Sarien Herria
La sociedad vasca es una sociedad dividida. Presenta, en primer lugar, una brecha identitaria que la pol¨ªtica hace presente cada d¨ªa. Pero existen otros puntos de divisi¨®n menos patentes aunque igualmente da?inos para la cohesi¨®n social. Los vascos tambi¨¦n se dividen entre los que tienen un premio y los que carecen de ¨¦l. Porque una nota de nuestra modernidad consiste en la proliferaci¨®n de premios y laureles por doquier.
Ciertamente, en esta cuesti¨®n estamos en sinton¨ªa con el mundo que nos rodea o nos alcanza a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Pero entre nosotros la moda ha alcanzado una pujanza sin parang¨®n posible. No pasa semana sin que se fallen o se entreguen dos o tres galardones. Y los hay de todas las clases, p¨²blicos y privados, institucionales y populares: empresariales, de quesos, cient¨ªficos, medioambientales, literarios, de cooperaci¨®n, acad¨¦micos, de moda, deportivos, gastron¨®micos, de artes pl¨¢sticas, escolares, de innovaci¨®n, enol¨®gicos, de belleza, sanitarios, de hosteler¨ªa, period¨ªsticos, cinematogr¨¢ficos, de igualdad, ling¨¹¨ªsticos, comerciales, de integraci¨®n social, musicales, arquitect¨®nicos... As¨ª, hasta llenar una lista que podr¨ªa ser casi telef¨®nica por abarcar a todos los ¨¢mbitos excepto el de la banca, cuya reserva parece disculpable.
Adem¨¢s, la complejidad administrativa con la que se compensa nuestra modesta extensi¨®n territorial hace que haya galardones locales, provinciales, nacionales e incluso universales, hasta el punto de convertir al Pa¨ªs Vasco en una suerte de Sarien Herria o Premiolandia. No se comprende que, siendo como somos tan amigos de compararnos y establecer clasificaciones imposibles, nadie del Gobierno vasco se haya dado cuenta de que en este campo Euskadi rebasa con holgura la media de Espa?a y podr¨ªa codearse con los pa¨ªses punteros de la Uni¨®n Europea y del universo mundo.
Tampoco se entiende que los investigadores sociales de nuestra universidad y de las distintas sociedades de estudio no se hayan puesto a indagar en las causas profundas de tal profusi¨®n de reconocimientos y homenajes. ?Se ha convertido en una peculiaridad vasca?, ?contradice esta exuberancia el paradigma del vasco austero, contenido y poco dado a la efusi¨®n en p¨²blico? Algunos estudiosos sit¨²an la cuesti¨®n de los premios en un carril paralelo al que hace que la gente inmole su imagen y el sentido del decoro en programas de televisi¨®n ideados por psic¨®patas. Es la necesidad de reconocimiento social, una reacci¨®n frente al individualismo alienante que impone la sociedad moderna, dicen. Una explicaci¨®n que viene como anillo al dedo a una comunidad peque?a como la vasca, que requiere encontrarse, reconocerse colectivamente.
En cualquier caso, el fen¨®meno produce ya efectos de indudable relevancia. Hasta hace pocos a?os hab¨ªa quienes cuestionaban, por racionalidad territorial y econom¨ªa, la carrera desatada entre las capitales y las cabeceras comarcales por disponer de su propio palacio de congresos, con varias salas multiuso. A la vista est¨¢ que no contaban con la actividad inducida por los premios. Porque todo galard¨®n que se precie tiene un acto de entrega solemne, y los de mayor rango reclaman una gala multitudinaria que a su vez requiere un espacio adecuado.
Los economistas tienen asimismo trabajo en este campo. Ser¨ªa interesante conocer la actividad productiva inducida por tales celebraciones, que implican a numerosos sectores. No s¨®lo el del textil y el calzado -traje oscuro para ellos, vestido largo o de media gala para ellas-. La entrega de un premio como dios manda dinamiza al sector papelero y gr¨¢fico con la confecci¨®n de las invitaciones, al de la hosteler¨ªa con las bebidas y canap¨¦s, al del taxi con el traslado de los invitados; y da trabajo a azafatas, peluqueras y maquilladoras, m¨²sicos, decoradores, iluminadores y presentadores, sin olvidar a las florister¨ªas ni a los artistas o artesanos que crean los trofeos. ?Cu¨¢l es su contribuci¨®n neta al Producto Interior Bruto y a las cifras de empleo? ?Potenciar la concesi¨®n y entrega de premios puede constituir una eficaz medida antic¨ªclica para evitar la recesi¨®n o, por el contrario, hay que reducirlos por mor de la austeridad que impone la crisis? He ah¨ª un dilema que resolver.
Todo asunto tiene, sin embargo, su cruz. El reconocimiento p¨²blico es por definici¨®n selectivo y satisface tanto al que lo recibe como amarga a quien se queda sin ¨¦l creyendo merecerlo. De modo que tambi¨¦n habr¨ªa que estudiar de qu¨¦ modo los premios est¨¢n afectando a la cohesi¨®n y salud social del pa¨ªs, porque cada satisfecho galardonado genera, al menos, dos agraviados. Con el agravante de que, seguramente, muchos de ellos tendr¨¢n que aplaudir en el acto de entrega la injusticia cometida a su costa.
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