Una odisea en la ONU
Una acuarela del diario de a bordo que Miquel Barcel¨® ha escrito y pintado durante sus nueve meses de estancia en Ginebra muestra a un mono vestido de astronauta que pinta de espaldas con una enorme manguera. Ese autorretrato resume el esp¨ªritu que ha animado al artista mallorqu¨ªn a cumplir el reto de pintar la c¨²pula de la sala de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. El techo era un gran desierto blanco de 1.400 metros cuadrados. Ahora es un inmenso mar agitado y una cueva.
Desde abajo, la c¨²pula parece un planeta, o varios distintos. Si uno se va sentando en cada una de las 700 butacas de la sala, desde cada una ve una cosa diferente. De arriba cuelgan cientos de estalactitas de hasta dos metros de altura, mientras una gigantesca corriente marina desplaza siete olas en direcci¨®n Sur-Norte, ?frica-Europa, y 26 colores estallan abri¨¦ndose a varias miradas y lecturas, de la prehistoria a la carrera espacial.
"Es una cueva que se mueve y un mar que tambi¨¦n se est¨¢ moviendo", explica Barcel¨® (Felanitx, 1957). "La cueva es una met¨¢fora del ¨¢gora, el primer sitio de reuni¨®n del hombre, el gran ¨¢rbol africano donde sentarse a hablar, y el ¨²nico futuro posible: di¨¢logo, derechos humanos. El mar es el pasado, origen de las especies, y la promesa de un futuro nuevo: la emigraci¨®n, el viaje... Me gusta esa polimet¨¢fora, y creo que es posible que el futuro sea as¨ª: una cueva y el mar".
De regreso de Ginebra, tras pasar por Par¨ªs, Barcel¨® est¨¢ gozando del oto?o en su casa mallorquina de Col¨°nia de Sant Pere, cerca de Cap Farrutx, una inmensa finca en la que hay cuevas, vacas, burros, pavos, huertas, chumberas, ¨¢rboles, un elefante de hierro haciendo el pino con la trompa y dos monta?as de verdad. Detr¨¢s de la casa, la gran roca de Farrutx se yergue con todo su poder¨ªo magn¨¦tico; por delante, la vista se calma con la placidez de la bah¨ªa de Alcudia.
Barcel¨® compr¨® esta casa en 1984 ("con el primer dinero que gan¨¦") y pasa aqu¨ª seis meses al a?o (el resto, en Par¨ªs y en Mali). Trabaja en sus dos talleres: el de escultura, en el monte, y el de pintura, m¨¢s cerca de casa. All¨ª, Jean Philippe Fournier, su colaborador desde hace 20 a?os, le ayuda a preparar y mover los enormes lienzos que formar¨¢n la pr¨®xima exposici¨®n. "Los fondos de estos cuadros est¨¢n hechos con los restos de pintura que ca¨ªan de la c¨²pula", explica Barcel¨® paseando por el estudio. "Cubr¨ª de lienzos el suelo del andamio y dej¨¦ que se mancharan".
Sobre esos fondos, Barcel¨® ha pintado varias telas de tema africano en las que la materia se desborda por la parte superior, desafiando a la gravedad, "como si fueran estalactitas al rev¨¦s". Hay, adem¨¢s, una foca, una raya y dos grandes gorilas, tiernos y budistas, que recuerdan a la pe?a de Farrutx. "El pintor en su taller sigue siendo mi ¨²nico tema. Durante un tiempo pintaba solamente en el suelo, como un pay¨¦s. Ahora pinto en todos los sentidos. Antes, la pintura rebotaba hacia el espectador, ahora se sale por encima del cuadro... Es el momento de la libertad total. S¨®lo importa que el gesto sea libre".
La libertad implica trabajar los lienzos en todas las posiciones posibles, y en ese sentido (boca arriba), la c¨²pula de Ginebra ha sido para Barcel¨® un gran laboratorio donde experimentar la pintura en gravedad. Tan grande como frustrante, durante los primeros meses. "Pasamos seis meses investigando y sin poder trabajar. No encontr¨¢bamos la forma de hacer las estalactitas. La pintura se romp¨ªa o no agarraba bien, o sal¨ªan muy peque?as o demasiado blandas. El jefe del equipo de investigaci¨®n me dec¨ªa que usara yeso, que ellos me hac¨ªan los moldes, pero no quise. Lo falso se nota siempre. Ten¨ªa que ser pintura, pero ninguna serv¨ªa. Estuve a punto de tirar la toalla varias veces".
