Una gran movilizaci¨®n impulsa a Obama
El senador dem¨®crata re¨²ne a miles de personas en cada mitin que celebra - "Trabajen estos cuatro d¨ªas como si les fuera la vida en ello", pide el candidato
Reunir a m¨¢s de 35.000 personas al borde de la medianoche en esta ciudad del centro de Florida es s¨®lo la ¨²ltima demostraci¨®n de la fuerza con la que Barack Obama termina esta campa?a electoral, en el c¨¦nit de su popularidad, aclamado por concentraciones que superan cualquier precedente en la historia estadounidense. Todav¨ªa hay que esperar cuatro d¨ªas para saber si consigue traducir todo ese fervor en votos, pero el candidato dem¨®crata llega a las urnas acompa?ado de una movilizaci¨®n popular extraordinaria.
En Kissimmee algunos entraron en el complejo donde se celebr¨® el acto con m¨¢s de seis horas de antelaci¨®n. Cuatro horas antes de que Obama empezase a hablar, el lugar estaba repleto. No es un hecho excepcional. Manifestaciones similares se han visto en los ¨²ltimos d¨ªas en otras partes del pa¨ªs, especialmente en Estados de larga tradici¨®n republicana: 100.000 personas en Denver, 35.000 en Alburquerque, 100.000 en San Lu¨ªs, 75.000 en Kansas City.
Una cierta sensaci¨®n de que algo grande est¨¢ a punto de pasar rodea los actos
"Este hombre debe ser nuestro presidente", dijo Bill Clinton en Florida
Tras el arranque electrizante de su campa?a -Obama anunci¨® su candidatura en febrero de 2007-, muchos pronosticaron que la efervescencia inicial se difuminar¨ªa con el paso del tiempo. Lo cierto es que, con peque?as interrupciones y cortas fases de duda, el fen¨®meno se ha prolongado y hasta ha crecido en las ¨²ltimas semanas.
Una cierta sensaci¨®n de que algo grande est¨¢ a punto de pasar rodea los actos de Obama y parece justificar toda esa expectaci¨®n. "Nunca en mi vida hab¨ªa acudido a un acto pol¨ªtico, pero esto es diferente", asegura una mujer de m¨¢s de 50 a?os. En Kissimmee, el propio Obama y el ex presidente Bill Clinton, quien por primera vez comparec¨ªa en un acto junto a su posible sucesor, se encargaron de recordar la naturaleza hist¨®rica del momento.
"Barack Obama representa el futuro de Am¨¦rica. Amigos, no nos equivoquemos, nuestro pa¨ªs se encuentra en una encrucijada en la que tiene mucho que ganar y mucho que perder en estas elecciones. Este hombre debe ser nuestro presidente", dijo Clinton. "En unos d¨ªas m¨¢s, con vuestra ayuda, este pa¨ªs va a pasar p¨¢gina", insisti¨® Obama.
Kissimmee, a donde algunos llegaron desde lugares situados a cientos de kil¨®metros de distancia, fue escenario de una noche memorable para la causa dem¨®crata. Poco antes del mitin, los principales canales de televisi¨®n hab¨ªan emitido el anuncio electoral de media hora en el que, dentro de un hermoso formato cinematogr¨¢fico, Obama relataba a millones de compatriotas su singular historia americana. Mientras hablaba aqu¨ª, Jon Stewart ofrec¨ªa una esperada entrevista con ¨¦l. Su comparecencia junto a Clinton, quien ha tardado lo indecible en sobreponerse a las heridas dejadas por las primarias en las que particip¨® su esposa, Hillary, refrendaba la unidad en las filas progresistas y escenificaba el paso de la antorcha del ¨²ltimo presidente dem¨®crata. Todo luce bien para Obama: las encuestas, el pron¨®stico de los analistas, la oportunidad de su mensaje, la irritaci¨®n con el actual presidente y el republicanismo en general... Pero, por encima de todo, no existe mejor testimonio de su ¨¦xito que las decenas de miles de personas que le acompa?an en cada acto.
Son, como dice el profesor Fuad Ajami en The Wall Street Journal, masas que s¨®lo se han visti¨® antes en sitios como Argentina o Egipto. En su opini¨®n, como esos dos pa¨ªses demuestran, esa inmensa movilizaci¨®n no es la garant¨ªa de que estemos ante un gran l¨ªder o un buen Gobierno. "No es necesario que el l¨ªder sea mucho o diga mucho. La masa est¨¢ movida por una fuerza m¨¢s poderosa, su imaginaci¨®n", afirma Ajami.
Ciertamente, el sentimiento de esperanza que ha despertado Obama -muy superior, por ejemplo, al que Clinton gener¨® hace 16 a?os, la ¨²ltima vez que los dem¨®cratas vivieron algo semejante- no est¨¢ del todo justificado por un detallado programa de cambios, que no existe, y puede acabar volvi¨¦ndose en contra del senador si llega a ser presidente.
Pero, por el momento y por lo que se ve cada d¨ªa, Obama ha conseguido ser el espejo en el que se reflejan las ambiciones de millones de estadounidenses. Y, adem¨¢s, el candidato dem¨®crata ha mostrado virtudes que permiten creer en que esas ambiciones no se vean necesariamente frustradas.
Bill Clinton dio en su comparecencia cuatro razones para votar por Obama: su filosof¨ªa, su pol¨ªtica, su capacidad de tomar decisiones y su destreza para ejecutarlas.
Sobre esta ¨²ltima, por mucho que dijera Clinton, hay pocos precedentes que hayan servido para contrastar a Obama. En cuanto a lo dem¨¢s, Clinton mencion¨® la filosof¨ªa de Obama de reunificar a los americanos y confiar m¨¢s en los ciudadanos sencillos que en los privilegiados. Destac¨® tambi¨¦n su pol¨ªtica, su programa econ¨®mico, m¨¢s adecuado para dar respuesta a los problemas actuales. Y, sobre todo, aludi¨® a su capacidad de tomar decisiones, demostrada con la elecci¨®n de vicepresidente y su reacci¨®n al estallido de la crisis financiera.
Obama remat¨® los argumentos de Clinton con un ruego a su nutrida audiencia: "Trabajen estos cuatro d¨ªas como si les fuera la vida en ello".
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