Alicia a trav¨¦s de la c¨¢mara
Un libro con 56 instant¨¢neas coloca la obra fotogr¨¢fica de Lewis Carroll a la altura de sus novelas
A Lewis Carroll le gustaban las matem¨¢ticas, la literatura, las ni?as y la fotograf¨ªa. Pero cuando ¨¦l naci¨® la fotograf¨ªa no exist¨ªa. En rigor, tampoco exist¨ªa Lewis Carroll. Su verdadero nombre era Charles Lutwidge Dodgson y hab¨ªa nacido en 1832 en Daresbury (Reino Unido), pero 1851 fue el a?o de su vida. Ten¨ªa 19 a?os y tradujo su nombre al lat¨ªn (Carolus Ludovicus). Luego lo retradujo al ingl¨¦s. El resultado fue Lewis Carroll, el seud¨®nimo con el que firmar¨ªa sus relatos para ni?os. El Dogson quedar¨ªa para los seis libros sobre l¨®gica y ¨¢lgebra que public¨® a lo largo de su carrera como discreto profesor de matem¨¢ticas en Oxford. Hab¨ªa obtenido el puesto ese mismo a?o. Pronto se convirti¨® en ¨ªntimo de Henry Liddell, el decano de su college, cuyas hijas le llamaban t¨ªo. Para ellas invent¨® la historia de una ni?a que descubre un mundo maravilloso en la madriguera de un conejo blanco. La protagonista fue bautizada con el nombre de la hermana mediana, de 10 a?os. En 1865 se public¨® aquel cuento, Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas. El ¨¦xito fue inmediato y hoy compite con Hamlet como la obra inglesa m¨¢s le¨ªda.
El escritor clasific¨® y archiv¨® con esmero 34 ¨¢lbumes, de los que se conservan 12
La acusaci¨®n de pedofilia quiz¨¢ caus¨® la destrucci¨®n de parte del material
Durante un siglo Carroll fue aquel matem¨¢tico autor de obras infantiles y aficionado a la fotograf¨ªa. Hoy se considera que su trabajo con las im¨¢genes fue mucho m¨¢s que una afici¨®n. Es lo que sostiene Anne Higonnet en Lewis Carroll (Phaidon Press), un libro (www.phaidon.com) que selecciona 56 de las 3.000 instant¨¢neas que lleg¨® a tomar hasta su muerte, en 1898, y en el que la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Columbia defiende que aqu¨¦l "fue casi igual de grande como fot¨®grafo que como escritor". En muchos sentidos, fue un pionero. Carroll ten¨ªa apenas seis a?os cuando Daguerre consigui¨® reproducir im¨¢genes sobre placas met¨¢licas y siete cuando Fox Talbot hizo lo propio sobre papel.
El escritor compr¨® en 1856 su primera c¨¢mara, un art¨ªculo de lujo que no tardar¨ªa en popularizarse despu¨¦s de demostrar su utilidad en los archivos policiales y militares, en las enciclopedias y la pornograf¨ªa. Carroll no public¨® en vida sus fotograf¨ªas, aunque nunca fue un secreto. De hecho, con sus instant¨¢neas familiares compuso ¨¢lbumes que enviaba a destacadas figuras del arte y la sociedad con la intenci¨®n de que le ofrecieran m¨¢s encargos. De ah¨ª sus series sobre el entorno de artistas y escritores como Dante Gabriel Rossetti, John Everett Millais o Alfred Tennyson. Con todo, la mitad de la obra fotogr¨¢fica de Carroll tiene como protagonistas a los ni?os, empezando por su musa, Alice Liddell. Cuentos y chistes serv¨ªan al artista para distraer a sus modelos y para conseguir una naturalidad que, seg¨²n la profesora Higonnet, convierte al escritor en uno de los grandes fot¨®grafos de la era victoriana. Su dominio de una t¨¦cnica todav¨ªa en pa?ales y, sobre todo, la composici¨®n de las escenas, la mirada frontal de sus modelos y el realismo de los escenarios, lo convierten en un ave rara en un tiempo de poses forzadas y trabajo en estudio.
Consciente de la importancia de sus instant¨¢neas, Carroll las clasific¨® y archiv¨® con esmero en 34 ¨¢lbumes. Se conservan 12. El resto, al igual que unos 500 negativos, se ha perdido. El descubrimiento de cuatro desnudos infantiles atribuidos a Carroll en una biblioteca de Filadelfia ha hecho crecer las sospechas de que la acusaci¨®n de pedofilia pudo motivar la destrucci¨®n de parte del material y la desaparici¨®n de las entradas del diario del escritor relativas a su ruptura con el decano Liddell. Higonnet, con todo, matiza: Carroll, soltero y ordenado di¨¢cono a los 29 a?os, ped¨ªa permiso a los padres para fotografiar a sus hijos. En ocasiones, semidesnudos. De hecho, la imagen de Alice con el hombro al aire es todo un icono de la historia de la fotograf¨ªa. Nada anormal, insiste la investigadora, si se piensa en que "muchos victorianos aceptaban un alto grado de sensualidad en las fotos infantiles porque estaban convencidos de la pureza de los ni?os". Carroll cre¨ªa que en la infancia resid¨ªa la esencia de la humanidad. Compart¨ªa as¨ª las paradojas de una ¨¦poca que vio nacer figuras idealistas como su Alicia o el Peter Pan de J. M. Barrie. El retrato de la cara B de la revoluci¨®n industrial, que dispar¨® la explotaci¨®n infantil, hab¨ªa quedado en manos de otro de sus contempor¨¢neos, Charles Dickens.
Babelia
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