Por suerte, explica, el Gobierno espa?ol resisti¨® sin quejarse la imaginable presi¨®n de la ONU. "Tengo que agradecerles la paciencia, porque no hab¨ªa un plan B y pasamos all¨ª tres estaciones, de septiembre a junio. Al rev¨¦s, siempre me animaron. Zapatero y Moratinos, que fue quien me llam¨®, visitaron la sala y, aunque no avanzaba, nunca se quejaron".
La idea inicial parti¨® de la ONU. En 2005, durante una visita de los Reyes a Ginebra, Naciones Unidas pidi¨® a Espa?a que realizara una segunda contribuci¨®n art¨ªstica al palacio de las Naciones, tras los murales que hizo Josep Mar¨ªa Sert en tiempos de la Rep¨²blica.
En 2007, el Ministerio de Exteriores cre¨® una fundaci¨®n mixta, ONUART, con sede en Ginebra, y un patronato que capt¨® fondos de varias empresas, entre otras, Repsol, Telef¨®nica, La Caixa e Indra. El proyecto se basaba en una suma de conceptos: encargar la reforma de la sala XX a Barcel¨®, rebautizarla como Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones, y utilizar I+D con DNI espa?ol.
Barcel¨® ha supervisado con el arquitecto Antoni Esteva la decoraci¨®n. Todo en la sala de los Derechos Humanos ser¨¢ made in Spain. Hoy, con el trabajo pr¨¢cticamente acabado, a falta s¨®lo de decidir la iluminaci¨®n, resume la experiencia vivida como "larga, dif¨ªcil, divertida y finalmente orgi¨¢stica".
"Los primeros meses fueron de fr¨ªo y de paseos en bicicleta por el lago de Ginebra, visitas a la tumba de Borges, lecturas, pruebas y fracasos en equipo. ?ramos una docena de personas, hab¨ªa restauradores y cient¨ªficos. El coordinador era el andorrano Eudald Guillamet, especialista en cuevas paleol¨ªticas, pero tambi¨¦n pas¨® por all¨ª mi hija mayor, que pronto empezar¨¢ a estudiar Bellas Artes en Par¨ªs; y tenemos que dar las gracias muy especiales a Toni Vianello, un cocinero italiano que ha decidido ser pintor y cerr¨® su restaurante de Par¨ªs para cocinar durante la estancia a cambio de que le dej¨¢ramos vernos trabajar. Al menos, comimos bien".
Aunque Barcel¨® se sub¨ªa al andamio para certificar cada d¨ªa una nueva decepci¨®n, la espera tambi¨¦n fue productiva. "Ginebra es una ciudad cosmopolita y me sent¨ªa como un exiliado, pero de lujo. Pasaba todos los d¨ªas por la tumba de Borges, que, por cierto, dijo que Ginebra es la ciudad m¨¢s propicia para la felicidad, vete a saber por qu¨¦. La verdad es que con esas cosas nunca se sabe, yo he sido feliz en el S¨¢hara y en algunos otros sitios que parec¨ªan jodidos para ser feliz. A Borges lo leo desde los 13 a?os. Llev¨¦ a mi hijo peque?o a ver la tumba, y ¨¦l tambi¨¦n ha empezado a leerlo, a los 12 a?os. Pero es verdad que Suiza est¨¢ llena de sorpresas. Visit¨¦ el acelerador de part¨ªculas, conoc¨ª el Museo de Antropolog¨ªa y mis hijos han podido hacer skate. Ah, y fui a varios concursos de belleza de vacas... Las miran por el culo. La clave es el tri¨¢ngulo que forman las ubres y los muslos".
Adem¨¢s de todo eso, Barcel¨® hizo el diario de a bordo en acuarelas, alguna de las cuales ser¨¢ editada en un libro junto a un texto de su amigo guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, y con las fotos de Agust¨ª Torres (que adelanta El Pa¨ªs Semanal en exclusiva). Y termin¨® un maravilloso bestiario con acuarelas hechas de un solo brochazo -tigres, leopardos, focas, leones marinos...-, que ser¨¢ editado probablemente por Gallimard.
