"Me interesa la piel de las ciudades"
Es nieto, hijo y hermano de arquitectos, una saga en la que el apellido De Sol¨¤-Morales ha figurado estrechamente unido a la arquitectura barcelonesa del ¨²ltimo siglo. Su abuelo materno fue un conocido arquitecto del modernismo catal¨¢n, brazo derecho de Gaud¨ª. Su padre, decano del colegio de arquitectos, ya invitaba a figuras como Alvar Aalto. Su hermano, Ignasi, reconstruy¨® el teatro del Liceo tras el incendio. Y ¨¦l abri¨® Barcelona al mar con el famoso Moll de la Fusta.
Manuel de Sol¨¤-Morales, premio Jaime I de Urbanismo 2008, es una de las voces m¨¢s autorizadas del urbanismo espa?ol, hasta el punto de que algunos de sus colegas le consideran el mejor urbanista espa?ol de los ¨²ltimos 40 a?os. Hay proyectos suyos por media Europa: Oporto, Berl¨ªn, Rotterdam, Nantes, Amberes o La Haya. Es una rara avis que todav¨ªa habla de ¨¦tica, y admite que el ¨¦xito medi¨¢tico de la arquitectura de las grandes estrellas se ha convertido en "una enfermedad".
Culto y con fama de exquisito, De Sol¨¤-Morales tiene, a sus 69 a?os, ese aspecto informal que caracteriza a muchos intelectuales barceloneses, siempre con un toque de descuidado dise?o en el vestir. El hablar reposado y su refinada educaci¨®n no ocultan un car¨¢cter pele¨®n y tenaz. No en balde tiene fama de ser un duro contrincante. Su estudio, una antigua f¨¢brica de tres alturas, es amplio y sobrio de materiales. Calidad y elegancia parece el sello de la casa. En la ¨²ltima planta, un rinc¨®n con libros y cuadros, se ha convertido en lugar de reposo del arquitecto, que fue disc¨ªpulo de Josep Llu¨ªs Sert en Harvard y Quaroni en Roma.
Acaban de pasar dos acontecimientos en los que la arquitectura ha tenido mucho que ver, la Bienal de Venecia y la Expo de Zaragoza. En Venecia se ha planteado la disyuntiva: edificios o arquitectura. Su director, Bestky, dice que "los edificios son la tumba de la arquitectura", y que una arquitectura que pretenda dar soluciones construyendo "es falsa y est¨¢ muerta". ?Es un divertimento para arquitectos o responde a algo m¨¢s serio? Esta postura de la Bienal de Venecia, o de su director, me parece un poco anticuada porque responde a esa idea de que la arquitectura puede reducirse a conceptos y, por tanto, su inter¨¦s intelectual puede agotarla por entero, reducirse a ser inmaterial. Yo creo que la fuerza de la materia es muy importante en todo; una arquitectura sin corporeidad no es que no pueda existir, existe en los dibujos, en los papeles, en las ideas, en las teor¨ªas, pero porque hace referencia a una experiencia. Y es muy escasa la experiencia sin arquitectura construida, sin obra f¨ªsica. No digo que no sea posible, lo es para algunas personas que se dedican a la especulaci¨®n intelectual; pero la arquitectura socialmente significativa, que es la que nos interesa, que sirva a la gran mayor¨ªa de las personas, no puede hacerse ni defenderse s¨®lo con ideas. Hace 30 a?os, otra ola de este tipo ya ven¨ªa a decir lo mismo con otras palabras. Es verdad que la arquitectura se encuentra hoy con verdaderas dificultades para realizarse en contra de su propio ¨¦xito. El ¨¦xito publicitario de la mayor¨ªa de las arquitecturas m¨¢s famosas es un enemigo. No s¨¦ si es una tumba, pero desde luego es una enfermedad.
Con respecto a la Expo de Zaragoza, ?tienen sentido esos grandes despilfarros arquitect¨®nicos, tantos edificios singulares de dif¨ªcil contenido posterior? La cuesti¨®n b¨¢sica de la Expo es su emplazamiento porque es una acci¨®n grande sobre el suelo y significa un acto de ciudad importante, y es grave equivocarse en esto, es el peligro. Yo creo que Sevilla se equivoc¨®, y se ha equivocado Zaragoza, porque ha colocado un vac¨ªo entre lo que es la ciudad central, a la derecha del Ebro, y unos barrios que ya existen muy populosos en el otro lado. Y en vez de macizar esto y hacer ciudad a ambos lados del r¨ªo, como en todas las ciudades que de verdad utilizan bien el r¨ªo -caso de Londres, Par¨ªs, Roma o Budapest-, han introducido esa idea de vac¨ªo, muy verde, con algunos edificios. Creo que se ha desaprovechado una evoluci¨®n de la ciudad que ser¨ªa muy interesante.
