Homenaje al mito guerrillero
La hija de Foucellas regresa a Galicia para los actos del centenario de su padre
Como toda buena leyenda, el misterio, la f¨¢bula y las an¨¦cdotas, ciertas o inventadas, alimentan el mito de Foucellas, Benigno Andrade Garc¨ªa, el m¨¢s c¨¦lebre de los guerrilleros antifranquistas en Galicia. En vida ya era famoso, personaje popular mitad h¨¦roe, mitad bandido, antes de ser detenido, condenado a muerte y ejecutado a garrote vil en la c¨¢rcel de A Coru?a el 7 de agosto de 1952. Foucellas llevaba 16 a?os burlando la represi¨®n franquista, huido en el monte coru?¨¦s, entre Ordes y Curtis principalmente.
En el centenario de su nacimiento, el 22 de octubre de 1908 en la peque?a aldea de Mes¨ªa (A Coru?a) de la que tom¨® su nombre de guerrilla, As Foucellas, el mito del maquis gallego ser¨¢ recordado con charlas (en Curtis hoy y ma?ana en Ordes) y una ruta (el s¨¢bado) por los escenarios principales de una vida casi de ficci¨®n. Unos actos con los que la Comisi¨®n por la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica quiere rendir homenaje a toda la resistencia antifranquista.
"No olvido ni a quien hizo el mal ni a quien hizo el bien", afirma Pepi?a
"Yo luch¨¦ por la libertad, no la ver¨¦ pero vosotros s¨ª, seguid ese ejemplo, el de vuestra madre", Mar¨ªa P¨¦rez Mellid, fallecida a?os antes, desterrada y sola en Valladolid. Fue el ¨²ltimo mensaje de Foucellas a sus dos hijos adolescentes, en la madrugada de su ejecuci¨®n. Una noche tr¨¢gica, en una sala de la c¨¢rcel abarrotada de oficiales del Ej¨¦rcito y curas, recuerda Josefa Andrade, Pepi?a, la hija mayor del guerrillero. "Mi padre estaba sentado ante una botella de co?¨¢ y una copa, y yo le suplicaba que bebiese, quer¨ªa que se emborrachase para no sentir, pero ¨¦l no quiso, quer¨ªa estar sereno". Su ¨²ltima voluntad fue pedir un notario para hacer constar que era el ¨²nico culpable, que sus hijos eran inocentes y rogar que no sufrieran represalias. "Y as¨ª fue, tras su muerte nunca m¨¢s nos molestaron".
Pero nada ni nadie podr¨¢ jam¨¢s borrar el "trauma" de Pepi?a, profundamente marcada por el acoso constante de la Guardia Civil en sus primeros 16 a?os de vida por tener un padre fugitivo, el hombre m¨¢s buscado por los franquistas que ve¨ªa de vez en cuando a escondidas, y una madre desterrada tambi¨¦n por roja. Un matrimonio de origen humilde que se meti¨® en pol¨ªtica, fundando la c¨¦lula comunista de Curtis, de la mano del m¨¦dico del pueblo, Manuel Calvelo L¨®pez.
La hija de Foucellas a¨²n no sabe c¨®mo va a reaccionar cuando regrese hoy a Galicia para a este fin de semana de homenaje a su padre. Desde que se fue en 1957 a Francia y luego a Alicante, la tierra de su marido donde reside, Pepi?a s¨®lo volvi¨® hace m¨¢s de 30 a?os para el entierro de la t¨ªa que la cr¨ªo. "Hay que ver el da?o que nos hicieron, era o¨ªr la palabra Galicia y me pon¨ªa a temblar, por el dolor. Estuve ingresada en un psiqui¨¢trico en Par¨ªs con una depresi¨®n nerviosa causada por este trauma infantil", cuenta.
Su testimonio no s¨®lo es el de la hija del mito sino la de una v¨ªctima que ni olvida ni perdona. Con 12 a?os, hu¨¦rfana de madre y con su t¨ªa encarcelada por haberle sido encontrada una carta de Foucellas, Pepi?a se fue sola a ver el gobernador civil de A Coru?a para suplicarle que la dejasen en paz. "Estaba desesperada, cuando llegu¨¦ ante ese se?or de pelo blanco, don Fernando Hierro, me pus¨¦ a llorar tanto que no pod¨ªa hablar. Nunca olvidar¨¦ lo cari?oso que fue".
Josefa Andrade, de 72 a?os, rememora con todo detalle a aquel hombre que le prometi¨® protecci¨®n; la detenci¨®n de Foucellas en Oza dos R¨ªos el 9 de marzo de 1952, tres a?os despu¨¦s de la ca¨ªda masiva de la guerrilla gallega; el cuartel de Betanzos donde fue torturado -"me dijo que le movieron un poco la pierna", herida de bala y fracturada-; el juicio en el que su padre fue condenado tres veces a muerte "como el mayor criminal de los ¨²ltimos a?os" pese a no tener delitos de sangre; la carta que envi¨® rogando clemencia a la hija del dictador, Carmen Franco, y su contestaci¨®n de que no pod¨ªa "meterse en asuntos pol¨ªticos". Pepi?a no olvida, "ni a quien hizo el mal ni a quien hizo el bien". "Muchos curas escondieron a mi padre, muchos de derechas le dieron cobijo y comida. Y tambi¨¦n un teniente de la Guardia Civil, al que a?os despu¨¦s fui a visitar para darle las gracias por lo que hizo por mi padre".
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