirmaba en la nota de prensa de Sotheby's que "a pesar de estar comprometidos por 8.601 diamantes, el nuestro nunca fue un matrimonio tradicional", en referencia a la calavera en platino incrustada con ese n¨²mero de diamantes perfectamente cortados y pulidos, titulada For the love of God (Por el amor de Dios), que Hirst vendi¨® por 63 millones de euros en 2007, comprada finalmente en una operaci¨®n de salvamento triplicando su precio de salida, por un consorcio del que Joplin y el propio Hirst formaban parte. Una venta que pretend¨ªa situarlo como el mayor precio alcanzado por un artista vivo. No fue una sorpresa, por tanto, que el galerista brit¨¢nico participar¨¢ tambi¨¦n en las pujas de la subasta de Sotheby's, lo hizo por la pieza Fragmentos del para¨ªso, que finalmente se llev¨® otro comprador por tel¨¦fono. Gagosian fue tambi¨¦n un activo pujador. Se rumorea que Joplin recibi¨® un incentivo por traer a sus clientes a la subasta, seg¨²n The Art Observer.
"Es frecuente ver a los galeristas pujar en las subastas por obras de los artistas que representan para sostener su situaci¨®n en el mercado", dice Eileen Kinsella, a cargo del an¨¢lisis del mercado del arte en ARTnewsletter de la revista neoyorquina ArtNews, al ser preguntada sobre si es l¨ªcito subir los precios con esta pr¨¢ctica. "Lo que resulta problem¨¢tico es decir que lo hacen para subir su cotizaci¨®n, lo que sugerir¨ªa que ellos intentan manipular el mercado para llevarlo a determinado nivel. Eso ser¨ªa dif¨ªcil de probar a no ser que se sepa contra qui¨¦n est¨¢n pujando". Y concluye: "Lo que s¨ª hizo levantar las cejas en el mundo del arte con desagrado fue la subasta de la calavera de diamantes de Hirst. El anuncio de que fue comprada por un consorcio de inversionistas del que formaban parte el propio Hirst, su manager Frank Dunphy y su galerista Jay Joplin sent¨® mal".
Si Damien Hirst es la estrella, no es el ¨²nico responsable del ¨¦xito de la operaci¨®n. La subasta se gestion¨® como un espect¨¢culo. La exposici¨®n previa de las obras fue visitada por 21.000 personas y Sotheby's le dedic¨® todo su local. Contrat¨® al arquitecto Peter Marino para transformar el espacio de unas oficinas en salas VIP forradas con puertas de caoba y paredes decoradas con los cuadros de mariposas de Hirst. Las estancias, algunas con chimeneas y todas con pantallas planas de televisi¨®n para que los compradores siguieran discretamente y en directo la subasta, parec¨ªan las de un hotel de cinco estrellas, seg¨²n New York Times. El cat¨¢logo, un estuche con tres vol¨²menes, se convirti¨® tambi¨¦n en pieza de coleccionista.
La subasta, dirigida por Ollie Barker, no cont¨® con famosos como Bono o Daria Zhukova (novia de Roman Abramovich y ahora galerista en Mosc¨²) que s¨ª asistieron a la fiesta previa. Los coleccionistas importantes dan instrucciones por tel¨¦fono. Hirst tampoco asisti¨® a la subasta. La sigui¨® por tel¨¦fono mientras jugaba al billar en el Soho Club, de Londres, seg¨²n su representante, Frank Dunphy.
Un total de 30 guardias de seguridad cuidaron el local durante 11 d¨ªas. La exposici¨®n permaneci¨® abierta el s¨¢bado hasta medianoche. Fuera, al lado de la larga cola para entrar, la artista Christina Brode hizo una protesta pac¨ªfica con una camiseta en la que se pod¨ªa leer "campa?a a favor de los verdaderos artistas". Preguntada por Efe por esa actitud, respondi¨® que se opon¨ªa a que el arte sea considerado un fr¨ªo "c¨¢lculo para hacer dinero".
