'Super Gallego'
Disculpen que vuelva con Obama, a¨²n no es presidente de su pa¨ªs y ya estamos aburridos, pero es que su victoria da lugar a reflexiones muy diversas. Es el ¨¦xito de un hombre negro que parece haber superado los complejos interiorizados por la poblaci¨®n negra norteamericana, nacidos de su situaci¨®n de inferioridad social, de experiencias bien reales y diarias.
El propio Obama habr¨¢ vivido tambi¨¦n esa experiencia, pero su personaje parece inmaculado, como si para ¨¦l fuese lo m¨¢s natural aspirar a presidente de su pa¨ªs, como si no sintiese rabia por las ofensas y discriminaciones. Joven, guapo, elegante, cool, la figura que ofrece es la de un negro que nunca fue esclavo, un negro que siempre fue persona libre. Obama se levanta sobre el trabajo de generaciones anteriores, sobre el leg¨ªtimo rencor de l¨ªderes como Malcolm X, o el liderazgo mesi¨¢nico de Martin Luther King Jr. actuando sin dramatismo como un ciudadano normal. Un buen modelo para verse. Tambi¨¦n es un buen modelo para los blancos norteamericanos que creen en la democracia y la justicia, saben que la presidencia de Obama es un paso que su pa¨ªs sea m¨¢s digno y mejor.
Una sociedad, adem¨¢s de verse en figuras, tambi¨¦n se ve en los proyectos colectivos que la une
Los procesos y cambios pol¨ªticos y sociales suelen encarnar en personas, las sociedades necesitan tener modelos en los que verse. Si aceptamos que Galicia es una sociedad que ha estado minorizada, sometida mucho tiempo a la marginaci¨®n y el desprestigio, un pa¨ªs que ha interiorizado un complejo de inferioridad del que empieza a¨²n a salir, concluiremos que necesitamos figuras de referencia en las que podamos ver una buena imagen nuestra. Que vaya por delante de nosotros mismos, que prefigure aquello que queremos ser.
El Gobierno bipartito de la Xunta es un gobierno de transici¨®n pero en el balance de estos a?os de tr¨¢nsito tendr¨¢ en su debe el no haber levantado un nuevo imaginario, un nuevo paisaje de la sociedad gallega. El argumento de una nueva Galicia. Es verdad que eso supone un trabajo social colectivo, pero es decisiva la pol¨ªtica y ah¨ª falt¨® sentido nacional, sobr¨® sectarismo partidario. Si los dos partidos no son capaces de integrar sus dos visiones en un proyecto com¨²n no habr¨¢ proyecto ilusionante y que nos ofrezca futuro.
Mientras, tenemos en las pantallas de la TVG la propaganda de una cadena de supermercados que nos propone la imagen de una especie de Super Gallego, un tipo muy cachas y con bronceado caribe?o que toca la gaita en la calle m¨¢s tur¨ªstica de New York subido a un taxi. No sabemos qu¨¦ hace all¨ª, si fue de vacaciones o trabaja en alg¨²n edificio del barrio, pero les toca la gaita rodeado de gente que baila mui?eira.
Es una imagen excesiva y c¨®mica en la que no podemos reconocernos pero va por delante del resto de la imaginer¨ªa que nos ofrecen las series televisivas gallegas que retratan un pa¨ªs envejecido, tosco, atrasado y cuya figura principal acaba siendo siempre el cura de la parroquia. De escoger preferimos al t¨ªo cachas.
Pero una sociedad, adem¨¢s de verse en figuras, en modelos sociales, tambi¨¦n se ve en los proyectos colectivos que la une. A veces son iniciativas de alcance, como fue para Barcelona y Catalu?a la Olimpiada, y que son sentidas como una insignia colectiva; que adem¨¢s proporciona riqueza y trabajo. Tambi¨¦n eso nos falta.
Entre nosotros tenemos algunos proyectos que, por su inversi¨®n, son de semejante alcance. Estamos pendientes del AVE, que por falta de un modelo de comunicaciones propio nos ha hecho olvidar el mantenimiento y extensi¨®n del ferrocarril interno; estamos pendientes de los puertos exteriores pareados del norte y confusos ante la Cidade da Cultura.
Esa herencia que nos lleg¨® envuelta en un pleito familiar pero que ahora tenemos el deber de hacer rentable. Ese proyecto que no hemos elegido pero que ahora tenemos que hacer nuestro. La Cidade da Cultura, hay¨¢moslo decidido nosotros o no, es uno de los proyectos donde hemos hecho y tendremos que hacer una inversi¨®n fort¨ªsima y que va a decidir nuestro futuro en los pr¨®ximos a?os; si hacemos de ella un proyecto moderno y ambicioso, podr¨ªa y deber¨ªa ser una insignia colectiva.
De escoger, sinti¨¦ndolo por Super Gallego, preferir¨ªamos vernos en una Cidade da Cultura que proyecte una imagen de Galicia al mundo que nos haga sentir orgullosos. Porque necesitamos referentes y proyectos ambiciosos que nos unan y nos gu¨ªen. Y, de paso y como quien no quiere la cosa, proyecten nuestra imagen al mundo.
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