Justicia po¨¦tica
Vaya por delante el reconocimiento a Miguel Romero Esteo por el Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica que obtuvo este pasado lunes. Su obra, siempre excesiva y cr¨ªtica, cargada de barroquismo y de sarcasmo, dif¨ªcil y sin concesiones, trajo el aire irredento de la transgresi¨®n al teatro escrito en este pa¨ªs que padec¨ªa entonces (los sesenta y setenta) la condena de quedarse en eso: en el papel, y no llegar nunca a los escenarios por la censura de la dictadura.
Frente al Premio Nacional de Teatro, que reconoce y recompensa una larga trayectoria, y que se viene otorgando desde 1957, el de Literatura Dram¨¢tica es un galard¨®n de relativa reciente creaci¨®n, 1992, y que destaca la mejor obra publicada el a?o anterior. Por puro sentido com¨²n, ese concepto de "justicia po¨¦tica", que Romero Esteo utiliz¨® para agradecer el fallo, se ajusta mejor a un galard¨®n que premia una trayectoria. ?Qu¨¦ ha ocurrido? ?Que una obra escrita en 1965 tiene m¨¢s fuerza y actualidad y nervio que las que se escribieron, y publicaron, en 2007?
Al margen de los m¨¦ritos indiscutibles de Romero Esteo, ?no tiene justamente un premio que se otorga a una obra del a?o anterior el sentido de destacar lo que se est¨¢ cociendo ahora (y no lo que se cocin¨® hace m¨¢s de treinta a?os)? ?No hay nuevos autores? ?No hay editoriales que publiquen a los nuevos autores? ?Y qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª para que la mejor obra de 2007 (mejor dicho, de 1965) no se haya estrenado a¨²n?
Cuantos escriben teatro hoy ya saben por fin lo que tienen que hacer. Guardar sus piezas 30 a?os. Publicarlas entonces y cruzar los dedos, y esperar el reconocimiento (basta ver la lista de los premiados con el Nacional de Literatura Dram¨¢tica para comprobar que la mayor¨ªa de ellos llevaban a?os en el oficio). Quiz¨¢ convenga ver con lupa el sentido de estos premios nacionales que otorga el ministerio, saber de la excelencia de los miembros de esos jurados que deben defender la excelencia, quitarles todo punto de corporativismo y de amiguismo, de af¨¢n de notoriedad. O consagrar, abiertamente, la "justicia po¨¦tica" como el criterio m¨¢s ajustado para pronunciarse sobre el presente.
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