Las misteriosas l¨ªneas de Nazca, desde las escaleras de Cosmocaixa

Pocas exposiciones tienen un inicio tan sugerente. Cuando uno desciende por la larga escalera mec¨¢nica hacia la amplia planta de exhibiciones de Cosmocaixa divisa a vuelo de p¨¢jaro en el suelo, all¨¢ abajo, una imagen de las misteriosas l¨ªneas de Nazca. Es la reproducci¨®n de uno de los m¨¢s famosos geoglifos de la pampa de San Jos¨¦ (Per¨²): el mono con cola en espiral. Jorge Wagensberg, que present¨® ayer la exposici¨®n Tecnolog¨ªa comparada: tesoros in¨¦ditos de la ciencia precolombina, en la que se ponen en relaci¨®n 750 piezas de culturas prehisp¨¢nicas con sus equivalentes actuales a trav¨¦s de tres milenios, record¨® durante el trayecto en escalera la aventura que vivi¨® sobrevolando las l¨ªneas reales con un piloto que inclinaba el ala de la avioneta para se?alar los dibujos.

La exposici¨®n es muy deudora de la concepci¨®n estimulante y l¨²dica de la ciencia que postula Wagensberg -la ¨²nica persona capaz de confundir sin pesta?ear a Mary Shelley con Mar¨ªa Schneider-. As¨ª, caben en ella desde un cuchillo de cobre inca con mango en forma de cabeza de vicu?a hasta sofisticado instrumental quir¨²rgico actual, desde quipus -el sistema de "almacenamiento de informaci¨®n" en nudos de los incas- hasta supercuerdas y un proyecto de ascensor espacial en ¨®rbita geostacionaria (un audiovisual que har¨ªa las delicias del desaparecido Arthur C. Clarke, que propugn¨® el ingenio en Las fuentes del para¨ªso). La exhibici¨®n, que se basa en objetos seleccionados de la colecci¨®n de Ernesto Leistenschneider (Lima), incluye falsas cabezas de fardos funerarios, joyas, cer¨¢mica, antiguos tejidos chim¨² y ejemplos de las enigm¨¢ticas esferas de Costa Rica, de extra?a perfecci¨®n. Todo ello es fascinante, pero si se le suma un piano de cola colgado de una fibra de polietileno de s¨®lo seis mil¨ªmetros (Plasma 12), un robot que distingue colores o el ReacTable, un instrumento musical electr¨®nico avanzado que parece salido de Ultim¨¢tum a la Tierra y emite ritmos que pondr¨ªan a bailar a Klaatu, la combinaci¨®n deja estupefacto. ?R¨ªete t¨² de las calaveras de cristal! -de hecho, las ¨²nicas de la exposici¨®n (en fotos) son de verdad, para mostrar trepanaciones-.

En el recorrido se invita continuamente a comparar la tecnolog¨ªa precolombina con la actual: interesan tanto las similitudes como las diferencias, recalca Wagensberg. La mayor diferencia: los objetos precolombinos parten de la idea de dar forma a la materia y hoy en d¨ªa se trata ya de inventar esa materia para los usos que se quiera darle. Entre las sorpresas de la exhibici¨®n, la propuesta de que los pueblos precolombinos, Wagensbeg dixit, s¨ª conoc¨ªan la rueda. Lo que pasa, sostiene, es que no la usaban.