Pragmatismo ante la crisis financiera
La continua aparici¨®n de noticias sobre la crisis financiera internacional iniciada en Estados Unidos, con repercusiones en todos los sistemas financieros conectados con la econom¨ªa global, y su explotaci¨®n period¨ªstica no ha servido para calmar por completo el nerviosismo reinante, si bien en los ¨²ltimos d¨ªas la sucesi¨®n alternativa de informaciones positivas y negativas permite recuperar ciertas dosis de optimismo. Ciertamente, a finales del mes pasado, la situaci¨®n aparec¨ªa m¨¢s ca¨®tica y preocupante que ahora.
En buena medida, el cambio operado obedece a la asunci¨®n de la gravedad del problema por parte de los gobiernos de los principales pa¨ªses, a su voluntad de reconocer la gravedad de la crisis y de tomar cuantas medidas de pol¨ªtica econ¨®mica sean precisas para atajar la crisis en toda su extensi¨®n. El primer paso para solucionar cualquier problema es reconocer su existencia, identificar su importancia y comprometerse en su soluci¨®n. En este sentido, cabe se?alar la existencia todav¨ªa de luces y sombras en el enfoque del problema.
Es hora del pragmatismo y dejar de lado, el tiempo que sea necesario, la ordotoxia pol¨ªtico-econ¨®mica
Conviene no olvidar que la palanca m¨¢s poderosa en situaciones de crisis es la de la pol¨ªtica fiscal
Comenzando por Estados Unidos, la aprobaci¨®n de la Emergency Economic Stabilisation Act de 2008 dista mucho de ser una salida correcta y coherente. Desde la forma inicial, simple y categ¨®rica, del primer proyecto conocido, Draft Proposal for Bailout Plan, de 21 de septiembre, con el que el secretario del Tesoro, Henry Paulson, se despach¨® con tres folios y medio -en que se le atribu¨ªan amplias competencias para su desarrollo y ejecuci¨®n y en el que se fijaba en su art¨ªculo 10.b un l¨ªmite a la Deuda P¨²blica estadounidense de 11.315.000.000.000 d¨®lares- se ha pasado a un complejo texto de centenares de folios, que ha introducido controles y contraprestaciones incorporadas en su tr¨¢mite legislativo y que son propios de la cercan¨ªa de elecciones presidenciales y legislativas.
El plan de emergencia aprobado pretende la cobertura del crash financiero, y requiere su urgente ejecuci¨®n. El tiempo dir¨¢ si su ejecuci¨®n ante una emergencia financiera de gran entidad resultar¨¢ acertada en su forma y en su ritmo temporal o, por el contrario, ser¨¢ err¨®nea y precipitada. El volumen de recursos -por etapas en su aplicaci¨®n- asciende a 700.000 millones de d¨®lares, que se aplicar¨¢n sucesivamente a la compra de activos t¨®xicos de naturaleza hipotecaria para aumentar la liquidez del sistema y para generar confianza. Posiblemente, el principal reparo a efectuar radica en la insuficiencia de los recursos con que se ha dotado al plan de rescate del sistema financiero americano; aunque en su descargo puede se?alarse que la complejidad de los activos afectados dificulta enormemente su cuantificaci¨®n.
Sea por su insuficiencia o porque no ataca a todos los flancos abiertos por la crisis, su impacto inicial sobre los mercados no parece que haya cumplido de forma satisfactoria con los objetivos previstos. Adem¨¢s, mantener confianza no es un tema f¨¢cil, y una vez perdida dif¨ªcilmente se recupera y, en todo caso, requiere tiempo. Tiempo para convencer a los agentes econ¨®micos de que la soluci¨®n emprendida ser¨¢ satisfactoria y suficiente. M¨¢s confianza no es suficiente. La confianza es completa o no lo es. Por esa raz¨®n la actuaci¨®n concertada de los principales bancos centrales del mundo, mediante una reducci¨®n generalizada de los tipos de inter¨¦s y garantizando la liquidez suficiente del sistema financiero internacional, ha significado la aparici¨®n de los primeros resultados positivos y habr¨ªa de ser el camino cierto para la desaparici¨®n de la incertidumbre.
