La guerra civil ha terminado
Y sucedi¨® que el 4 de noviembre de 2008, poco despu¨¦s de las 10 de la noche hora del este del pa¨ªs, acab¨® la guerra civil estadounidense, cuando un negro -Barack Hussein Obama- obten¨ªa suficientes votos electorales para convertirse en presidente de Estados Unidos.
Una guerra civil que en muchos aspectos se decidi¨® en la batalla de Gettysburg, Pensilvania, en 1863, conclu¨ªa 145 a?os despu¨¦s en las urnas del mismo Estado. Porque en cuanto Obama conquist¨® el cr¨ªtico campo de batalla electoral de Pensilvania ten¨ªa pr¨¢cticamente asegurada la victoria que lo convertir¨ªa en el 44? presidente de Estados Unidos.
En su famoso discurso de Gettysburg, el presidente Lincoln instaba a todos los estadounidenses a continuar "la labor inacabada en la que han avanzado quienes tan noblemente han combatido". Sin embargo, esa labor ha tardado en terminarse un siglo y medio. Porque a pesar de las d¨¦cadas de legislaci¨®n sobre derechos civiles, de las intervenciones judiciales y del activismo social -a pesar de la sentencia en el litigio de Brown contra la Junta de Educaci¨®n, de la cruzada del "tengo un sue?o" de Martin Luther King y de la Ley de Derechos Civiles de 1964- no pod¨ªa decirse que la guerra civil hubiese acabado de verdad hasta que la mayor¨ªa blanca de Estados Unidos no eligiese de hecho a un presidente negro.
Eso es lo que ocurri¨® el martes por la noche, y por eso nos despertamos en un pa¨ªs diferente. S¨ª, la lucha por la igualdad nunca se acaba. Pero ahora podemos volver a empezar partiendo de una base completamente nueva. Que cada ni?o y cada ciudadano y cada inmigrante sepa que a partir de ahora, todo es realmente posible en Estados Unidos.
?C¨®mo lo ha conseguido Obama? Sin duda, probablemente ha hecho falta una de esas crisis econ¨®micas que s¨®lo se dan de siglo en siglo para conseguir que suficientes personas blancas votasen a un hombre negro. Y sin duda, la mejor organizaci¨®n, los modales m¨¢s calmados, el estilo de hablar m¨¢s pulido y el tranquilizador mensaje de "cambio" de Obama le han venido muy bien.
Pero ha habido tambi¨¦n un efecto Buffett, que de hecho ha podido m¨¢s que el supuesto efecto Bradley (votantes blancos que en las encuestas afirmaban que iban a votar por Obama pero que luego se decantaban por el tipo blanco). El efecto Buffett ha sido justo el contrario. Eran republicanos que en las barbacoas del club de campo dec¨ªan que iban a votar a John McCain y luego discretamente se met¨ªan en la cabina y votaban a Obama, aun a sabiendas de que eso supondr¨ªa una subida de impuestos.
?Por qu¨¦? Algunos lo hac¨ªan porque percib¨ªan lo inspirados y esperanzados que estaban sus hijos con una presidencia de Obama, y no s¨®lo no quer¨ªan frustrar esas esperanzas, sino que en secreto quer¨ªan compartirlas. Otros apoyaban instintivamente la opini¨®n de Warren Buffett de que hoy en d¨ªa, si uno es rico y pr¨®spero, es ante todo porque ha tenido la suerte de nacer en Estados Unidos en esta ¨¦poca, y eso no hay que olvidarlo nunca. Por eso tenemos que reanudar la tarea de arreglar nuestro pa¨ªs; necesitamos un presidente que pueda unirnos para construir una naci¨®n en nuestro pa¨ªs.
Y en el fondo tambi¨¦n sab¨ªan que tras la p¨¦sima actuaci¨®n del equipo de Bush, ten¨ªa que haber consecuencias para el Partido Republicano. En cierto modo, elegir a McCain ahora habr¨ªa significado recompensar la incompetencia. Habr¨ªa sido una parodia del principio de responsabilidad en el Gobierno, y habr¨ªa desatado en Estados Unidos una oleada de cinismo intensamente corrosiva.
Obama siempre ser¨¢ nuestro primer presidente negro. ?Pero puede ser uno de nuestros contados grandes presidentes? Va a tener su oportunidad, porque nuestros grandes presidentes son aquellos que asumieron el cargo en alguno de nuestros momentos m¨¢s oscuros y en lo m¨¢s profundo de algunos de nuestros agujeros m¨¢s hondos.