?Qu¨¦ esta pasando con el urbanismo actual? No hace mucho, usted dec¨ªa que hay poco y escondido. ?D¨®nde se esconde? ?Ja, ja! No veo tanta diferencia del presente con el pasado, lo que pasa es que del pasado queda lo bueno, y de lo otro, ni nos acordamos. Ahora -no s¨¦ si con esta crisis los ritmos van a cambiar- la cantidad de ciudad que se construye es enorme, y, si no, mire el territorio que ha ocupado Madrid. Se ha convertido en una de las grandes ciudades del mundo, y eso desborda toda capacidad pol¨ªtica para imaginar c¨®mo intervenir; ya no digo regular, que es una palabra antip¨¢tica y a lo mejor innecesaria. El buen urbanismo es una cuesti¨®n de quererlo, casi, de alguna manera, de desearlo, y ahora no hay, escasea la imaginaci¨®n de futuro, no hay tal voluntad. Y sin voluntad no hay deseo, y sin deseo no hay calidad.
Hay arquitectos que dicen que el urbanismo ha desaparecido, que todo est¨¢ en manos del mercado... No me gusta ser muy negativo. Lo que nos interesa es ir a mejor, sacar los elementos positivos y ser capaz de transformarlos, porque, si no, nos abocamos a la posici¨®n c¨ªnica de "todo es un desastre, pero a m¨ª dame esas viviendas, que las har¨¦". ?sa es la postura de muchos arquitectos reconocidos que dicen "esto de la ciudad es imposible, yo hago mi objeto y ya est¨¢". Como la ciudad ya no es algo que se pueda definir con mucha precisi¨®n, por los muchos cambios por los que pasa, parece que no se pueda desear m¨¢s que defenderse de ella, del tr¨¢fico, de la poluci¨®n, de la congesti¨®n... Y sin embargo, creo que hay muchas m¨¢s posibilidades de hacer ahora buena ciudad de las que hab¨ªa hace 50 o 100 a?os. Hay un hecho: una ciudad no se construye en cinco a?os, y no podemos juzgar los resultados lo mismo que juzgamos un edificio, una novela o una ¨®pera. Lo m¨¢s importante para m¨ª es entender, fomentar y sobre todo modernizar la cultura de la ciudad, que seamos capaces de entenderla en lo que tiene de inter¨¦s. A lo mejor las ciudades hoy no son muy bonitas, pero son mucho m¨¢s interesantes de lo que eran las ciudades hist¨®ricas.
?En qu¨¦ sentido son m¨¢s interesantes? Son m¨¢s complejas en su funcionamiento, contienen m¨¢s diversidad de elementos, la gente es m¨¢s capaz. Cada persona, familia, vivienda, oficina, aeropuerto, estaci¨®n o playa es capaz de contener much¨ªsima vida, y vida distinta. La ciudad es una m¨¢quina cada vez m¨¢s rica y diversa. A lo mejor, incluso la est¨¦tica de cierto desorden nos empieza a interesar. Cambiamos la est¨¦tica tradicional por la diversidad, por la vida, y eso es muy importante, porque la gran fuerza de la ciudad es que sigue atrayendo a la gente, y cu¨¢nta m¨¢s, mejor. Y su verdadera belleza interna, su riqueza, su vida, son tambi¨¦n sus conflictos, porque el conflicto forma parte de la imagen de una vida mucho m¨¢s moderna. En la ciudad hist¨®rica parec¨ªa que no hab¨ªa conflictos, todo tan ordenado, los paseos tan verdes... Esta energ¨ªa, en la que no todo es delicioso, pero es muy veraz, creo que es una belleza que han adquirido o adquieren nuestras ciudades, tan interesante como la de orden formal.
Pero los ciudadanos cada vez tienen menos voz en esas ciudades. Los alcaldes hacen y, sobre todo, deshacen, lo que quieren. Hace cien a?os hab¨ªa cero opini¨®n; otra cosa es que ahora haya opiniones y no sean escuchadas, pero por lo menos hay opiniones y es importante. Es muy f¨¢cil decir que la culpa la tiene el que manda, y seguro que es verdad, pero hay culpas muy gordas y complicadas.
