El 'indie' y sus reticencias
El pasado mes, un art¨ªculo del blog jenesaispop.com gener¨® alboroto en el ambientillo indie. Firmado por Supervago, se titulaba "Los indies son pobres porque quieren". Empezaba fuerte: "Todos los d¨ªas nos quejamos de que la m¨²sica que suena en Espa?a es horrible, que la lista de ventas es la que menos discos reconocidos por la cr¨ªtica contiene de toda Europa, que es una injusticia que artistas como La Buena Vida o Fernando Alfaro no puedan vivir de la m¨²sica. Sin embargo, la culpa no siempre es de las multinacionales y sus productos. En muchos casos cada grupo indie se gana su fracaso comercial con desprop¨®sitos promocionales. ?No les interesa vivir de la m¨²sica sino que la gente piense que son aut¨¦nticos?".
La m¨²sica creativa ha desaparecido de las televisiones nacionales
Supervago lamenta la carencia de medios que reflejen las andanzas de sus h¨¦roes. Lo comparaba con el New Musical Express. El semanario brit¨¢nico utiliza t¨¦cnicas de tabloide para mantener el inter¨¦s de sus lectores, contaminando a los genuinos tabloides, que finalmente cubren las haza?as de los hermanos Gallagher, Peter Doherty o Amy Winehouse.
No son buenos ejemplos: dudo que los artistas nacionales aceptaran una fama que suponga someterse a tan tir¨¢nico escrutinio medi¨¢tico. Con buenos motivos: no tienen mucha cintura -ni equipo de "control de da?os"- para situaciones comprometidas, como est¨¢ demostrando Bunbury.
En los 80, Alaska cantaba "quiero ser un bote de Col¨®n / y salir anunciada en la televisi¨®n". Los indies de hoy apreciar¨¢n la iron¨ªa: s¨®lo salen como fondo de spots. Aparte de La Dos, la m¨²sica creativa ha desaparecido de las televisiones nacionales; uno de los condicionantes que asfixian a nuestros m¨²sicos. Otro condicionante: el desinter¨¦s de las grandes discogr¨¢ficas. En Londres, funciona la pol¨ªtica de chequeras: los grupos indies llamativos son fichados por las grandes (cuando no graban de principio para sellos financiados por multis). Eso no suele ocurrir aqu¨ª; cuando ocurre, no se garantiza final feliz, como algunos deducen de la actual frialdad entre EMI y Deluxe.
Aunque el texto no profundice en ello, el problema central es la actitud. ?Hay pavor a triunfar? S¨ª, si se trata del ¨¦xito convencional. Si bien ellos nunca lo expresar¨ªan as¨ª, uno sospecha que Los Planetas prefieren sabotear sus posibilidades comerciales. Pueden permitirse menospreciar sus ventas discogr¨¢ficas: cobran unos 50.000 euros por bolo. Los siguientes en el escalaf¨®n tienen econom¨ªas mucho menos saneadas y, llegando a la segunda divisi¨®n, se evidencia la escasez en los presupuestos de grabaci¨®n y promoci¨®n.
Generalizando, se palpa un claro temor a saltar al mainstream. Y es que la polic¨ªa del indie castiga a quienes ans¨ªen abrir mercados; esas ambiciones, aparentemente, son cosas de adultos maleados. Por el contrario, exhiben modos colegiales: hay publicaciones, programas radiof¨®nicos, p¨¢ginas web que producen verdadero rubor por su infantilismo. Sistem¨¢ticamente, se ignora la dimensi¨®n profesional: periodistas y locutores ocultan las verdaderas ventas, que tienden hacia lo min¨²sculo, y tapan los frecuentes conflictos entre grupos y disqueras.
As¨ª que el mundillo indie tiene mucho de fantas¨ªa consensuada. Entre los polos del autismo y la marginaci¨®n, se mantiene una f¨¦rtil actividad condenada a la clandestinidad. Una generaci¨®n de grupos que solo florecen en verano, con los festivales, y que van desapareciendo seg¨²n sus miembros se hacen adultos e ingresan en el mundo real. Desde fuera, parece un triste desperdicio de energ¨ªas.
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