Durante esos d¨ªas de dudas y paseos, el artista se sent¨ªa en la sala XX de la ONU "como en una pel¨ªcula de James Bond de los a?os sesenta", y recordaba los meses pasados en la catedral de Palma, la lentitud desesperante de la b¨²squeda. "Cuando vi el espacio, lo primero que pens¨¦ es que no quer¨ªa hacer nada all¨ª. Luego pens¨¦ que me gustaba el tama?o y que podr¨ªa llevar al extremo la idea de pintar contra la gravedad. El problema era la desmesura. Cre¨ªa que los cuadros que hab¨ªa hecho antes me ayudar¨ªan a trabajar en ese techo estupendo y gigantesco. La intuici¨®n suele funcionar, cada cuadro es una intuici¨®n. Pero a veces la intuici¨®n falla y fracasas. Palma me exigi¨® muchas horas de pruebas y trabajo, pero era metro a metro, trabajaba como un fresquista, y all¨ª estuve m¨¢s solo porque los obispos me dieron muy mala vida. Ginebra era distinto, estaba m¨¢s arropado. Los 200 metros cuadrados de estalactitas que hice en Par¨ªs no valieron para nada. El todo era tan grande que no se puede abarcar con la mirada. Esa c¨²pula tiende al infinito, como El libro de arena de Borges. Por fuerza, ten¨ªa que ser un proceso lento. Todo consist¨ªa en ser tenaz y no desesperarse".
Barcel¨® pidi¨® que quitaran el enorme andamio tres veces para mirar lo hecho desde abajo; que instalaran espejos convexos para ver la idea en su totalidad. "Ten¨ªa que ser como un cuadro. Pero las estalactitas parec¨ªan cagadas de mosca".
Aunque la cosa no marchaba, Barcel¨® no dejaba de pintar, arriba y abajo del andamio. "La pintura no es un trabajo, sino una forma de vivir, aunque muchos digan que est¨¢ agonizando. En la c¨²pula pintaba con una escopeta de paintball, el juego infantil. Iba lanzando puntos de pintura para marcar las l¨ªneas de las siete olas, los puntos cardinales para saber d¨®nde est¨¢bamos. Las estalactitas est¨¢n colocadas de forma aleatoria, s¨®lo marqu¨¦ las zonas y ped¨ª que las dejaran caer al azar".
El fot¨®grafo Agust¨ª Torres ha realizado tambi¨¦n el documental que narra el trabajo. En ¨¦l se ve la felicidad colectiva el d¨ªa que cambi¨® el aire en la c¨²pula. "Hacia el 15 de abril encontramos un material llamado Nep¨®xido. Tiene una cola muy resistente y una textura fuerte. La pintura cuaj¨® y las estalactitas aguantaban. La receta la encontr¨® un ingeniero espa?ol, Ram¨®n L¨®pez, hermano del actor Sergi L¨®pez".
El siguiente obst¨¢culo fue depositar en el techo las ingentes cantidades de pintura que requer¨ªa la obra. "Cada estalactita contiene unos 50 kilos de materia, demasiado peso para que un hombre solo lo subiera al techo". Aunque Barcel¨® se declara "un in¨²til" para el bricolaje, tambi¨¦n dice que sabe "pensar herramientas", as¨ª que invent¨® una sobre la marcha: la tamponeadora hidr¨¢ulica, una m¨¢quina que se usa para poner cristales en los techos y que ¨¦l adapt¨® situando en la parte superior una paleta de madera y un neum¨¢tico medio hinchado, y en la base, unas ruedas para moverla. "Pon¨ªamos la pintura en la paleta y la tamponeadora la sub¨ªa hasta el techo y la pegaba". Luego, a medida que ca¨ªa lentamente la materia espesa, iba modelando las estalactitas a su gusto, "a?adiendo pintura a la pintura".
Antes de eso, Barcel¨® hab¨ªa roto el techo de la c¨²pula, fabricado en aerodam, una aleaci¨®n de aluminio y nido de abeja, el mismo material que se usa para fabricar los fuselajes de los aviones. Como si fuera un lienzo, aqu¨ª y all¨¢, desdobl¨® trozos, abri¨® zanjas y heridas: "Un collage para romper la uniformidad". Una vez hubo llenado la cueva de estalactitas y rajas, lleg¨® el momento de pintar.
La pintura deb¨ªa ser ign¨ªfuga, para cumplir las normas de la ONU, y resistente, "para que dure m¨¢s que el edificio". Est¨¢ hecha con pigmentos naturales. Una cueva org¨¢nica.
