Obama abre la puerta a un nuevo mundo
La victoria del candidato dem¨®crata destruye las barreras raciales y revalida a Estados Unidos como modelo universal - Bush ofrece su total colaboraci¨®n
Hay momentos en los que algo inexplicable ocurre y el orden del universo se trastoca. La elecci¨®n de Barack Hussein Obama como presidente de Estados Unidos es uno de esos momentos.
Obama no naci¨® para ser presidente de Estados Unidos. Gente como Obama nunca ha sido presidente de Estados Unidos. Puede ser otras cosas. En un pa¨ªs diverso como ¨¦ste, puede llegar a ser mucho, incluso secretario de Estado. Pero no presidente. Obama es negro. Es el hijo de un inmigrante africano y una sencilla mujer blanca de Kansas. Nunca ha pertenecido a la ¨¦lite intelectual o pol¨ªtica del pa¨ªs. No es miembro de una familia influyente ni rica. No es el protegido de nadie ni el tapado de nadie ni le debe su carrera al partido. Gente como Obama no es presidente de Estados Unidos. Gente como Obama puede llegar a ser una figura inspiradora del Tercer Mundo, una bonita l¨¢mina en la pared, todo lo m¨¢s. Pero gente como Obama no llega a convertirse en el l¨ªder de la naci¨®n m¨¢s poderosa del mundo cuando ya crece el siglo XXI. Obama ha trastocado el orden natural del universo.
Las elecciones han producido la derrota de toda una clase pol¨ªtica
Despu¨¦s de eso, la historia dir¨¢. Pero todo parece ahora posible, m¨¢s f¨¢cil. Se abren las puertas a un nuevo mundo.
La victoria de Obama es simb¨®lica, por supuesto. Pero por lo que resulta tan trascendente no es por su simbolismo, sino porque es real. Ha ocurrido. El mundo ha asistido antes a sue?os de cambio, a promesas de que algo nuevo esperaba a la vuelta de la esquina. Pero esta vez el sue?o se ha consumado. Obama ha ganado ampliamente las elecciones -en 27 Estados, los m¨¢s importantes del pa¨ªs, con seis puntos de ventaja sobre John McCain y con 186 votos electorales m¨¢s que su rival, la m¨¢s contundente victoria dem¨®crata desde Lyndon Johnson-, y el pr¨®ximo 20 de enero tomar¨¢ posesi¨®n como nuevo presidente de EE UU. Ha ocurrido. Ya lo dijo ¨¦l en una entrevista poco antes de anunciar su candidatura presidencial, en febrero del a?o pasado: "Yo no estoy en esto para ser un s¨ªmbolo, estoy aqu¨ª para ganar".
Y su victoria fue recibida ayer como un hito descomunal por todo el panorama de la pol¨ªtica norteamericana, desde George Bush, que le ofreci¨® su total colaboraci¨®n en la dif¨ªcil tarea que tiene por delante, hasta el congresista John Lewis, viejo luchador por los derechos civiles y compa?ero de fatigas de Martin Luther King, quien, como miles y miles de su generaci¨®n, s¨®lo pudo insistir en que jam¨¢s pens¨® tener vida suficiente para asistir a un d¨ªa como ¨¦ste.
Estados Unidos se revalida como la patria de las oportunidades y establece, ante la mirada at¨®nita del mundo, nuevas marcas todav¨ªa inimaginables en otras latitudes. El pa¨ªs que liber¨® a Europa del fascismo y envi¨® a un hombre a la Luna, rompe ahora decididamente las barreras raciales y se convierte de nuevo en el modelo para tantas sociedades traumatizadas hoy por los movimientos migratorios y los choques culturales.
"Si hay alguien por ah¨ª que todav¨ªa duda de que Am¨¦rica es un lugar en el que todas las cosas son posibles, que todav¨ªa se pregunta si el sue?o de nuestros fundadores est¨¢ vivo en nuestro tiempo, que todav¨ªa sospecha sobre el poder de nuestra democracia, esta noche tiene la respuesta", dijo Obama en la celebraci¨®n de su victoria.
"Es una respuesta que han dado j¨®venes y viejos, ricos y pobres, dem¨®cratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, asi¨¢ticos, nativos, gays, heterosexuales, discapacitados o no. Los norteamericanos env¨ªan un mensaje al mundo de que nunca hemos sido s¨®lo una colecci¨®n de individuos o una colecci¨®n de Estados rojos y Estados azules. Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de Am¨¦rica".
?Qu¨¦ gigantesca ola de orgullo nacional se vive en este pa¨ªs! ?Qu¨¦ gran dimensi¨®n conceden los propios norteamericanos al paso que acaban de dar! El escritor y columnista Thomas Friedman, siempre una voz prudente, calificaba la elecci¨®n de Obama como el final de la guerra civil que enfrent¨® a este pa¨ªs en el siglo XIX. Se podr¨ªa hacer una largu¨ªsima lista de elogios de similares proporciones.
Una dosis de sano escepticismo obligar¨ªa a poner todo este entusiasmo en cuarentena y esperar a ver si tantas ilusiones no son despu¨¦s decepcionadas en el duro ejercicio del Gobierno. Eso ser¨ªa lo recomendable tras cualquier elecci¨®n convencional. Pero ¨¦sta no ha sido una elecci¨®n convencional.
Aqu¨ª no se ha producido el relevo de un presidente por otro o el desalojo de un partido por otro que promete hacer las cosas mejor. Aqu¨ª se ha producido un cataclismo, la derrota de todo un establishment pol¨ªtico que se rinde ante la energ¨ªa casi revolucionaria de una nueva ¨¦poca. Esto es la toma del Palacio de Invierno en versi¨®n moderna y estadounidense, es decir, con Internet, en las urnas y con esp¨ªritu aglutinador.
John McCain fue en la noche del martes el primero en sumarse a ese esp¨ªritu. "Har¨¦ todo lo que est¨¦ en mi poder para ayudarle [a Obama] a hacer frente a los muchos desaf¨ªos que encaramos y convoco a todos los estadounidenses a que se unan a m¨ª, no s¨®lo para felicitarle, sino para ofrecer a nuestro pr¨®ximo presidente todos nuestros esfuerzos para construir puentes y acabar con nuestras diferencias", dijo. Fue el primero tambi¨¦n en confesar su admiraci¨®n por el suceso "hist¨®rico" del que estaba siendo testigo.
En un pa¨ªs religioso como ¨¦ste, muchos miraban al cielo buscando explicaci¨®n. Aqu¨ª, en Washington, los j¨®venes que llenaron las calles hasta la madrugada ten¨ªan una explicaci¨®n mucho m¨¢s al alcance de la mano, en la Casa Blanca. El efecto devastador de la Administraci¨®n de George Bush y su pol¨ªtica neoconservadora han sembrado el terreno para este sorprendente giro. La crisis econ¨®mica y la guerra de Irak son otras razones. Pero ninguna de ellas hubiera bastado para un terremoto de estas proporciones si la decisi¨®n no hubiera estado en manos de un pueblo angustiosamente enfocado hacia el futuro.
Y ya est¨¢ aqu¨ª ese futuro - "el cambio ha llegado a Am¨¦rica", garantiz¨® Obama-. Y ser¨¢ un futuro, prometi¨® el presidente electo, construido con determinaci¨®n y humildad, sin banderas partidistas, sobre los valores que todos los estadounidenses comparten y orientado, como la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fin del apartheid, hacia el progreso de la humanidad.
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