El tesoro sonoro de un siglo literario
La Biblioteca Brit¨¢nica 'resucita', en su voz original, a los grandes de la novela y la poes¨ªa anglosajona - Las grabaciones incluyen testimonios ¨²nicos de Virginia Woolf y Conan Doyle
Cierre los ojos y piense que pasea por la playa. Sus pies tropiezan de repente con una legi¨®n de botellas de cristal. Imagine que comienza a abrirlas y descubre, frot¨¢ndose las manos, que los papeles enrollados que hab¨ªa dentro contienen las confesiones de los grandes escritores brit¨¢nicos y estadounidenses del siglo XX. Graham Greene, Aldous Huxley, Doris Lessing, John Steinbeck...
Ahora cambie el id¨ªlico emplazamiento de sol y arena por una biblioteca de Londres, y los trozos de papel por archivos de voz. Este tesoro sonoro, The spoken word: British and American writers, acaba de ser publicado en el Reino Unido por la British Library; un tesoro que adquiere su verdadera magnitud si se a?ade un detalle: dos de las grabaciones, las que contienen las voces de Virginia Woolf (1882-1941) y Arthur Conan Doyle (1859-1930), son los ¨²nicos testimonios sonoros de estos dos autores que se conservan en el mundo.
La galer¨ªa abarca a Graham Greene, Joe Orton, Arthur Miller, Kipling y Nabokov
Tennessee Williams: "Aborrezco lo obsceno, soy un viejo puritano"
La instituci¨®n brit¨¢nica conserva una entrevista concedida por Woolf a la radio p¨²blica BBC en 1937. Durante ocho minutos, la autora de La se?ora Dalloway (1925) reflexiona sobre la vida de las palabras y se pregunta "si los brit¨¢nicos leen y escriben mejor que hace 400 a?os". Las palabras, cuenta, "viven en la mente y no en los diccionarios". "Quiz¨¢ la raz¨®n por la que no tenemos un gran poeta o novelista en nuestros d¨ªas", prosigue Virginia Woolf, "es porque no las dejamos ser libres, las reducimos a su significado ¨²til (...), podemos atraparlas, clasificarlas y colocarlas en orden alfab¨¦tico".
En su testimonio sonoro de la British Library, Arthur Conan Doyle, padre de Sherlock Holmes, rememoraba en 1930 la lectura de las primeras novelas de detectives, y contaba c¨®mo abandon¨® su educaci¨®n cristiana y se dispuso a conquistar "una esfera superior de espiritualismo". M¨¦dico de profesi¨®n, la admiraci¨®n por uno de sus profesores, el doctor Bell, que adem¨¢s de curar "adivinaba d¨®nde viv¨ªa el paciente y c¨®mo era su familia", le lleva a reconocer m¨¢s tarde su admiraci¨®n por algo "que marcar¨¢ el futuro de la humanidad: la telepat¨ªa".
Caso aparte es el de Graham Greene, esp¨ªa antes que autor de c¨¦lebres novelas de espionaje. En 1969 el novelista irland¨¦s admite ante los micr¨®fonos que de ni?o jugaba "a largos intervalos" a la ruleta rusa. Lo hac¨ªa con un viejo rev¨®lver y no era, recuerda, "consciente de lo que supon¨ªa". Mucho menos longevo que Greene, que se jugaba la vida "para combatir el tedio", el dramaturgo ingl¨¦s Joe Orton no lleg¨® a cumplir los 34. Asesinado a tiros por Kenneth Halliwell, su ex pareja y coautor de sus primeras comedias negras, una semana antes de su muerte Orton revela que quiere empezar a ahorrar "por si no vuelve a ser capaz de escribir". "Las cosas han ido bien, pero no se cu¨¢nto durar¨¢ la inspiraci¨®n", confiesa.
Arthur Miller recuerda en 1980, con casi 30 a?os de perspectiva, su primer encuentro con Marilyn Monroe. "Nos conocimos en el funeral de John Hyde [representante de la actriz]", evoca el autor de Muerte de un viajante (1949), quien confiesa sin tapujos: "Estaba simplemente arrebatadora".
Una candidez que le habr¨ªa costado digerir a Tennessee Williams. Cuatro a?os despu¨¦s de estrenarse La gata sobre el tejado de zinc caliente (1955) el estadounidense hac¨ªa p¨²blicos sus buenos modales. Encaramado a un acento sure?o que le vali¨® su apodo -su verdadero nombre era Thomas-, Williams resume que no conoce a nadie m¨¢s aprensivo que ¨¦l "para lo escatol¨®gico". "Mis obras son extremadamente morales. Aborrezco lo obsceno. Soy un viejo puritano".
?Qui¨¦n no querr¨ªa escuchar a G. K. Chesterton divagar sobre las aristas de su poes¨ªa? ?A Steinbeck recordar "cierta ira inculcada"? ?Disfrutar de Raymond Chandler, -?con unas gotas de whisky de m¨¢s?-, en plena charla con Ian Fleming? ?Sonre¨ªr con las dudas de Tolkien o sentir un escalofr¨ªo con el eco amenazante de Scott Fitzgerald? Reflexiones y retazos de entrevistas de Nabokov, Kipling o Toni Morrison que completan casi siete horas de material cedido por la BBC y la US Radio Broadcast, con aportaciones de coleccionistas privados, que la British Library ha tardado 18 meses en recopilar. Ahora se editan en dos CD que ya est¨¢n a la venta en Reino Unido, al precio de 40 libras (55 euros), y pr¨®ximamente lo estar¨¢n en EE UU. "Es el trabajo de una vida", explica Richard Fairman, coordinador del proyecto, "a partir de ahora podremos conocer a muchos escritores en persona, ir m¨¢s all¨¢ de sus libros".
Escrituras de voz
- Virginia Woolf, 1937: "Las palabras viven en la mente y no en los diccionarios. Quiz¨¢ la raz¨®n por la que no tenemos un gran poeta o novelista en nuestros d¨ªas es porque no las dejamos ser libres, las reducimos a su significado ¨²til".
- En 1930, Arthur Conan Doyle muestra su admiraci¨®n por "algo que marcar¨¢ el futuro de la humanidad: la telepat¨ªa".
- En 1969, Graham Greene evoca, ante un micr¨®fono, su afici¨®n juvenil por la ruleta rusa: "Me jugaba la vida para combatir el tedio, consciente de lo que eso supon¨ªa".
- Arthur Miller recuerda en 1980 su primer encuentro con Marilyn: "Ella estaba, simplemente, arrebatadora".
- Joe Orton, 1969 (una semana antes de morir): "Quiero ahorrar por si no soy capaz de volver a escribir. Las cosas han ido bien pero no s¨¦ cu¨¢nto durar¨¢ la inspiraci¨®n".
Babelia
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