El tratamiento de choque contra la crisis financiera internacional que han aprobado las instituciones europeas parece mucho m¨¢s acertado. En efecto, la acci¨®n concertada de los bancos centrales europeos mediante la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s, la creaci¨®n de liquidez, la compra de activos financieros e, incluso, la recapitalizaci¨®n de los bancos privados que la soliciten, y en las cuant¨ªas acordadas -mucho m¨¢s elevadas que en el caso americano-, se han recibido con un considerable restablecimiento de las cotizaciones burs¨¢tiles y una paulatina reducci¨®n del Eur¨ªbor.
Todo ello permite concluir que los mercados financieros han recibido aceptablemente bien las medidas adoptadas, tanto m¨¢s en cuanto se requiere tiempo -la recuperaci¨®n de la confianza tambi¨¦n lo requiere- para que las revueltas aguas recuperen su cauce.
Conviene insistir en el riesgo latente de que la cuant¨ªa de la operaci¨®n rescate del sistema financiero norteamericano sea insuficiente, y ello por dos razones b¨¢sicas. La primera, comparativamente, por cuanto la cuant¨ªa del plan brit¨¢nico de rescate, por ejemplo, es sensiblemente igual a la norteamericana, cuando la dimensi¨®n de su sistema financiero es bastante menor, y, adem¨¢s, no parece que el crash sea tan agudo como el del sistema financiero norteamericano.
En segundo lugar, porque si no se resuelven previamente de forma satisfactoria los importantes quebrantos padecidos por los principales inversores en los pasivos emitidos por Freddie y Fannie (los bancos centrales de China, Taiw¨¢n, Jap¨®n y de los principales pa¨ªses exportadores de petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo), que materialmente contaban -formalmente no era as¨ª- con el respaldo del Tesoro norteamericano. ?ste ha sido advertido discreta pero firmemente por parte de los bancos centrales mencionados de que podr¨ªa encontrarse con graves dificultades de financiaci¨®n en sus continuadas emisiones de deuda tomadas, hasta ahora muy mayoritariamente, por esos inversores institucionales. La dimensi¨®n de las instituciones hipotecarias quebradas y la ¨ªnfima calidad de sus activos permite considerar como insuficiente la cuant¨ªa asignada a la operaci¨®n de rescate al tiempo que no atiende a la l¨®gica satisfacci¨®n de los inversores institucionales mencionados.
De forma parecida a lo sucedido en la Gran Depresi¨®n de 1929, la gravedad de la crisis presente y su extensi¨®n geogr¨¢fica, que ha obligado a los gobiernos de las naciones occidentales, ante una situaci¨®n de emergencia, a optar por el pragmatismo y dejar de lado -tanto tiempo como sea necesario o mientras dure la presente crisis econ¨®mica- la ordotoxia pol¨ªtico-econ¨®mica. ?No ser¨¢ que ahora todos volvemos a ser keynesianos? La recuperaci¨®n de los postulados keynesianos, en contra del liberalismo m¨¢s acendrado que a impulsos de Reagan-Thatcher, se impuso a partir de los 1980, ?se constituir¨¢ en la ¨²nica soluci¨®n de emergencia? Conviene no olvidar que la palanca m¨¢s poderosa en situaciones de crisis es la de la pol¨ªtica fiscal como instrumento de creaci¨®n de liquidez general. La apuesta continuada por los d¨¦ficits presupuestarios es la principal recomendaci¨®n para combatir la crisis financiera y la de la econom¨ªa real, aumentando la demanda agregada de forma sustancial en el corto plazo, pero abriendo las compuertas de la inflaci¨®n y del alza en los tipos de inter¨¦s a largo plazo. El continuado crecimiento del gasto p¨²blico y el d¨¦ficit consiguiente para salvar situaciones de emergencia como la presente es sabido que provoca el aumento de la dimensi¨®n del sector p¨²blico.
La refundaci¨®n del capitalismo de la que hablan los pol¨ªticos no se sabe todav¨ªa en qu¨¦ consiste; pero s¨ª es cierto que no dispone hoy por hoy de un paradigma anal¨ªtico ad hoc. Mientras, en el corto plazo se est¨¢ asistiendo a la nacionalizaci¨®n parcial de los bancos y dem¨¢s instituciones de naturaleza financiera y a una mayor actividad de la banca p¨²blica -otrora en forzado repliegue- y tambi¨¦n a reclamar el ejercicio de una supervisi¨®n m¨¢s espec¨ªfica y detallada por parte de las autoridades monetarias. En definitiva, un marco institucional distinto -m¨¢s intervencionista- para el sistema financiero.
Alejandro Pedr¨®s es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Barcelona.
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