Esto ya es un 'crash'
El p¨¢nico en las Bolsas mundiales reclama una acci¨®n dr¨¢stica del G-7 para afrontar la depresi¨®n
Los mercados vivieron ayer un crash burs¨¢til de considerable magnitud, m¨¢s da?ino si cabe despu¨¦s de una semana de descensos en picado. El Ibex 35 se hundi¨® m¨¢s del 9%, la mayor ca¨ªda de su historia; Londres y Francfort perdieron en torno al 8% y Tokio se desplom¨® el 9,6%. El p¨¢nico mundial, muy intenso en las plazas asi¨¢ticas, obedece a varias razones de fondo. Una de ellas es que los inversores no se creen los planes de rescate financiero, ni las reducciones concertadas de tipos de inter¨¦s, ni las desesperadas inyecciones de liquidez en el sistema. Consideran que han llegado tarde y que no evitar¨¢n algunas quiebras financieras latentes. Los inversores s¨®lo conf¨ªan hoy en intervenciones p¨²blicas directas en los bancos privados y en el control, lejano o pr¨®ximo, de los poderes p¨²blicos. Por eso las medidas brit¨¢nicas son las que hasta el momento han sido mejor recibidas.
La comparecencia ayer de George Bush para insuflar confianza en los inversores es una buena muestra de la magnitud del desastre que est¨¢ viviendo el sistema financiero mundial. El presidente estadounidense asegur¨® que "podemos resolver esta crisis y la resolveremos". Pero es m¨¢s que dudoso que Wall Street haya cre¨ªdo sus palabras; de hecho, perd¨ªa m¨¢s del 3% despu¨¦s del discurso. Resulta significativo que Bush incluyera en su mensaje una menci¨®n a que el Plan Paulson "permite al Gobierno adquirir participaciones en las entidades financieras". El secretario del Tesoro y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, saben bien que la entrada de dinero p¨²blico en el capital de los bancos es una de las pocas recetas que pueden amortiguar el p¨¢nico actual.
Para variar, el Gobierno espa?ol ha intentado reaccionar con agilidad y ayer mismo aprob¨® la puesta en marcha, antes de que acabe el a?o, del anunciado fondo para cambiar activos por liquidez a trav¨¦s de un cr¨¦dito extraordinario de 10.000 millones. La rapidez con que intervendr¨¢ el fondo -que no es garant¨ªa total de eficacia- se completa con otra decisi¨®n igualmente razonable: el Parlamento controlar¨¢ cada cuatro meses el buen desarrollo de su operativa. Sin una gesti¨®n transparente de los fondos extraordinarios no se recuperar¨¢ la confianza en las normas del mercado, da?ada para mucho tiempo por las quiebras bancarias, la persistente incertidumbre sobre la extensi¨®n de la crisis y el estrangulamiento del cr¨¦dito hasta l¨ªmites ag¨®nicos.
Adem¨¢s, los inversores est¨¢n descontando ya que la econom¨ªa mundial se encamina hacia un periodo recesivo prolongado, similar al de la depresi¨®n que aflor¨® en 1929 y que se prolong¨® durante casi diez a?os. La histeria de los mercados no se puede aplacar ya con la enunciaci¨®n de medidas correctas pero insuficientes. Los inversores esperan, y con raz¨®n, que la reuni¨®n del G-7 que comienza hoy se aproveche para decidir qui¨¦n va a tomar el mando en las operaciones anticrisis. El Grupo deber¨ªa establecer al menos un protocolo de actuaci¨®n conjunta entre los Gobiernos y los bancos centrales. S¨®lo la concertaci¨®n de las autoridades monetarias no basta; es necesaria una coordinaci¨®n pol¨ªtica mundial para hacer frente a la amenaza de depresi¨®n.
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