Hombres medicina
La Iglesia ha vuelto a armarla con ese cr¨ªo andaluz, popularmente llamado el beb¨¦ medicina, que para los obispos ha nacido con dos pecados originales: el de todos nosotros y el de la ingenier¨ªa gen¨¦tica. El de todos nosotros, por cierto, comienza a cargar. La Conferencia Episcopal no ha pedido perd¨®n por los cr¨ªmenes reales cometidos por los suyos en colaboraci¨®n con Franco hace dos d¨ªas, y pretende que usted y yo nos demos golpes en el pecho por algo sucedido en el principio de los tiempos y en el interior de una novela (la Biblia), que por otra parte nos parece magn¨ªfica. ?C¨®mo se puede vivir en una confusi¨®n de este tama?o?
Dos pecados originales, pues. Pobre ni?o, con menuda carga simb¨®lica viene al mundo. Tendr¨¢ que sufrir por lo que hizo Eva y por lo que hicieron los m¨¦dicos. Hist¨®ricamente hemos aceptado que los hijos sean producto del azar, fruto del deseo, mano de obra barata u objetos de consumo. ?Por qu¨¦ no admitir esta funci¨®n salvadora que no excluye ninguna de las otras? ?Por qu¨¦ referirse al ni?o, peyorativamente, como el beb¨¦ medicina? ?Acaso no fue Cristo un hombre medicina? Despu¨¦s de todo, vino al mundo con el objeto de salvar, no ya a un hermano, sino a la humanidad entera. En cuanto a su concepci¨®n, tambi¨¦n fue el resultado de alg¨²n tipo de manipulaci¨®n gen¨¦tica, pues su madre se qued¨® embarazada sin comerlo ni beberlo, por medio de una paloma, eso es lo que dicen. ?A qu¨¦, pues, tanto esc¨¢ndalo con el beb¨¦ medicina? En lugar de satanizarle, pobre, deber¨ªan celebrar su llegada como una revelaci¨®n. Ojal¨¢ todos los seres humanos fueran alumbrados para salvar a alguien. La humanidad entrar¨¢ en una nueva era el d¨ªa en el que la reproducci¨®n -asistida o no- carezca de otro sentido que el de provocar la vida, pues hasta ahora s¨®lo hemos demostrado cierta habilidad para producir la muerte.
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