Las consecuencias de las hipotecas al 105%
Esta primavera, mientras corr¨ªa por el aeropuerto de Heathrow porque llegaba tarde a una conexi¨®n con un vuelo, vi al pasar un titular de peri¨®dico que dec¨ªa en grandes letras: "?El fin de las hipotecas al 105%!" Media hora despu¨¦s, mientras recuperaba el aliento y la cordura, ya en el avi¨®n, empec¨¦ a reflexionar sobre lo que quer¨ªa decir. Y no fue una conclusi¨®n muy agradable.
Lo que quer¨ªan decir las hipotecas al 105% era que los est¨²pidos bancos hab¨ªan prestado a personas insensatas (con unos tipos de inter¨¦s muy bajos, pensados para atraer), no s¨®lo todo el capital para comprar una casa o un piso sin que el comprador tuviera que poner nada de dinero, sino un 5% m¨¢s para, por ejemplo, arreglar la cocina.
El juego de "cad¨¢veres y buitres" puede seguir. Hay muchos bancos medianos a¨²n al borde de la quiebra
Esta estupidez no se limit¨® al Reino Unido, aunque es posible que sus excesos fueran muy superiores a los de todos los dem¨¢s. Y, la verdad sea dicha, si el sistema de pr¨¦stamos hipotecarios del Reino Unido hubiera sido el ¨²nico gravemente lesionado -una quiebra de Northern Rock por aqu¨ª, un cierre del Halifax Bank of Scotland por all¨¢-, no se habr¨ªa inmutado mucha gente en Singapur y Dubai.
El problema fue que ese mismo tipo de imprudencia fiscal estaba muy extendido en la mayor econom¨ªa del mundo y, sobre todo, que ese c¨¢ncer de "compra ahora y paga despu¨¦s" con pr¨¦stamos hipotecarios sin responsabilidad hab¨ªa atra¨ªdo a bancos e inversores en la mayor parte del mundo globalizado.
Las hipotecas de alto riesgo (ya el t¨¦rmino siempre me hizo agarrar con fuerza la cartera) en Estados Unidos hab¨ªan contado con la diligente financiaci¨®n de los que hasta ahora hab¨ªan sido austeros bancos suizos y sociedades inmobiliarias de North Yorkshire que sol¨ªan ser bastante dickensianas. Tambi¨¦n hab¨ªan sido financiados de forma indirecta (?pero qu¨¦ es "indirecto" en los tiempos que corren?) por compa?¨ªas de inversi¨®n noruegas y chinas. Y el resultado f¨ªsico est¨¢ m¨¢s claro que el agua; se puede ver hoy en todas esas fotograf¨ªas de cientos de mansiones uniformizadas a medio construir en los campos de cactus de Arizona. Fue el equivalente de la locura holandesa de los bulbos de tulipanes a principios del siglo XVIII. Y ahora se ha venido abajo, como era de esperar. Sic transit gloria.
Pero no son s¨®lo esos bancos est¨²pidos y esos prestatarios insensatos los que han resultado da?ados por la crisis de las hipotecas basura, la ca¨ªda de venerables instituciones financieras y las torpes reacciones de los legisladores (que no parecen entender c¨®mo funcionan los mercados modernos de capitales: por ejemplo, que las transacciones cortas sirven de contrapeso a las transacciones largas). La llamada "onda expansiva" est¨¢ llegando mucho m¨¢s lejos y, a medida que avanza, est¨¢ costando muchas v¨ªctimas e infligiendo graves da?os.
Todo esto me recuerda, con sentimientos encontrados, la expresi¨®n acu?ada por el gran economista austriaco Joseph Schumpeter al hablar de "la perenne tempestad de destrucci¨®n creativa" que acompa?a siempre al capitalismo. Desde luego, est¨¢ derribando muchos ¨¢rboles, y todav¨ªa caer¨¢n muchos m¨¢s que dejar¨¢n al descubierto su podredumbre interna.
Algunas v¨ªctimas han ocupado todos los grandes titulares en los medios de comunicaci¨®n: Bear Stearns, Northern Rock, Lehman Brothers, Washington Mutual, el Halifax Bank of Scotland. Otros, como Morgan Stanley y Goldman Sachs, han tenido que recurrir a otro tipo de criatura financiera para sobrevivir.
Incluso las entidades con suficientes activos de capital como para salir adelante e incluso comprar partes de sus camaradas ca¨ªdos en este gigantesco mercadillo de segunda mano (me refiero a Barclays, Lloyds, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley, Warren Buffett) tienen una posici¨®n m¨¢s reducida en cuanto a su capital absoluto, aunque seguramente ser¨¢n m¨¢s fuertes de aqu¨ª a un par de a?os.
Parece poco probable que este juego de "cad¨¢veres y buitres" se termine pronto, porque hay muchos m¨¢s bancos de mediano tama?o que est¨¢n al borde de la quiebra y seguramente no se habr¨ªan visto muy ayudados en la pr¨¢ctica por el primer paquete de recuperaci¨®n del Congreso, enorme y mal enfocado, que afortunadamente se encontr¨® con su n¨¦mesis ese mismo lunes por la tarde.