Tambi¨¦n las tienen los arquitectos ?no? ?Y tanto, y tanto! Es muy f¨¢cil hablar del alcalde o del especulador, pero ?d¨®nde est¨¢n las ideas, d¨®nde las propuestas? No se puede ser simple, porque patinas...
?La crisis del ladrillo nos va a servir para algo? Confiemos que s¨ª, porque si no va a servir ni para esto...
Usted defiende con fuerza un concepto en la ciudad, el de la "urbanidad material". ?En qu¨¦ consiste esa urbanidad? Hay configuraciones de la materia, una esquina, una rampa de garaje, el margen de unas v¨ªas..., elementos de la ciudad, que son su materia. Un barrio nuevo, un pol¨ªgono, es una materia, un componente de la ciudad; pero pueden ser elementos m¨¢s peque?os, un paseo, las cabinas del tel¨¦fono, la manera como un edificio resuelve un desnivel... Y resolverlo bien o mal es un tema de la ciudad; son cosas que tienen urbanidad, sentido de ciudad, si se resuelven de una manera que la mejora. Es cierto que la ciudad son las calles, pero es mucho m¨¢s. Por ejemplo, un edificio de cristal colocado en determinado lugar puede ser un objeto bonito pero totalmente antiurbano, y es antiurbano por su materia, porque autom¨¢ticamente es entendido como ajeno, agresivo. Por ejemplo, un cruce de trafico importante: ?cu¨¢l es la diferencia entre congesti¨®n y animaci¨®n? Decimos: esto es un sitio muy animado, y es bonito; pero cuando decimos: est¨¢ muy congestionado, es malo. Y eso radica en la materialidad, en la acumulaci¨®n de cosas sobreabundantes. No digo que la ciudad sea s¨®lo la materia, pero es muy importante. La labor del arquitecto, del urbanista o del ingeniero es materializar esa condici¨®n urbana, y es importante pensar y acertar en esto. Hay que reclamar cuestiones de calidad, no s¨®lo de gran concepto.
Sus proyectos son grandes obras, como el Moll de la Fusta de Barcelona u otros grandes puertos europeos. ?C¨®mo afronta esa urbanidad? Como punto de partida, hay que entender el car¨¢cter que ha de tener un lugar, y eso va muy ligado a su materia; si me apura, a su piel. Yo digo que me interesa la piel de las ciudades, y esto puede parecer una frivolidad. ?Claro, un arquitecto que s¨®lo se fija en las apariencias! Pero la ciudad tiene sus leyes, y al final, o al principio, como en el ser humano, estas leyes tienen que ver con la piel, que es una estructura en s¨ª misma. Esa piel de la ciudad, que es lo que vemos, lo que tocamos, caminamos o circulamos y a trav¨¦s de la cual entendemos lo dem¨¢s, y no al rev¨¦s, es lo esencial. Cuando me planteo un proyecto, pienso: ?c¨®mo se caminar¨¢ este sitio?, ?c¨®mo se tocar¨¢?, porque el tacto es muy importante en la ciudad, nuestro primer elemento de tacto son los pies caminando. Y ese sentido de c¨®mo establecemos contacto es lo que me lleva a dar mucha importancia a la materia. Y no es s¨®lo si se trata de piedra, hormig¨®n o cristal; la materialidad consiste en si es cuesta o plano, abierto o cerrado, escalera o rampa, lejano o pr¨®ximo.
Ha mencionado las esquinas. Dice que le interesan mucho como cruce de arquitecturas, de usos ciudadanos, de culturas... ?Hay un nuevo concepto de esquina en las ciudades modernas? La esquina que nos interesa hoy seguramente es s¨®lo una met¨¢fora de la esquina cl¨¢sica. La esquina es una intersecci¨®n en el sentido m¨¢s concreto. Por ejemplo, hoy una gasolinera en la salida de una ciudad -donde la gente va a comprar cuando cierran las tiendas, los j¨®venes se re¨²nen, se venden libros- es una esquina que aparece en un lugar de intersecci¨®n. El edificio de esquina como ejemplo arquitect¨®nico de una situaci¨®n inc¨®moda -que era construir all¨ª- es otra cosa. Pero se ha acabado sacando de la necesidad virtud. A lo mejor las estaciones de metro, los famosos intercambiadores, son nuestras esquinas actuales. Y si los convirti¨¦ramos en un espacio p¨²blico digno, el proyecto de una esquina as¨ª ser¨ªa bien interesante, y reconocible para la gente como punto c¨¦ntrico de la ciudad. En Buenos Aires, las gasolineras de la ciudad son fant¨¢sticas por la noche, son como salas de fiesta.
