H¨¦roe para todo
Las realidades simb¨®licas pueden ser m¨¢s o menos duraderas, pero, en tanto en cuanto mantengan su hegemon¨ªa, exigen de las gentes sumisi¨®n un¨¢nime y total. Eso determina el prestigio o el desprestigio de doctrinas filos¨®ficas, religiosas o pol¨ªticas, pero tambi¨¦n la reputaci¨®n de los personajes p¨²blicos. No importa hacia d¨®nde sople el viento: vaya donde vaya, los flequillos m¨¢s d¨®ciles se inclinan en esa direcci¨®n. Las conciencias, temerosas, hacen lo mismo, no vaya a ser que acaben en el bando equivocado. Y es que la conciencia sirve para proporcionar al individuo una explicaci¨®n del Universo, pero esas explicaciones deben supeditarse a una finalidad m¨¢s importante: la supervivencia. Cada persona fabrica sus propias opiniones, cierto, pero la mayor¨ªa procura ajustarlas al tenor mayoritario. Hay algo m¨¢s importante que opinar: sentirse a salvo. Nada m¨¢s peligroso para la supervivencia que verse a la intemperie. Y junto a la intemperie clim¨¢tica hay otra a¨²n m¨¢s inclemente: la intemperie intelectual.
Para unos y otros, para tirios y troyanos, Obama es la luz e ilumina nuestra lucha, sea la que sea
A d¨ªa de hoy, el que no sea fan de Barack Obama que levante el dedo. Puchi el ¨²ltimo. Se multiplican las adhesiones, ya sean de ¨ªndole socioecon¨®mica, geoestrat¨¦gica, decorativa o sentimental. Obra la convicci¨®n, pero tambi¨¦n obra el contagio. En el paisito, mismamente, son incontables los que declaran su contento por la victoria electoral del afroamericano. Y por ello nuestros pol¨ªticos, en leal sinton¨ªa con su pueblo, deciden hacer lo mismo. S¨®lo el l¨²gubre Aznar, ese afantasmado residuo de la historia, se ha quedado al lado de George Bush.
Si nuestra clase pol¨ªtica, troceada en una decena de partidos, adora en bloque al mismo yanqui es que algo falla. Obama lo mismo sirve para un roto que para un descosido. El PSE ha hecho de ¨¦l un Juan Bautista que anuncia la llegada del Salvador (el Salvador, claro, descender¨¢ sobre Ajuria Enea). No obstante, los nacionalistas se apresuran a ofrecer otra lectura: tambi¨¦n est¨¢n content¨ªsimos con el candidato electo, ya que en Estados Unidos hac¨ªa falta un cambio urgente, pero en Euskadi ya lo hubo, digamos, en el siglo pasado.
Las lecturas del fen¨®meno Obama var¨ªan en otras formaciones, pero todas comparten el entusiasmo. Desde el ala moderada del PP usan a Obama para exigir el desalojo de Ibarretxe. Los socios minoritarios del tripartito lo airean en contra de la dubitativa socialdemocracia del PSE. Eso por no mentar a la izquierda radical, que a¨²n a rega?adientes (es un maldito yanqui, por mucho que se entinte), contempla a Obama con un contenido sentimiento de esperanza. En fin, que para unos y otros, para tirios y troyanos, Obama es la luz. Y as¨ª ilumina nuestra lucha, sea esta la que sea: resistirnos al PP, acabar con Ibarretxe, acabar con Patxi L¨®pez, refundar el capitalismo o liquidarlo as¨ª a la brava, seg¨²n uno se aficione a los consejos de Keynes o a los de Carlos Marx.
La polivalencia de Obama tiene un claro antecedente en la idolatr¨ªa guevarista, la recurrencia ic¨®nica del Che. ?Ser¨¢ capaz Obama de sustituir a Guevara en nuestro estrecho imaginario? El rostro del pistolero argentino surge como los hongos despu¨¦s de una tormenta, en los carteles, en las postales. Das vuelta a una piedra y sale el Che. ?Qu¨¦ hay en el Che que lo veneran sexagenarios dem¨®cratas, adolescentes de instituto e imputados en la Audiencia Nacional? Mejor no saberlo ?Y qu¨¦ se esconde ahora detr¨¢s de Obama, el nuevo icono? En las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas la ciudadan¨ªa vasca acudir¨¢ a las urnas con votos muy distintos, pero todos estar¨ªan de acuerdo en lucir en la camiseta el rostro del nuevo ruise?or.
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