EE UU entra en una nueva era
El futuro presidente tendr¨¢ que abordar la reconstrucci¨®n del liderazgo mundial y de la econom¨ªa
Forzado por el fracaso de una pol¨ªtica que deja dos guerras en marcha sin perspectivas de triunfo y presionado por una crisis financiera que ha echado por tierra los viejos principios econ¨®micos, las elecciones celebradas ayer marcan el comienzo de una nueva era en Estados Unidos. Con la actual Administraci¨®n, que seguir¨¢ hasta el 20 de enero, se acaba tambi¨¦n un ciclo que, sobre todo en su etapa final, ha dejado al pa¨ªs muy limitado pol¨ªticamente en su capacidad para ejercer el liderazgo internacional y econ¨®micamente an¨¦mico para afrontar los cambios que la sociedad exige.
El nuevo presidente recoger¨¢ una naci¨®n con su prestigio arruinado en el mundo como consecuencia de la gesti¨®n de George Bush y sin dinero para poder cumplir de inmediato las promesas de la campa?a.
La necesidad de nuevas pol¨ªticas se presenta de forma imperativa. El rumbo y la graduaci¨®n de esas pol¨ªticas depender¨¢n, por supuesto, de los resultados finales en la distribuci¨®n de los esca?os del Congreso, pero el tiempo del neoconservadurismo, del unilateralismo, se ha acabado.
Washington ser¨¢ sede el pr¨®ximo d¨ªa 15 de una cumbre econ¨®mica en la que la Administraci¨®n estadounidense, despu¨¦s de resistirse bastante, aceptar¨¢ el fundamento de actuar de forma coordinada para hacer frente a la reforma del sistema financiero. El nuevo jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses en la regi¨®n de Oriente Pr¨®ximo, el general David Petraeus, recorre estos d¨ªas la regi¨®n reconstruyendo alianzas.
Algunos de los signos del cambio de era ya se han producido. La pol¨ªtica de Bush hacia Corea del Norte o su prudencia respecto a Ir¨¢n son un reconocimiento de hecho del fracaso de su anterior proyecto internacional.
La crisis financiera, extendida ya a todos los sectores econ¨®micos, exige acciones inmediatas. El equipo de asesores del candidato dem¨®crata, Barack Obama, lleva semanas tratando con sus compa?eros de partido en el Congreso medidas urgentes para los pr¨®ximos d¨ªas. Tanto el Senado como la C¨¢mara de Representantes tienen previstas sesiones extraordinarias en este periodo interino para discutir un nuevo plan de est¨ªmulo econ¨®mico.
El Partido Republicano, que ya no se opone por principio a otorgarle al Estado un mayor protagonismo en el desarrollo de la econom¨ªa, est¨¢ dispuesto a negociar una iniciativa en ese sentido. El presidente del Comit¨¦ de Banca del Senado, Christopher Dodd, ha sugerido que el vencedor de la jornada de ayer nombre cuanto antes un secretario del Tesoro para que el Congreso tenga r¨¢pidamente un interlocutor autorizado con el que conversar. Cientos de proyectos concretos de obra p¨²blica est¨¢n a la espera de recibir luz verde y financiaci¨®n para ponerse en marcha, seg¨²n el diario The Wall Street Journal.
El incremento de todo tipo de ayudas sociales, el aumento de los subsidios por desempleo y la inversi¨®n en infraestructuras, como parte de un paquete de est¨ªmulo, no son ahora argumentos tab¨² para los republicanos surgidos del 4 de noviembre. Esta campa?a electoral ha dejado algunas muestras de que el conservadurismo puede orientarse en una direcci¨®n distinta. El hecho sin precedentes de que un presidente en ejercicio no haya participado en un solo acto electoral -ni siquiera estuvo en la Convenci¨®n Republicana, donde intervino a trav¨¦s de un v¨ªdeo- es la prueba m¨¢s contundente del cambio de ciclo.
El candidato republicano, John McCain, ha huido durante estos meses de la compa?¨ªa de Bush como si se tratara de la peste y, en ocasiones, parec¨ªa m¨¢s enfrentarse a su compa?ero de partido que a Barack Obama. El legado de Bush, con una popularidad inferior al 30%, es una garant¨ªa de que el pr¨®ximo presidente tendr¨¢ que hacer las cosas de forma diferente. "Cualquiera que fuese lo que los estadounidenses esperaban de Bush, lo que es seguro es que no esperaban una guerra interminable, un asalto a la Constituci¨®n y una ola de p¨¢nico econ¨®mico", afirma Steve Chapman en el Chicago Tribune.
Las novedades se anuncian tanto en la pol¨ªtica internacional como en los asuntos dom¨¦sticos. En su ¨²ltimo discurso ante Naciones Unidas, en septiembre pasado, el propio Bush admiti¨® la vigencia de una organizaci¨®n como ¨¦sa. La ONU tiene, por supuesto, que resolver su propia tendencia a la inoperancia, y otras potencias tendr¨¢n tambi¨¦n que expresar de forma cre¨ªble su voluntad de colaboraci¨®n, pero Washington est¨¢ a partir de hoy en mejor disposici¨®n para resolver los conflictos pendientes de forma multilateral.
Estados Unidos lleva embarcado en Irak y Afganist¨¢n m¨¢s tiempo del que necesit¨® para ganar la II Guerra Mundial. El pa¨ªs est¨¢ extenuado pol¨ªtica y econ¨®micamente por esos conflictos, que han costado ya 4.775 vidas de norteamericanos y casi un bill¨®n de d¨®lares. Seguir por ese camino sin m¨¢s no es una opci¨®n para nadie, m¨¢xime cuando se requieren renovadas energ¨ªas y recursos para hacer frente a la situaci¨®n interna. Por muy acertado y generoso que sea el plan de est¨ªmulo econ¨®mico, ¨¦ste no va a poder evitar por completo la recesi¨®n que se avecina. Las agencias de c¨¢lculo de riesgo anticipan para dentro de un a?o un desempleo en torno al 8%, dos puntos por encima del actual.
Otras reformas pendientes, como la del seguro de salud o las pensiones, se van a convertir en inevitables para la nueva Administraci¨®n si se quiere evitar un deterioro may¨²sculo de las condiciones de vida de esta sociedad.
El nuevo presidente tendr¨¢, adem¨¢s, que combinar esas reformas con su papel de administrador de una buena porci¨®n del sistema financiero. El plan de rescate de 700.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de medio bill¨®n de euros) aprobado el mes pasado y todav¨ªa pendiente de ejecuci¨®n en su mayor parte, le da a la Casa Blanca un poder sin precedentes sobre los grandes bancos del pa¨ªs.
Antiguas prioridades de la econom¨ªa pre-crisis, como el libre comercio internacional, se ven ahora relegadas. El apoyo a la empresa nacional, la inversi¨®n en energ¨ªas propias y el est¨ªmulo a la creaci¨®n de puestos de trabajo en casa tienen mucha m¨¢s vigencia en esta nueva era. Algunos desaf¨ªos subsisten, como la amenaza terrorista o el surgimiento de nuevas potencias, especialmente China, pero Estados Unidos entra en una fase de reconsiderar cu¨¢les son las respuestas m¨¢s adecuadas. Varios estudiosos creen ver s¨ªntomas suficientes para anticipar el fin del imperio. Estas elecciones han mostrado, no obstante, una vitalidad democr¨¢tica que hace presagiar, m¨¢s bien, una fase de reconstrucci¨®n.
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