En el diario de Barcel¨® se ve c¨®mo el mono-pintor se viste de indio primero, para lanzar las flechas al techo, y despu¨¦s, de astronauta, para lanzar la pintura. "O de buzo o de espele¨®logo, que tambi¨¦n tiene que ver con el mar y la cueva. Ese d¨ªa pasamos de la dificultad a la org¨ªa".
Pero ahora ha llegado la hora de comer, y Toni ha preparado un mero al horno con verduras de la casa. De postre hay higos chumbos y sand¨ªa, tambi¨¦n de la huerta.
Barcel¨® adora comer, y en la sencillez de lo que come, y tambi¨¦n de lo que viste y dice, se revela la irresistible mezcla de naturaleza y cosmopolitismo que atraviesa su obra, ese viaje fascinante desde el anonimato de su Felanitx natal de los a?os sesenta -"mi madre pintaba muy bien"- hasta los museos y colecciones m¨¢s importantes del mundo.
Si, como dijo el poeta asesinado, es verdad que el duende surge de la tierra y les sube a los artistas por los pies, a Barcel¨® el duende le viene m¨¢s del mar que de la tierra. "Cuando estoy en Mallorca buceo todos los d¨ªas. Me ayuda a estar en forma. ?ste es un oficio que te obliga a estar fuerte".
El arte de Barcel¨® es, desde siempre, un acto f¨ªsico. Aunque quiz¨¢ no lo parezca tanto desde abajo, la c¨²pula de Ginebra tambi¨¦n lo es. "Yo siempre pens¨¦ que haciendo una pintura f¨ªsica ocurre algo m¨¢s. Un cuadro es un espacio limitado, hacer un gran esfuerzo ah¨ª es m¨¢s f¨¢cil. Al llegar a la fase de poner los colores desde el andamio, empec¨¦ a ver que quedaba mucho trabajo f¨ªsico por hacer".
Vestido de buzo, o de astronauta, entre m¨¢scaras antit¨®xicos y mangueras, Barcel¨® comenz¨® a disfrutar cuando empez¨® a disparar pintura con una pistola Airless. "Las cosas s¨®lo son interesantes cuando avanzan a la vez hacia delante y hacia atr¨¢s. Recuerdo que en Toulouse hay una cueva donde se escond¨ªan los c¨¢taros y los templarios; pens¨¦ en el gran ¨¢rbol africano, en el punto que es la suma de todos los puntos, en el Aleph de Borges... Y me gustaba tambi¨¦n pensar que la c¨²pula deb¨ªa ser como una nave espacial, como el planeta de la pel¨ªcula Solaris. Siempre me gust¨® mucho la imagen de la llegada a la Luna, fue una de las primeras visiones que me influy¨®".
El reto era llenar ese planeta-mar-cueva-nave con muchos tonos distintos. "Nunca hab¨ªa utilizado tantos colores juntos a la vez. Hay cinco azules, cuatro amarillos, algunos kilos de lapisl¨¢zuli, y no hay tierras ni grises... Todos est¨¢n usados en su m¨¢xima intensidad; es decir, no tienen blanco mezclado. El se?or Kremer, el gran marchante europeo de pigmentos, nos ayud¨® mucho. Tiramos 35.000 kilos de pintura, 21.000 de ellos en s¨®lo dos d¨ªas".
La fase final fue much¨ªsimo m¨¢s r¨¢pida que la inicial. El diario de a bordo pasa de unas p¨¢ginas depresivas, melanc¨®licas o rutinarias (el gorila en la cama, varios peces planos en el mar...) a una explosi¨®n de formas y retratos: el pintor, en su taller; Star-Trek y el gorila, en la cueva. "Tras haber comprobado que las primeras intuiciones funcionaban, forramos la c¨²pula con telas para hacer pruebas de color, pero con las pistolas quedaba rid¨ªculo. Hac¨ªa falta una segunda capa mucho m¨¢s abundante". El 8 de abril, Barcel¨® anota: "Pintura demasiado l¨ªquida". Decide echar una capa verdosa a toda la superficie. El 19 y 20 de abril a?ade euf¨®rico: "Airless. 100 kilos de azul, 100 de ultramar, 100 de rojo". El 21: "500 kilos al d¨ªa". El 22 de abril: "Casi acabado el fondo".