?Qu¨¦ piensa de los edificios emblem¨¢ticos que hacen ahora las grandes estrellas de la arquitectura? Fant¨¢sticos, espectaculares, una arquitectura que arrasa. Yo creo que est¨¢ arrasando sobre todo a los medios de comunicaci¨®n. Y a algunos arquitectos que les puede atraer ese tipo de actividad o enfoque de su profesi¨®n; pero a otros muchos, no. Es una dificultad, porque la arquitectura se ha vuelto una cosa tan capaz de ser publicitada, de contener un mensaje de prestigio, de novedad o sorpresa, que desvirt¨²a bastante el trabajo de los buenos arquitectos, que a veces hacen una arquitectura estupenda, aunque otras veces no entiendes lo que han hecho. Que me digan que ahora se va a construir una ciudad en Mongolia que consiste en encargar a 60 arquitectos de todo el mundo un edificio a cada uno me parece aberrante. Y eso, desgraciadamente, est¨¢ pasando.
Siempre ha habido arquitectos geniales, pero parece que nunca tantos divos como ahora... Yo creo que es un problema de distribuci¨®n de la informaci¨®n, porque lo que cuenta es una cierta imagen p¨²blica para el promotor o pol¨ªtico que lo encarga, que se consigue a trav¨¦s de un objeto sorprendente, y eso es una desgracia para la arquitectura. En ese sentido s¨ª que construir es el ata¨²d, como dice Betsky. Pero est¨¢ por ver, al final de todo esto, el impacto que tendr¨¢. Antes eran s¨®lo las grandes ciudades las que actuaban as¨ª, pero ahora son tambi¨¦n las medianas y las peque?as; todos quieren tener un edificio emblem¨¢tico, y cualquier sentido de urbanidad desaparece.
?Qu¨¦ es lo esencial que tiene que dar hoy la arquitectura al ciudadano? El sentido de pertenencia, ciudadan¨ªa se dir¨ªa en el castellano m¨¢s cl¨¢sico. Cuando vas a un buen paseo o parque, en Madrid u otra ciudad, en parte la sientes tuya; entiendes que mucha gente la ha hecho y que formas parte de esa ciudad. El cambio de lo subjetivo a lo colectivo, eso es lo que hace la ciudad, que es lo contrario del campo. En la ciudad vivimos con la total sensaci¨®n de que compartimos, y eso en la buena arquitectura es fundamental. Al final no hay distancia entre urbanismo y arquitectura, que buscan lo mismo.
No hace mucho dec¨ªa, en la revista 'Arquitectura', que ciudades como Vitoria o Logro?o le parecen muy correctas, muy bien resueltas, pero que no le emocionan nada. ?Por qu¨¦? No me emocionan porque en su crecimiento no tienen buena arquitectura urbana, son ciudades sosas. Hay una cuesti¨®n de pasi¨®n, de deseo, que en todo lo humano es muy importante, y si eso no se transmite... Es bueno que pasen los coches, que las casas existan, pero crear emoci¨®n con la ciudad es m¨¢s que eso. Y la emoci¨®n de la diversidad es lo que m¨¢s nos puede dar nuestra sociedad hoy, m¨¢s que el orden. Tampoco aguanto m¨¢s de tres d¨ªas en San Petersburgo, porque ya lo he visto. Pero vas a Manhattan y no te cansas; la energ¨ªa, el cambio..., la diversidad est¨¢ muy bien organizada.
?El buen urbanismo tiene que transmitir emoci¨®n por encima de todo? Yo creo que puede hacerlo, y de hecho lo hace.
?Y qu¨¦ ciudades le emocionan, aparte de C¨¢diz, la ciudad que m¨¢s le gusta del mundo? C¨¢diz es muy excepcional, por su tama?o, por ese equilibrio que tiene en medio de un cierto desorden volum¨¦trico, por esa situaci¨®n geogr¨¢fica escandalosamente bonita entre el mar abierto y el puerto, por la luz... No s¨¦, C¨¢diz es una tacita de plata, pero es mucho m¨¢s. Y me gusta mucho, aunque no quiero parecer esnob, Sidney, una ciudad totalmente moderna, hecha en el siglo XX, que explota muy bien su relaci¨®n con la bah¨ªa, con el agua, pero que ha colocado la arquitectura contempor¨¢nea con much¨ªsima inteligenci, y Chicago, y Rotterdam, y Ferrara...
