Por qu¨¦ protestamos los jueces
La convocatoria de Juntas de Jueces en toda Espa?a para el d¨ªa 21 de octubre constituye un acontecimiento singular. Este tsunami judicial ha surgido desde la judicatura de a pie, y evidencia que no es lo mismo estar en la primera l¨ªnea, en las trincheras, que en otros niveles m¨¢s confortables de la carrera, y que la atenci¨®n a estos ¨®rganos judiciales ha sido descuidada por todos los estamentos con competencias en la Administraci¨®n de Justicia, especialmente por las c¨²pulas directivas del poder judicial.
Junto a ese estado latente de malestar por las condiciones en las que desarrollamos nuestro trabajo, los detonantes de esta protesta han sido dos. El primero, el sesgo descaradamente partidista de los nombramientos de los vocales del Consejo General del Poder Judicial y las injerencias p¨²blicas y notorias del poder ejecutivo en los nombramientos del presidente y vicepresidente de dicho ¨®rgano. El segundo, las desafortunadas declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno y del ministro de Justicia en relaci¨®n al expediente disciplinario abierto al juez Rafael Tirado, haciendo p¨²blicas sus esperanzas sobre la sanci¨®n concreta que debiera recaer sobre el expedientado. Reducir un evidente fracaso del sistema judicial a una cuesti¨®n de responsabilidades profesionales, obviando cualquier autocr¨ªtica del propio poder ejecutivo, ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Cabe temer que la protesta judicial sea le¨ªda en clave corporativista. ?Por qu¨¦? Porque un an¨¢lisis profundo de la Justicia espa?ola exigir¨ªa valorar muy negativamente la actuaci¨®n de un n¨²mero variado de protagonistas: poder ejecutivo y comunidades aut¨®nomas, sucesivos consejos del poder judicial y c¨²pulas de las asociaciones judiciales, cuya complicidad en el actual estado de cosas se visualiza peri¨®dicamente en el nombramiento partidista (contraviniendo la doctrina del Tribunal Constitucional) de los vocales del Consejo.
Por ¨²ltimo, pero no menos importante, hay que mencionar el desencanto en la judicatura, que se siente poco valorada, atrapada entre un poder ejecutivo que mete la mano sin complejos en el gobierno del judicial y unos medios de comunicaci¨®n que s¨®lo dedican su atenci¨®n a los casos m¨¢s dram¨¢ticos, fatalmente presentados como "errores judiciales". Tanto el Consejo General del Poder Judicial como las asociaciones judiciales renunciaron hace tiempo a hacer pedagog¨ªa social, mostrando a la sociedad espa?ola la situaci¨®n real de juzgados y tribunales.
Lo que piden los jueces es poder desarrollar su tarea en condiciones dignas, con cargas de trabajo razonables que permitan hacer efectivo el derecho fundamental a la tutela judicial, y sin tener que soportar interferencias del poder ejecutivo en su ¨®rgano de gobierno, del que dependen funciones tan sensibles como el r¨¦gimen disciplinario y la pol¨ªtica de nombramientos. Dif¨ªcilmente tendremos una justicia de calidad con unos jueces desmotivados, desbordados e impartiendo justicia a la defensiva.
Jos¨¦ Luis Utrera y Jos¨¦ Luis Manj¨®n-Cabeza son magistrados. Firman igualmente este art¨ªculo los tambi¨¦n magistrados Jos¨¦ Manuel Balerdi, Antonio Gil Merino (jubilado), Soledad Jurado, Andr¨¦s M¨¢rquez Aranda (jubilado), Carmen Orland y Juan Romeo Laguna.
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