"Nos divert¨ªa o¨ªr que los Beatles pudieran corromper a un pa¨ªs"
Conseguir una audiencia con ese icono de la m¨²sica popular que encarna Paul McCartney resulta casi tan inusual como ser invitado a tomar el t¨¦ en compa?¨ªa de la reina. Pero la promoci¨®n de su nuevo ¨¢lbum bajo el seud¨®nimo de The Fireman ha convencido a sir Paul para recorrer la escasa distancia que separa su residencia en el barrio de Saint John's Wood de la m¨ªtica Abbey Road. A su sello no se le escapa que el objeto del deseo del restringido grupo de periodistas es el personaje en s¨ª mismo, y no tanto su tercera aventura musical en colaboraci¨®n con el productor y amigo Youth (Martin Glover), antiguo miembro de la banda Killing Joke.
La presentaci¨®n de Electric Arguments tiene su escenario en los estudios ubicados frente al paso de cebra m¨¢s retratado de todo Londres -aquel que inmortalizaran los Fab Four en la portada de su ¨²ltimo disco-, aunque en realidad fue grabado en la mansi¨®n que el ex Beatle posee en la campi?a de Sussex. El protagonista absoluto del evento -ni rastro de Youth en la presentaci¨®n- comparece con un aspecto m¨¢s que juvenil a sus 66 a?os, ataviado con americana informal, camisa floreada, zapatillas deportivas y el peinado que delata la mano de un estilista.
"Es la ¨²nica vez que entro en un estudio sin tener nada preparado", explica
En una canci¨®n arremete contra la traici¨®n de una mujer sin modales
McCartney es un dechado de jovialidad y amabilidad en el trato, no exento de cierta impostura en las distancias cortas, mientras departe entre los corrillos bien parapetado por un relaciones p¨²blicas que vigila los derroteros de la conversaci¨®n. Por ello resulta imposible confirmar si el primer tema del ¨¢lbum, el lamento roquero Nothing too much just out of sight, fue concebido como venganza contra Heather Mills, su segunda esposa, de quien se divorciaba esta primavera previo pago de un tal¨®n de 31,6 millones de euros. "Te dije que te quer¨ªa, lo ¨²ltimo que hiciste fue traicionarme (...) tienes dinero y falta de modales", reza la letra de la canci¨®n que el estudio permiti¨® difundir en primicia -el disco no sale a la venta hasta el 24 de noviembre- a la radio brit¨¢nica semanas atr¨¢s.
Tras un par¨¦ntesis de 10 a?os, The Fireman regresa con una nueva propuesta de m¨²sica electr¨®nica que el artista concibi¨® a raz¨®n de un solo d¨ªa dedicado a cada uno de los 13 temas compuestos por ¨¦l sobre la marcha. "Nunca he hecho nada parecido, es la primera vez que entro en un estudio sin tener nada preparado, ni siquiera una canci¨®n", explica McCartney sobre el concepto experimental de una iniciativa libre de los habituales cors¨¦s. "Parec¨ªamos inventores enloquecidos. ?Qu¨¦ tal un poco de arm¨®nica? [saca una del bolsillo y se lanza a tocar] ?Probamos con la bater¨ªa? ?Con la guitarra? He compuesto tanto a lo largo de los a?os que, incluso cuando improviso, s¨¦ lo que va a funcionar".
El resultado es, cuanto menos, original. Un recorrido espont¨¢neo por diversos g¨¦neros (rock, blues, folk, dance...), arropado por la inconfundible voz del ex Beatle, y en el que prima la espontaneidad frente a la factura final. "Fue emocionante, porque no sab¨ªas lo que iba a pasar", relata intentado convencernos de que tambi¨¦n los ¨ªdolos planetarios pueden sufrir v¨¦rtigo: "A veces me dec¨ªa a m¨ª mismo '¨¦ste podr¨ªa ser el momento m¨¢s vergonzoso de tu vida. Un tremendo error ?que puede arruinar toda tu carrera!". Al hombre cuya colaboraci¨®n con John Lennon ha quedado grabada con letras may¨²sculas en el universo de la m¨²sica le produce aprensi¨®n encarar el estudio en solitario. "Me gusta tener un compa?ero", dice en alusi¨®n a Youth, "de otro modo parezco un profesor distra¨ªdo y solo en su laboratorio todo el d¨ªa".
McCartney acaba de regresar de Israel, donde a finales de septiembre protagoniz¨® un concierto cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de que los Beatles fueran vetados por su influencia supuestamente perniciosa. "Nos parec¨ªa divertida la noci¨®n de que pod¨ªamos corromper con nuestra m¨²sica a todo un pa¨ªs. '?Hey, aqu¨ª venimos para corromperos!", rememora con socarroner¨ªa. "Lo cierto es que no nos afect¨®", a?ade, "ten¨ªamos una gira por muchos pa¨ªses y simplemente nos dirigimos al siguiente".
De aquella ¨¦poca datan los documentos que acaban de salir a la luz (ver EL PA?S, 29 de septiembre) sobre el exhaustivo seguimiento que el Gobierno brit¨¢nico dispens¨® al cuarteto de Liverpool. "Los Beatles deben ser protegidos de sus fans" o "El despliegue operaci¨®n Beatles de la polic¨ªa japonesa es similar al de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1964" son algunas conclusiones recogidas entonces por las embajadas del Reino Unido en los pa¨ªses que pisaban.
La percepci¨®n de que aquel fen¨®meno musical pudiera representar una amenaza acaba de ser pulverizada por un estudio de la Universidad de Cambridge. Su responsable, el profesor David Fowler, alega que los Beatles no fueron unos h¨¦roes de la contracultura, sino capitalistas que explotaron a los j¨®venes con fines comerciales. "Hicieron tanto por representar los intereses de los j¨®venes de la naci¨®n como las Spice Girls en los a?os noventa", es su pol¨¦mica conclusi¨®n, que va a levantar muchas ampollas.
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