Una raya terror¨ªfica aparece entonces en el diario: el mono se ha puesto la escafandra, un toro con un enorme par de test¨ªculos surge en el bestiario. Otra intuici¨®n de Barcel¨® est¨¢ a punto de rematar la obra por la v¨ªa r¨¢pida: "Se me ocurri¨® que para representar el mar con marejadilla, para hacer la espuma y su reflejo, necesit¨¢bamos escupir m¨¢s pintura y con una manguera mucho m¨¢s grande".
La soluci¨®n fue un gigantesco cami¨®n compresor, llamado Scavi, "el mismo que inyect¨® el cemento en la obra del t¨²nel del Mont Blanc". Hicieron falta cinco o seis personas para sujetar la enorme manguera. "Prefiero no pensar que pueda ir mal", escribe en el diario. El 25 de mayo apunta: "Tan cansado que no puedo escribir. Primer d¨ªa Scavi".
En el v¨ªdeo se le ve solo, apuntando al techo la enorme boca de la bomba, como el trabajador de una plataforma petrol¨ªfera, mientras los ayudantes soportan a duras penas los coletazos desde abajo. La manguera chupa la pintura desde unos gigantescos cubos de pl¨¢stico situados a pie de calle; Barcel¨®, como un Jimi Hendrix con convulsiones, la escupe con su arma de matar fascistas. "Como un elefante de hierro loco por la trompa", escribe.
"Tiramos 21.000 kilos de pintura. Scavi pod¨ªa haber fallado, pero funcion¨®. Lo realmente dif¨ªcil fue parar a tiempo. Ten¨ªa muchas ganas de seguir jugando con la m¨¢quina. Pero no hac¨ªa falta m¨¢s. Por suerte, me par¨¦ a tiempo". Fue el 28 de mayo: "Se acab¨® con la gran m¨¢quina".
Los toques finales tienen el sello de la casa: Barcel¨® dio 700 brochazos de pintura blanca con escobas de limpiar calles sobre las estalactitas. "Las mejores [escobas] son las francesas", anota. Las estalactitas org¨¢nicas aguantaron los embates: "Fue el escupitajo de los dioses", escribe. Y el 10 de junio: "He acabado. Quiz¨¢ a?ada blanco. Quiz¨¢ no".
Es la hora de ense?ar la obra, contar las met¨¢foras, hablar de los nuevos proyectos.
?Ha tenido ya reacciones? Mi amigo, el fot¨®grafo ciego Evgene Bavcar, vino a ver la c¨²pula, la toc¨® y se emocion¨® mucho. He pensado hacer una miniescultura en titanio, explicada por ¨¦l en braille, para que los ciegos puedan tocar la maqueta y sentir la obra.
?Sabe ya c¨®mo iluminar¨¢ la c¨²pula? Es delicado, porque no quiero que la fusilen con luz el¨¦ctrica. Quiero que sea como los cuadros, que tenga zonas m¨¢s oscuras que otras. Han ido a verla mis amigos dogon de Mali y les gust¨® que cambie seg¨²n te mueves. La idea era multiplicar los puntos de vista, sugerir un multilateralismo literal. Como un cuadro cubista, pero m¨¢s. Pondremos una escalera y un balc¨®n para verlo de cerca, porque desde arriba cambia mucho. Cuando subes a la Capilla Sixtina, es impresionante ver el tama?o de los pies y las manos.
?Se siente c¨®modo habiendo trabajado para la ONU? Me gust¨® que fuera la sala de los Derechos Humanos. Ahora esperamos que la obra coincida con una nueva etapa. Estar¨ªa bien que hagan un plan de salvamento como el de los bancos para ?frica, porque lleva en quiebra muchos a?os. Y que tomen medidas efectivas contra las minas antipersonas.
He o¨ªdo que su pr¨®xima investigaci¨®n tratar¨¢ sobre los cefal¨®podos... S¨ª, siempre me han gustado mucho. Antes los pescaba, y ahora los observo y leo sobre ellos. Con el artista Philippe Parreno (codirector con Douglas Gordon de la pel¨ªcula Zidane, un retrato del siglo XXI), vamos a hacer unas esculturas que pondremos en el mar, la mitad fuera y la mitad dentro, para tratar de aprovechar la facilidad de los cefal¨®podos para mimetizar dibujos y formas. Pero a¨²n tardar¨¢ unos a?os en estar listo.
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