Todas son ciudades relacionadas con el agua o con el mar, muy presente en sus trabajos. Esa relaci¨®n ?tiene que ver con sus gustos o con un encasillamiento profesional a partir del Moll de la Fusta? Supongo que ambas cosas. Los puertos me gustan mucho, creo que son lugares especialmente urbanos. Por una parte, es una construcci¨®n muy fuerte, muy de ingenier¨ªa, sometida a unas leyes de funcionamiento y de eficiencia muy exigentes, y eso igual en el puerto de Rotterdam que en el de Bermeo; pero al mismo tiempo tienen ese sentido ciudadano de que all¨ª vamos a parar todos y a entrar en contacto con el mar. Pero al final lo que me parece m¨¢s importante de los puertos, aparte de ver el mar, los barcos y el traj¨ªn, es que desde ellos entiendes la ciudad, aunque no la mires, y eso le da un inter¨¦s muy grande. Creo que los puertos son muy bonitos.
?C¨®mo fue, para un barcelon¨¦s, la experiencia de abrir Barcelona al mar? Fue una experiencia muy intensa, todo un desaf¨ªo. Al principio era la sensaci¨®n de luchar por una idea imposible; hab¨ªa que derribar tinglados, v¨ªas del tren, absorber competencias de la Junta del Puerto y pasarlas a la ciudad, modificar los tr¨¢ficos desde una idea arquitect¨®nica, y era la primera vez que esto se hac¨ªa. Todo eso cost¨®; pero en hacerlo, en la dificultad, estaba el disfrute. Y lo que vino despu¨¦s, la apertura de las playas, es lo mejor que se ha hecho como cambio de Barcelona.
Un proyecto como ¨¦se, cambiar los usos y la vida de una ciudad, supongo que es el sue?o de cualquier urbanista. ?Y tanto! Pero son proyectos de mucha gente, y si no hay esa complicidad, no funciona. Cuando hay un feeling amplio, desde el alcalde -porque sin alcalde es in¨²til, no hay urbanismo- hasta la opini¨®n p¨²blica, y cierto consenso profesional, las cosas salen. Eso fue posible en los a?os ochenta y seguramente no es repetible. El buen urbanismo no se puede hacer todos los a?os. Un proyecto de ciudad, o un trozo importante de ciudad, s¨®lo se puede hacer de vez en cuando; afortunadamente, porque si no estar¨ªamos siempre patas arriba... Es muy importante tener en cuenta que el urbanismo de calidad, el que hace cosas de cierta importancia y contiene ideas, deseos, emoci¨®n, no es para todos los d¨ªas.
Ya le hubiera gustado a su t¨ªo abuelo, Nicolau Rubi¨® i Tudur¨ª, poder realizar para la Rep¨²blica su proyecto so?ado de Iberia, una capital federal tipo Brasilia. S¨ª, s¨ª, algo hay de esto... Y no est¨¢ mal que sean as¨ª las cosas. Vivimos de proyectos que de vez en cuando realizamos y otros no. Yo he trabajado durante a?os en el puerto de Trieste, y las condiciones eran estupendas... Pues no ha salido. No hab¨ªa la energ¨ªa o el consenso suficiente para cambiar las cosas.
?Qu¨¦ piensa de las numerosas cr¨ªticas que se hacen ahora a Barcelona? El escritor Vila-Matas dec¨ªa hace poco que la ciudad se ha convertido en un parque tem¨¢tico para el turismo, llena de porquer¨ªa y orines; que se ha destrozado su tejido urbano. Creo que estamos en una fase m¨¢s pasiva, y efectivamente la invasi¨®n tur¨ªstica, que no deja de ser tambi¨¦n consecuencia de aquellas primeras actuaciones, est¨¢ cambiando mucho la atm¨®sfera y el ambiente de gran parte de la ciudad, no s¨®lo de la antigua e hist¨®rica. El turismo es algo muy enajenante, y su presencia modifica el transporte, el comercio, los lugares de ocio, y los ciudadanos a veces nos sentimos como marginados. Yo creo que Barcelona lleva diez a?os buscando una nueva manera de modernizarse que no acaba de llegar, pero que no es hacer m¨¢s de lo mismo, porque aqu¨¦llas eran cosas que estaban muy claras y se emprendieron con una ilusi¨®n y convicci¨®n tan fuertes que fue una garant¨ªa de acierto. Ahora no hay seguramente esos objetivos.
