Pecadores arrepentidos
Cada vez que se produce una crisis financiera se hacen buenos prop¨®sitos para evitar la siguiente: y, tal como ocurre en tantos aspectos de la vida, una vez pasado el apuro, no tardan en olvidarse los buenos prop¨®sitos. ?Suceder¨¢ ahora lo mismo? Muy probablemente. De hecho, no hace tanto que los buenos prop¨®sitos se hicieron por ¨²ltima y pen¨²ltima vez: en 2002, con motivo del pinchazo de la burbuja tecnol¨®gica, y en 1998, con la crisis de la deuda rusa y la quiebra mete¨®rica de un potent¨ªsimo fondo de inversi¨®n libre, el Long Term Capital Management, gestionado por un grupo de personas entre las que se encontraban dos ganadores del impropiamente llamado Premio Nobel de Econom¨ªa (ya que no fue instituido por Alfred Nobel sino por el Banco Central de Suecia). Para m¨¢s iron¨ªa, uno de ellos es considerado uno de los padres de los m¨¦todos de valoraci¨®n de opciones.
Con cada crisis se hacen prop¨®sitos para evitar la siguiente. Pronto se olvidan. ?Parar¨¢ ahora lo mismo?
Podr¨ªa decirse del sistema financiero internacional lo que sol¨ªa decirse en los libros de texto de literatura espa?ola a prop¨®sito de Lope de Vega, que era "un gran pecador y un gran arrepentido". Sin embargo, entre quienes tienen la misi¨®n de que este tipo de crisis no vuelva a producirse prevalece la sensaci¨®n del ?ahora o nunca! De ah¨ª que, coincidiendo con la inminencia de las elecciones presidenciales en EE UU, y con la expectativa existente de que los dem¨®cratas podr¨ªan obtener un n¨²mero m¨¢s elevado de representantes, se est¨¦ discutiendo mucho en Washington c¨®mo acometer una serie de reformas que permitan mantener un mayor control sobre el sistema financiero.
Y no es que en EE UU carezcan de agencias reguladoras y supervisoras, ya que en este momento se pueden contar hasta siete diferentes que dan empleo a 15.000 funcionarios. La cuesti¨®n es que, por una parte, se ha evidenciado su falta de coordinaci¨®n y, por otra, la legislaci¨®n se ha revelado claramente insuficiente.
Una de las muchas razones que se exponen para justificar el escepticismo tanto sobre la eventual normativa que pudiera surgir como sobre su aplicaci¨®n es la inercia. En esto abundaba hace unos d¨ªas, en su testimonio en el Congreso, el rector de la Universidad de Rochester en Nueva York, Joel Seligman: "Tras el crash de octubre de 1987 un comit¨¦ presidencial urgi¨® a la Reserva Federal para que asumiera nuevos poderes reguladores en el terreno de las operaciones internacionales de la banca norteamericana, de modo que pareci¨® que, por una vez, el cambio era posible". Pero antes de que pasara un mes, recuerda Seligman, la propuesta era papel mojado, entre otras razones por la falta de apoyo del entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, aunque tambi¨¦n por las peleas entre los diferentes organismos que habr¨ªan de hacerse cargo de las nuevas competencias. -
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