El 'crash' de 2008, ?c¨®mo el de 1929?
Ni simple desaceleraci¨®n como se empecin¨® durante un tiempo el Gobierno, ni recesi¨®n como sosten¨ªamos algunos. Estamos al borde del precipicio que m¨¢s temen los economistas: una depresi¨®n econ¨®mica. Para entendernos, la depresi¨®n es para la econom¨ªa lo que la anorexia para las personas, una p¨¦rdida del apetito de consumo y de inversi¨®n. Como es sabido, una vez que se cae en la anorexia lleva tiempo salir de ella.
Por una parte tenemos creciente evidencia de que la econom¨ªa se est¨¢ debilitando. Los indicadores de consumo, producci¨®n industrial y empleo muestran signos claros de p¨¦rdida de pulso; mientras, la sequ¨ªa de cr¨¦dito no da aliento ni a las familias ni a las empresas, que no s¨®lo no pueden acceder a nuevos cr¨¦ditos, sino que se ven obligadas a pagar m¨¢s caro el que ten¨ªan.
?Vamos hacia una reedici¨®n de la depresi¨®n de 1929 o de la recesi¨®n de 1987? Quiero ser optimista
Por otra, estamos asistiendo a un crash burs¨¢til y a un p¨¢nico financiero como no hab¨ªamos visto desde el crash de octubre de 1987 o, a¨²n peor, desde el de octubre de 1929 (por cierto, ?qu¨¦ tendr¨¢ octubre para ser tan propicio a crashes burs¨¢tiles? ?Habr¨¢ que eliminarlo del calendario como los estadounidenses hacen con el piso 13 de los edificios?).
Por ¨²ltimo, tenemos un liderazgo pol¨ªtico dubitativo y confuso, tanto a nivel nacional como europeo.
Econom¨ªa d¨¦bil, quiebras bancarias, p¨¢nico financiero y liderazgo pol¨ªtico err¨¢tico componen un c¨®ctel potencialmente explosivo para el crecimiento econ¨®mico y para nuestro bienestar.
Necesitamos con urgencia una hoja de ruta para avanzar en miedo de la tormenta financiera y de la amenaza de anorexia econ¨®mica. La primera cuesti¨®n es conocer cu¨¢l es la relaci¨®n entre el desplome burs¨¢til, las quiebras bancarias y la econom¨ªa real. La segunda es discernir si es suficiente con frenar las quiebras bancarias o es necesario, adem¨¢s, poner en marcha un programa econ¨®mico que evite la anorexia.
?Es inevitable que el desplome de la Bolsa degenere en una depresi¨®n econ¨®mica? No necesariamente. Burbujas que al explotar generan quiebras y p¨¢nico hemos tenido bastantes a lo largo de los dos ¨²ltimos siglos. Pero, para lo que aqu¨ª nos interesa, lo importante es que no todas han tenido iguales efectos devastadores.
As¨ª, el derrumbe de la Bolsa de octubre de 1929 y el p¨¢nico financiero que le sigui¨® provocaron una intensa y duradera depresi¨®n econ¨®mica. Y adem¨¢s tuvo consecuencias sociales y pol¨ªticas devastadoras, en la medida en que favoreci¨® la llegada de Adolf Hitler al poder y el ascenso del nazismo, lo que a su vez desemboc¨® en la II Guerra Mundial.
Por el contrario, el derrumbe de la Bolsa de octubre de 1987, cuando el ¨ªndice Dow Jones de Wall Street lleg¨® a caer tambi¨¦n m¨¢s de 500 puntos en un d¨ªa, no tuvo esas consecuencias devastadoras. Se sald¨® con algunas quiebras bancarias y una recesi¨®n que fue superada bastante r¨¢pidamente.
?Qu¨¦ es lo que provoc¨® esa diferencia? El factor diferencial esencial fue el papel que desempe?¨® el Estado en uno y otro caso. En 1929 no hab¨ªa ning¨²n instrumento legal que permitiese a las autoridades salir al rescate de las instituciones financieras en quiebra y de las familias ahogadas por la ca¨ªda de los precios y el endeudamiento hipotecario. Adem¨¢s los pol¨ªticos m¨¢s conservadores se opusieron a las medidas de rescate. Como consecuencia, el p¨¢nico se extendi¨® y la depresi¨®n se introdujo en la econom¨ªa.
S¨®lo con la llegada a la presidencia de EE UU, en marzo de 1933, de Franklin D. Roosevelt comenzaron las autoridades p¨²blicas a dotarse de instrumentos para erradicar el p¨¢nico financiero, estabilizar la econom¨ªa y proteger a los m¨¢s d¨¦biles. Su lema sigue siendo, a mi juicio, v¨¢lido en estos d¨ªas: " A lo ¨²nico que hay que temer es al miedo".
Surgieron entonces toda una panoplia de instrumentos regulatorios y de intervenci¨®n p¨²blica orientados a: 1) evitar los p¨¢nicos financieros mediante el seguro de dep¨®sitos bancarios; 2) salir al rescate de los bancos en quiebra mediante diversos tipos de intervenci¨®n p¨²blica, incluida la nacionalizaci¨®n, y 3) aliviar a las familias endeudadas mediante la suspensi¨®n temporal de la ejecuci¨®n de hipotecas y otros mecanismos orientados a disminuir su endeudamiento. Adem¨¢s Roosevelt puso en marcha un programa de fomento de la actividad econ¨®mica y del empleo. Todo eso fue el inicio del Estado de bienestar que unos a?os m¨¢s tarde, en 1936, vendr¨ªa a tener el respaldo cient¨ªfico del gran economista John Maynard Keynes. Con esa experiencia y esos nuevos instrumentos de intervenci¨®n, el desplome de la Bolsa de octubre de 1987 no tuvo el dramatismo del de 1929. Aun as¨ª, exigi¨® nuevos instrumentos en forma de acuerdos entre los gobiernos de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados para hacer frente de manera coordinada a la crisis. Con esos acuerdos, en 1987 se logr¨® contener el p¨¢nico y evitar las desastrosas consecuencias econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas que hab¨ªan tenido lugar en 1929.
?Cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias del colapso financiero que estamos viviendo? ?Vamos hacia una reedici¨®n de la depresi¨®n del 29 o de la recesi¨®n del 87? Quiero ser optimista. No es posible que no hayamos aprendido nada de esas dos experiencias pasadas. De algo habr¨¢n valido. Y as¨ª parece ser en el momento en que escribo este art¨ªculo. Las acciones coordinadas que han acordado este pasado fin de semana los gobiernos de la Uni¨®n Europea est¨¢n orientadas por aquel principio rooseveltiano.
Una vez que se haya contenido el p¨¢nico y restaurado la confianza de los ciudadanos en el sistema financiero, habr¨¢ que pensar en la puesta en marcha de un programa de fomento de la actividad econ¨®mica y del empleo, as¨ª como en regular mejor el capitalismo financiero para evitar las situaciones de inestabilidad como la que estamos viviendo.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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