Usted ha reconvertido la base de submarinos alemanes de Saint Nazaire (Francia), que arrastraba una terrible memoria hist¨®rica, en un gran centro cultural y c¨ªvico. ?Mereci¨® la pena recuperarla? Yo creo que s¨ª merece la pena. Los castillos tambi¨¦n se han recuperado, y lo que fue un elemento de dominaci¨®n sobre la poblaci¨®n se convierte y es absorbido como elemento de recuperaci¨®n colectiva. Lo primero que propuse sobre esa enorme mole de la base submarina fue perforarla para que la sensaci¨®n de obst¨¢culo pudiese ser atravesada visualmente y a trav¨¦s de ella ver el puerto, el agua, y establecer una gran rampa que la gente pueda pisar, que sienta qui¨¦n manda: las personas que suben all¨¢. Hay algo imponente all¨ª, esos enormes muros de hormig¨®n, esos techos llenos de vigas de una grand¨ªsima expresividad arquitect¨®nica... Y lo que conven¨ªa era reapropi¨¢rselo y que perdiera ese lado t¨¦trico y negativo, que se convirtiera en todo lo contrario. Y la gente est¨¢ muy contenta, aunque al principio no fue as¨ª, porque esa enorme base de submarinos le cost¨® a la poblaci¨®n de Saint Nazaire (Nantes) ser bombardeada y arrasada por los aliados en la II Guerra Mundial. As¨ª que hab¨ªa gente que quer¨ªa derribarla, pero era algo tan caro que no se pod¨ªa pensar en ello. Ahora es un sitio fant¨¢stico donde la gente llega por el puerto, tiene cines, un hipermercado, un peque?o museo de historia de la navegaci¨®n, y realmente se ha convertido en un sitio vivo que forma parte de la vida de la ciudad sin banalizar la memoria. Al contrario. Yo creo que el respeto al pasado es reapropi¨¢rselo, no negarlo.
En alg¨²n momento ha dicho que de la arquitectura actual va a quedar muy poco... S¨ª, ?pero qu¨¦ queda de la Roma de los c¨¦sares?, pues unos monumentos, y es estupendo porque, si no, ?qu¨¦ paliza! No veo que sea un drama. Lo que no quiere decir que no haya muchas cosas que no est¨¢n bien y que deber¨ªamos estar interesados en sacarles mejor partido. Mi experiencia es que, cuando vas de entrada a una ciudad, ves una serie de adefesios, de desastres, los sitios que se han cargado; pero a la tercera vez ya no lo ves y empiezas a fijarte en otras cosas, y entiendes que la gente viva all¨ª y lo quiera, porque hay muchas lecturas.
Eso significa que las mayores aberraciones las acabamos asumiendo cuando convivimos un tiempo con ellas... ?Hombre, las aberraciones!, pero tampoco deber¨ªamos asumir las cosas feas, al contrario. Creo que habr¨ªa que actuar, y en vez de dar premios a las arquitecturas, habr¨ªa que derribarlas, habr¨ªa que dar antipremios, y cada a?o el peor edificio de Madrid o Barcelona, al suelo; basta uno, y no valdr¨ªa tanto dinero. Creo que habr¨ªa que ser implacable con lo feo, con lo equivocado, con lo maligno.
Es profesor en universidades como Harvard, Cambridge o Par¨ªs. ?Los intereses de los alumos son iguales que en Espa?a? Yo creo que son distintos, negativamente distintos. El inter¨¦s de la arquitectura en general no es lo que m¨¢s motiva; es la l¨ªnea de desarrollo personal, y es diferente en cada caso, cada escuela tiene sus tics. Los estudiantes ven los modelos profesionales de las grandes estrellas y se preguntan: ?si no voy a ser uno de ellos, para qu¨¦ estudio? No es un buen momento, y es preocupante, pero la gente ?por qu¨¦ estudia una carrera?
Usted, de tres generaciones de arquitectos, lo ten¨ªa claro... ?Ya sab¨ªa que con ese comentario me met¨ªa en un fregado!
?Que le sigue pidiendo a la arquitectura? M¨¢s de lo mismo, desaf¨ªo intelectual y pr¨¢ctico, porque los proyectos que hago son grandes en general y duros de pelear. Duran mucho tiempo, y es una carrera de resistencia, un combate a los puntos, nunca ganas por KO... Pido ilusi¨®n y tambi¨¦n energ¨ªa porque es un oficio duro.
Dice que hay pocos edificios actuales que le emocionen. D¨ªgame uno. El nuevo metro de Copenhague.
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