El museo jud¨ªo de la discordia
Un enorme y costoso edificio dedicado a la tolerancia y dise?ado por Frank Gehry divide a Jerusal¨¦n por su emplazamiento sobre un cementerio musulm¨¢n
El venerado poeta israel¨ª Yehuda Amichai sentenci¨® hace 30 a?os: "El aire de Jerusal¨¦n est¨¢ saturado de rezos y sue?os, como el aire de las ciudades industriales. Es dif¨ªcil respirar". En la muy tensa capital jerosolimitana, no propicia el sosiego el fara¨®nico y pol¨¦mico proyecto financiado por el Centro Simon Wiesenthal: construir un museo sobre el cementerio musulm¨¢n m¨¢s antiguo de la ciudad santa. Tras dos a?os de litigio judicial, el Tribunal Supremo ha dado luz verde. Frank Gehry, el arquitecto contratado para levantar un edificio muy de su estilo, se pondr¨¢ manos a la obra para dar vida al Museo de la Tolerancia. "Su nombre", ha escrito la cr¨ªtica de arquitectura del diario Haaretz, Esther Zandberg, "no pod¨ªa ser m¨¢s sarc¨¢stico para una ciudad donde la tolerancia es cero".
Las l¨¢pidas isl¨¢micas todav¨ªa reposan en ese camposanto fundado cuatro siglos atr¨¢s. Varias organizaciones musulmanas recurrieron al Supremo en 2006 para impedir el alzamiento del museo. Han fracasado. El Alto Tribunal ofreci¨®, entre otros, un argumento peculiar. Como en 1960, cuando se construy¨® un aparcamiento en parte del mismo recinto, no hubo objeciones, tampoco ahora debe haberlas. Cientos de palestinos y de ciudadanos ¨¢rabes israel¨ªes, entre ellos el mufti de Jerusal¨¦n, protestaron el pasado jueves rodeados por decenas de vigilantes polic¨ªas. Cuentan con un aliado circunstancial y peculiar, aunque no servir¨¢ de gran ayuda: los ultraortodoxos jud¨ªos, que consideran sagradas las tumbas.
Ya en 2006, cuando se iniciaron las obras, cientos de esqueletos afloraron a la superficie. Y como el eterno descanso merece veneraci¨®n, el fallo del tribunal concede a los gestores del museo 60 d¨ªas para enterrar los huesos en otro lugar o instalar una barrera que separe los cimientos del edificio de las tumbas. Nadie duda ahora que se hallar¨¢ la soluci¨®n.
Sobre 30.000 metros cuadrados, y merced a una inversi¨®n de 200 millones de euros, Gehry construir¨¢ un museo dedicado a la tolerancia y la coexistencia. El m¨¢s caro del mundo en una ciudad carente de recursos, de las m¨¢s pobres de Israel. Y siempre rodeado de controversia. Cuando se plante¨® la iniciativa, en 2004, el Museo del Holocausto se asegur¨® de que el genocidio de los jud¨ªos no fuera abordado. Los promotores afirman que el nuevo museo -que estar¨¢ dotado con un centro de conferencias, un teatro y museos para adultos y ni?os- tendr¨¢ por objeto las tradiciones jud¨ªas y las relaciones de Israel con los pa¨ªses ¨¢rabes. Unos v¨ªnculos presididos por cualquier rasgo, excepto por el de la tolerancia.
El museo servir¨¢, sin duda, para borrar un vestigio m¨¢s del pasado ¨¢rabe en el oeste de la ciudad. A escasos metros del cementerio, se construye un lujoso hotel en un recinto que perteneci¨® al Consejo Supremo Isl¨¢mico. Altas torres de viviendas encajonan ya preciosas casas ¨¢rabes del periodo otomano. Las protestas de arquitectos y urbanistas israel¨ªes surten nulo efecto. Las murallas de la ciudad vieja, construida en tiempos del sult¨¢n Suleiman el Magn¨ªfico, son desde Jerusal¨¦n occidental cada d¨ªa m¨¢s invisibles. Un flamante centro comercial y un bloque de apartamentos -eso s¨ª, de precios prohibitivos- son un muro infranqueable a decenas de metros de las murallas.
Zandberg considera que la vida urbana del barrio de Nahalat Shiva sufrir¨¢ un severo golpe. Y para rebatir uno de los argumentos que emplean sus promotores, escrib¨ªa el mi¨¦rcoles sobre el fomento del turismo: "Jerusal¨¦n es ¨²nica en s¨ª misma, si la oferta que realmente es ¨²nica se gestionara adecuadamente". No parece que una obra de Gehry, ni el reci¨¦n inaugurado puente de Santiago Calatrava, puedan convertirse en un reclamo m¨¢s poderoso para los turistas que las vetustas piedras que inundan la tierra b¨ªblica. M¨¢s bien, Zandberg teme lo contrario. "El veredicto del tribunal rompe las esperanzas de frenar este proyecto rid¨ªculo que al fin y al cabo no es m¨¢s que una fuente de disputa y desacuerdo, que inflamar¨¢ las llamas del odio, y que dar¨¢ lugar a un adefesio en el centro de Jerusal¨¦n".
![Maqueta del Museo de la Tolerancia dise?ado por el arquitecto estadounidense Frank Gehry y que se edificar¨¢ sobre el cementerio musulm¨¢n m¨¢s antiguo de Jerusal¨¦n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FOUAEAQAWQZKJL3RDFWZPM6DEI.jpg?auth=dfa5207f44f9c6afef56987c2ca7ab73d932e1eed4b0270631a377e4b0960726&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.