El fiscal, contra Garz¨®n
La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decidir¨¢ sobre la causa contra el franquismo
La desenvuelta e ingeniosa articulaci¨®n jur¨ªdica en la que el juez Garz¨®n basa su competencia para iniciar una causa penal por los cr¨ªmenes del franquismo a instancias de asociaciones de familiares de v¨ªctimas ha merecido del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, una contundente respuesta jur¨ªdica a la vez que una grave acusaci¨®n: haber hecho una interpretaci¨®n de la ley dirigida a fabricar un caso.
Que el recurso del fiscal sea capaz de dejar en nada el andamiaje jur¨ªdico armado por Garz¨®n es algo que queda en manos de la Sala de lo Penal de la Audiencia. Son sobre todo cuestiones jur¨ªdicas lo que urge aclarar en esta fase del procedimiento: si la sublevaci¨®n militar contra la Rep¨²blica y las matanzas que siguieron durante la Guerra Civil y luego sobre todo en la primera d¨¦cada del r¨¦gimen franquista fueron cr¨ªmenes contra la humanidad o delitos comunes; si son o no imprescriptibles; si se trata o no en la mayor¨ªa de los casos de delitos de detenci¨®n ilegal permanente por desaparici¨®n forzosa de personas enterradas en fosas comunes; y si la Ley de Amnist¨ªa de octubre de 1977, con que se sell¨® la transici¨®n pol¨ªtica a la salida de la dictadura, alcanz¨® o no a aquellos hechos.
No es tanto la supuesta osad¨ªa jur¨ªdica de Garz¨®n como su decisi¨®n de atreverse a poner negro sobre blanco en un auto judicial que Franco y los generales sublevados en julio de 1936 fueron autores de graves cr¨ªmenes contra una parte de la poblaci¨®n, lo que parece motivar el grueso de las cr¨ªticas al juez. La osad¨ªa jur¨ªdica, de comprobarse, tendr¨¢ debida respuesta al resolver la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional el recurso del fiscal. M¨¢s dif¨ªcil es encontrar respuesta a la anomal¨ªa que supone que en la Espa?a democr¨¢tica haya sectores que no aceptan siquiera un encausamiento simb¨®lico del franquismo.
No es la supuesta megaloman¨ªa de un juez el principal problema, sino la resistencia de sectores que se dicen democr¨¢ticos a reconocer, no ya la naturaleza criminal del franquismo, sino la comisi¨®n de cr¨ªmenes concretos; o que consideran que si los hubo estaban justificados por la situaci¨®n. No es de temer, sin embargo, que esas actitudes alteren a estas alturas la convivencia, como no lo har¨ªa que otros sectores negaran que fueron cr¨ªmenes monstruosos los asesinatos en el bando republicano de m¨¢s de 6.000 curas y monjas y 13 obispos por el hecho de serlo, o los paseos de presos, muchos de ellos detenidos ¨²nicamente por sus ideas, reales o supuestas.
Lo que revela la iniciativa de Garz¨®n es que la transici¨®n pol¨ªtica, fundamento de la actual convivencia, no contempl¨®, sin duda por las circunstancias en que se gest¨®, una r¨¢pida actuaci¨®n administrativa para sacar de las fosas comunes las decenas de miles de fusilados o paseados enterrados en ellas. En ello se est¨¢ y el transcurso del tiempo no resta justicia ni humanidad a la iniciativa. La democracia espa?ola debe hacer suyas a todas las v¨ªctimas, sea cual sea la causa por la que cayeron.
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