El pasado como representaci¨®n
Es curioso c¨®mo cambia el paso del tiempo la visi¨®n del pasado. Hace tres d¨¦cadas, todos los partidos de izquierda llevaban en sus programas la reivindicaci¨®n de amnist¨ªa como primera conquista de la lucha por la democracia. Amnist¨ªa, y no indulto, equival¨ªa a algo m¨¢s que el fin de una injusticia; era la restituci¨®n de la raz¨®n pol¨ªtica y moral a los que lucharon contra la dictadura. Por eso, cuando, despu¨¦s de grandes movilizaciones populares, el Gobierno de Su¨¢rez aprob¨® el 30 de julio de 1976, por decreto ley, una amnist¨ªa para los delitos de intencionalidad pol¨ªtica -en la que ni se mencionaban los cr¨ªmenes franquistas-, fue celebrada como un triunfo de quienes hab¨ªan sido procesados, torturados y condenados por la dictadura. La amnist¨ªa fue, por emplear el lenguaje de la ¨¦poca, la conquista de la primera parcela de libertad.
Pero aquella amnist¨ªa dej¨® fuera los delitos de intencionalidad pol¨ªtica que hubieran puesto en peligro o lesionado la vida o la integridad f¨ªsica de las personas. Por eso, aprobada la Ley para la Reforma Pol¨ªtica, una de las reivindicaciones de la oposici¨®n consisti¨® en exigir, para antes de las elecciones generales previstas en esta ley, una nueva amnist¨ªa que abarcara tambi¨¦n los delitos de intencionalidad pol¨ªtica excluidos de la anterior; o sea, lo que, sin m¨¢s rodeos, llamamos delitos de terrorismo.
De ese tipo, los m¨¢s notorios eran los cometidos por ETA. No es sorprendente, pues, que fueran nacionalistas vascos los que reclamaran con m¨¢s insistencia una segunda amnist¨ªa que, con los cr¨ªmenes de ETA, cubriera -ahora s¨ª- todo el pasado y se extendiera a los cr¨ªmenes cometidos desde el inicio de la Guerra Civil. El argumento, expuesto en la Comisi¨®n de los Nueve por un exiliado del PNV, Julio de J¨¢uregui, consisti¨® en traer al presente todo el pasado para tender sobre ¨¦l una amnist¨ªa general con la que "se hubiera perdonado y olvidado a los que mataron al presidente Companys y al presidente Carrero; a Garc¨ªa Lorca y a Mu?oz Seca; al ministro de la Gobernaci¨®n Salazar-Alonso y al ministro de la Gobernaci¨®n Zugazagoitia; a las v¨ªctimas de Paracuellos y a los muertos de Badajoz; al general Fanjul y al general Pita; a todos los que cometieron cr¨ªmenes y barbaridades en ambos bandos".
J¨¢uregui y la Comisi¨®n de los Nueve pugnaron para que antes de las elecciones se celebrara un "acto solemne que perdonara y olvidara todos los cr¨ªmenes y barbaridades cometidas por los dos bandos de la Guerra Civil, antes de ella, en ella y despu¨¦s de ella hasta nuestros d¨ªas". No lo consiguieron. El Gobierno no accedi¨® a esta propuesta de la oposici¨®n, aunque, para facilitar la participaci¨®n de los vascos en las elecciones, procedi¨® a aprobar otros dos decretos parciales y una arcaica medida de extra?amiento que puso en la calle a los condenados en el c¨¦lebre proceso de Burgos. La exigencia de una amnist¨ªa que cubriera tambi¨¦n los delitos de sangre qued¨® pendiente para despu¨¦s de las elecciones.
Todos los partidos de la oposici¨®n, comenzando por el PNV, lo recordaron desde el primer d¨ªa, cuando en los esca?os del Congreso pudieron sentarse exiliados y presos pol¨ªticos del franquismo. Fueron ellos los que con m¨¢s calor defendieron una amnist¨ªa general que cerrara un periodo de la historia. Ya no quedaba en la c¨¢rcel ning¨²n preso pol¨ªtico de la dictadura, si por tal expresi¨®n se entiende a los que hab¨ªan sido condenados por el ejercicio de los derechos fundamentales. M¨¢s a¨²n, fueron presos pol¨ªticos de la dictadura, como Marcelino Camacho, quienes, sin olvidar los sufrimientos padecidos, defendieron con m¨¢s convicci¨®n el proyecto de ley de amnist¨ªa general, que el 14 de octubre de 1977 recibi¨® el voto favorable de todos los grupos de la C¨¢mara excepto el de Alianza Popular, que se abstuvo. Las c¨¢rceles se vaciaron del resto que a¨²n quedaba de presos de ETA.
Hoy, con el paso del tiempo, aquellas dos amnist¨ªas se funden en una sola, por la que una oposici¨®n, humillada, amn¨¦sica, se habr¨ªa visto obligada por los poderes f¨¢cticos a equiparar la lucha por las libertades con los cr¨ªmenes del franquismo: presos de la dictadura a cambio de represores de la dictadura, as¨ª se representa el pasado. A los viejos del lugar no nos queda m¨¢s que mirar atr¨¢s con cierta melancol¨ªa y tomar nota de c¨®mo el paso del tiempo cambia su representaci¨®n: lo que entonces fue lucha, ahora es humillaci¨®n; lo que ayer fue recuerdo y conquista, hoy es amnesia y derrota. El hoy se proyecta sobre el ayer para, modificando los hechos, cambiar su representaci¨®n y, con ella, su sentido en funci¨®n de las pol¨ªticas y los intereses del presente. Es ley de vida.
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