Mientras tanto, decenas de miles de operadores y empleados de banca con buenos salarios est¨¢n qued¨¢ndose sin empleo y sus alegres h¨¢bitos de consumo est¨¢n reduci¨¦ndose, lo cual, a su vez, afectar¨¢ a muchos m¨¢s puestos de trabajo. Peque?as empresas que confiaban en ampliar sus oficinas, o una pareja joven que quer¨ªa comprar su primer piso (y NO con una hipoteca al 105%), ver¨¢n que no pueden hacerlo. Han resultado perjudicados tanto grandes como chicos. El organismo chino de inversi¨®n, que meti¨® muchos miles de millones de d¨®lares en Fannie Mae y Freddie Mac, tambi¨¦n est¨¢ lami¨¦ndose las heridas.
Pero echemos un vistazo a algunas de las otras consecuencias imprevistas de la cat¨¢strofe de las hipotecas. A medida que la llamada econom¨ªa globalizada se contraiga, muchas de las empresas que contribuyen a apuntalarla sufrir¨¢n las consecuencias. Seguramente leeremos que Boeing y Airbus han aceptado plazos de entrega mucho m¨¢s largos para sus aviones de superlargo alcance; y seguramente los astilleros coreanos notar¨¢n una importante reducci¨®n de los futuros encargos de cargueros.
Seguramente, c¨®mo se revisan los planes de extracci¨®n de petr¨®leo, a la baja. Seguramente, los proveedores de equipamiento de alta tecnolog¨ªa para oficinas, ordenadores de mesa y supercomputadoras, ver¨¢n una ca¨ªda de los encargos, proporcional a su terrible p¨¦rdida de valor en el ¨ªndice Nasdaq en los ¨²ltimos tiempos. No es el mejor momento para estar en Silicon Valley. Es mucho mejor dedicarse a fabricar whisky escoc¨¦s de malta. Por lo menos, siempre puede uno beb¨¦rselo.
Esta contracci¨®n incluye asimismo la ca¨ªda del precio de todas las materias primas, especialmente el petr¨®leo. No es malo, al menos para los estadounidenses y otros consumidores occidentales que dependen del petr¨®leo, que el futuro precio del barril baje, por ejemplo, a s¨®lo 85 d¨®lares, sobre todo ahora que se aproxima el invierno. Adem¨¢s, esa bajada de precios afectar¨¢ con m¨¢s fuerza a Estados petrol¨ªferos arrogantes como la Venezuela de Ch¨¢vez y la Rusia de Putin. Ellos tambi¨¦n reconocer¨¢n como nunca que, en gran parte, dependen del London Interbank Offered Rate (el misterioso L¨ªbor) y el precio en mercado de futuros del crudo West Texas Intermediate. Tener que cerrar la bolsa rusa, como volvi¨® a ocurrir hace dos semanas, y tener que ver al mismo tiempo c¨®mo sale del pa¨ªs el capital de riesgo, tal vez sea una buena forma de cortar las bravatas del Kremlin en pol¨ªtica exterior.
Incluso la superpotencia emergente china est¨¢ sufriendo las consecuencias de estas distantes convulsiones capitalistas, aunque probablemente no en la misma medida. No obstante, ?c¨®mo no va a verse sacudido su Ministerio de Finanzas -que, seducido por los consejos de banqueros y consultores de Wall Street, coloc¨® miles de millones de d¨®lares en los llamados "refugios seguros" estadounidenses- por los tumultos financieros de las pasadas semanas?
?Debe confiar China en el aventurero sistema capitalista estadounidense? ?Es prudente invertir tanto dinero en instrumentos con denominaci¨®n en d¨®lares? ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con sus important¨ªsimas exportaciones a ese mercado de consumo, tan grande y tan vol¨¢til? El Diario del Pueblo de Pek¨ªn ya ha publicado un destacado art¨ªculo del economista Shi Jianxun en el que reclama que el mundo cree "una divisa y un sistema financiero diversificados y un orden financiero justo que no dependa de Estados Unidos". ?Qu¨¦ va a ser entonces del d¨®lar y su hist¨®rica fama de ser un refugio seguro?
Todo esto quiere decir que, al final, el mayor perdedor ser¨¢ probablemente Estados Unidos, y no me refiero s¨®lo al nivel de vida de decenas de millones de sus ciudadanos, sino a su "peso" militar, estrat¨¦gico y diplom¨¢tico en los asuntos mundiales.
Si la condici¨®n de gran potencia de un pa¨ªs se apoya fundamentalmente en su fuerza econ¨®mica y financiera, la crisis actual de los mercados de cr¨¦dito no tiene m¨¢s remedio que ser perjudicial, un golpe m¨¢s al final de ocho a?os de presidencia que ya han debilitado la posici¨®n de Estados Unidos en muchos otros aspectos. No hay m¨¢s remedio que admirar a los senadores McCain y Obama por su valor (o preocuparse por su falta de imaginaci¨®n) como aspirantes deseosos de entrar en una Casa Blanca tan llena de platos rotos.
Y mucho de ello tiene que ver con esas hipotecas al 105% y la arrogancia, la codicia y la estupidez de quienes las suministraron, quienes las aceptaron y las legislaturas que desmantelaron una prudente vigilancia fiscal.
Por desgracia, cuando miro mis ahorros para la pensi¨®n, veo que ten¨ªa raz¨®n al preocuparme por lo que significaba ese titular de peri¨®dico. En este mundo globalizado e interconectado, ning¨²n hombre (ni ninguna mujer) es una isla. As¨ª que, en las inmortales palabras de John Donne, "no preguntes nunca por qui¨¦n doblan las campanas. Doblan por ti".
Paul Kennedy ocupa la c¨¢tedra J. Richardson de Historia, y es director del Instituto de Estudios sobre Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. ? 2008, Tribune Media Services, INC. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.