"Asumir el cargo en tiempos de crisis no garantiza la grandeza, pero puede brindar una ocasi¨®n para alcanzarla", sostiene Michael Sandel, fil¨®sofo pol¨ªtico de la Universidad de Harvard. "Eso fue sin duda lo que les ocurri¨® a Lincoln, Franklin Delano Roosevelt y Truman". Parte de la grandeza de Roosevelt, sin embargo "residi¨® en que fue tejiendo poco a poco una nueva filosof¨ªa pol¨ªtica del Gobierno -el New Deal- con los escombros y el caos pol¨ªtico de la depresi¨®n econ¨®mica que hered¨®". Obama tendr¨¢ que hacer lo mismo, pero estas cosas llevan su tiempo.
"Franklin Delano Roosevelt no gan¨® en 1932 proponiendo el New Deal", comenta Sandel. "Propon¨ªa equilibrar el presupuesto. Al igual que Obama, no ten¨ªa una filosof¨ªa de gobierno claramente articulada cuando asumi¨® el cargo. Lleg¨® con un esp¨ªritu confiado y activista y empez¨® a experimentar. Hasta 1936 no tuvimos una campa?a presidencial centrada en el New Deal. Cu¨¢l ser¨¢ el programa equivalente de Obama, ni siquiera ¨¦l lo sabe. Ir¨¢ surgiendo a medida que lidia con la econom¨ªa, la energ¨ªa y el papel de Estados Unidos en el mundo. Son unos retos tan grandes que s¨®lo saldr¨¢ airoso si consigue articular una nueva pol¨ªtica del bien com¨²n".
Bush y compa?¨ªa no cre¨ªan que el Gobierno pudiera ser instrumento del bien com¨²n. Castraron a los ministros de su Gobierno y nombraron a los de la pandilla para los grandes cargos. Para ellos, la b¨²squeda del bien com¨²n no era m¨¢s que una b¨²squeda del inter¨¦s propio individual. Los votantes se han rebelado contra eso. Pero tambi¨¦n se ha producido una rebeli¨®n contra una versi¨®n dem¨®crata tradicional del bien com¨²n: la de que ¨¦ste es s¨®lo la suma de todos los grupos de inter¨¦s que reclaman su parte.
"En estas elecciones, la ciudadan¨ªa estadounidense ha rechazado estas nociones estrictas del bien com¨²n", sostiene Sandel. "La mayor¨ªa acepta ahora que los mercados sin control no sirven al bien p¨²blico. Los mercados generan abundancia, pero tambi¨¦n pueden engendrar un exceso de inseguridad y riesgo. Incluso antes del caos financiero, vimos que el riesgo se trasladaba masivamente de las empresas al individuo. Obama tendr¨¢ que reinventar el gobierno como instrumento del bien com¨²n: regular los mercados, proteger a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo y la mala salud e invertir en independencia energ¨¦tica".
Pero la nueva pol¨ªtica del bien com¨²n no puede girar ¨²nicamente en torno al Gobierno y los mercados. "Tambi¨¦n tiene que girar en torno a un nuevo patriotismo, en torno a qu¨¦ significa ser ciudadano", opina Sandel. "?sta es la fibra m¨¢s sensible que ha tocado la campa?a de Obama. La parte de su oratoria pol¨ªtica que m¨¢s aplausos ha provocado era la que dec¨ªa que todo y toda estadounidense tendr¨¢ la oportunidad de asistir a la universidad siempre que realice un periodo de servicio nacional: en el Ej¨¦rcito, en el Cuerpo de Paz o en la comunidad. La campa?a de Obama ha recurrido a un idealismo c¨ªvico adormecido, al hambre de los estadounidenses de servir a una causa mayor que ellos mismos, al ansia de volver a ser ciudadanos".
Nada de esto ser¨¢ f¨¢cil. Pero mi instinto me dice que, de todos los cambios que se introducir¨¢n durante la presidencia de Obama, el romper con nuestro pasado racista puede ser el menos importante. Hay much¨ªsimo trabajo por hacer. La guerra civil ha terminado. Que empiece la reconstrucci¨®n.
Thomas L. Friedman es columnista del diario The New York Times. Traducci¨®n de News Clips.
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