La maniobra de Hirst fue un golpe de efecto, pero probablemente no tenga consecuencias inmediatas. Dif¨ªcilmente romper¨¢ la hegemon¨ªa del sistema de galer¨ªas porque muy pocos ocupan el peso que tiene el brit¨¢nico en el mercado. S¨®lo otros dos artistas contempor¨¢neos son suficientemente medi¨¢ticos como para un montaje de ese calibre: Jeff Koons y Takeshi Murakami. Y se rumorea que pronto ser¨¢n tentados para hacerlo.
Pese a que vende mucho a trav¨¦s de sus dos galer¨ªas, las obras de Hirst no se agotan: se vieron piezas sin vender en la ¨²ltima feria Art Basel. Y es que, contrariamente a otros artistas, la producci¨®n de Damien Hirst es superior a la demanda. M¨¢s de un centenar de personas trabajan en la producci¨®n de sus obras, que el estudio vende tambi¨¦n directamente a los clientes. Ni siquiera algo tan sencillo como sus obras de lunares de colores est¨¢n hechas por ¨¦l, sino por su colaboradora Rachel Howard. Pero los dibujos y bocetos s¨ª suelen salir de su mano. Los dibujos del Becerro de Oro, salieron a la venta por 38.000 euros y llevan una reveladora leyenda del autor: "?No adores a falsos ¨ªdolos! ?No trates de atrapar las cataratas!".
Tanto ruido y dinero en torno a piezas como animales sumergidos en formol, mariposas disecadas, gabinetes con medicinas y cuadros de lunares de colores ha despertado muchas suspicacias. El respetado cr¨ªtico de arte Robert Hughes public¨® un art¨ªculo en The Guardian en el que llamaba a Hirst "pirata" y destacaba que "sus habilidades como manipulador del mercado son las que han propiciado su ¨¦xito". Para el autor del libro El impacto de lo nuevo, "la presencia de Hirst en una colecci¨®n de arte es signo de mal gusto" porque su obra es "simplona y sensacionalista" y s¨®lo interesa a coleccionistas novatos. La pol¨¦mica no tard¨® en saltar en palabras de otra destacada cr¨ªtica de arte internacional. La feminista (tambi¨¦n australiana) Germaine Greer titul¨® su art¨ªculo en el mismo diario brit¨¢nico, "Bob, querido, Damien Hirst es s¨®lo uno de los muchos artistas que no comprendes". Contesta a las observaciones de Hughes diciendo que "su innegable genio consiste en lograr que la gente compre sus obras. Damien Hirst es una marca, porque la forma del arte del siglo XXI es el marketing".
Una encuesta entre lectores de The Guardian despu¨¦s de la subasta arroj¨® el siguiente resultado: el 12,3% considera a Hirst un genio y el 87,7% un mercachifle. "Es un artista pero tambi¨¦n es un showman", dice la directora de ArtNews, Robin Cembalest.
"Ha sido una maniobra muy propia de Damien Hirst, perfectamente orquestada y con un ¨¦xito sin precedentes", dice Nieves Acedo, directora acad¨¦mica de la Fundaci¨®n Claves de Arte y responsable del ¨²nico master oficial en Espa?a en Mercado de Arte Contempor¨¢neo, en la Universidad Antonio de Nebrija. "La obra de Hirst es como una Vanitas, que habla de la muerte y lo ef¨ªmero de la vida y que ¨¦l convierte en espect¨¢culo e iron¨ªa".
El mercado ha terminado por absorber hasta las iniciativas m¨¢s radicales de los artistas para escapar de su tiran¨ªa. En los a?os 1960 surgieron inclusive movimientos extremos como el arte conceptual o la performance en contra de la mercantilizaci¨®n del arte, renunciando a crear objetos decorativos, como cuadros o esculturas, para su venta. Hoy los viejos conceptuales y performers rebuscan en sus trasteros las piezas de entonces para venderlas a los museos. Ambas expresiones tienen actualmente un precio. Y muchas veces alto.
En la autopromoci¨®n, Hirst tiene maestros. Hay ejemplos como el de Salvador Dal¨ª -llamado por Breton "Avidadollars" en un anagrama de su nombre- y de Andy Warhol, que con cierto cinismo se entregaron de lleno al oro e hicieron de ello -sin verg¨¹enza- una bandera. Sin embargo, la etiqueta de artista comercial sigue siendo un descr¨¦dito para casi cualquiera. O lo era.
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