Dos desaf¨ªos para Obama
El fracaso del Plan Paulson, humildemente reconocido por el secretario del Tesoro, expresa con claridad que el equipo econ¨®mico de la futura Administraci¨®n de Obama tiene una compleja tarea por delante. Los remedios de Paulson y Bernanke, tan costosos de aprobar por las C¨¢maras, parecen hoy recetas vacilantes, si no err¨®neas, y lo ¨²nico que se puede decir de ellas con certeza es que no han calculado bien el impacto total del desastre financiero. Dicho de otra manera, los 700.000 millones destinados al plan de rescate se quedan cortos. A partir de enero, el nuevo equipo econ¨®mico tendr¨¢ necesariamente que precisar el plan contra la crisis, aumentar los fondos destinados a parchear las v¨ªas de agua abiertas en los bancos, las aseguradoras, las financieras de las tarjetas de cr¨¦dito, las monoline y todas las empresas afectadas por la sequ¨ªa crediticia y, adem¨¢s, aprobar los correspondientes planes de est¨ªmulo econ¨®mico y decidir las reformas legales necesarias, compatibles con la presi¨®n antirregulatoria de Wall Street.
No es elegante subrayar la retirada de Paulson hacia las f¨®rmulas m¨¢s seguras de intervenci¨®n en el capital de los bancos y apoyos directos a bancos y empresas. En su descargo hay que apuntar la desconcertante ubicuidad de la crisis financiera, que ha ido trasladando el riesgo sist¨¦mico por varios mercados, actividades y sectores hasta acabar contaminando pr¨¢cticamente todos los canales de transmisi¨®n del dinero. Una de las ense?anzas de este torbellino es que el riesgo sist¨¦mico puede anidar en cualquier nudo de conexi¨®n financiera con la econom¨ªa no financiera y que, en adelante, cualquier distorsi¨®n grave requerir¨¢ intervenciones en varios frentes, no s¨®lo en el estrictamente bancario.
Obama y sus economistas tienen ahora despejado el diagn¨®stico y un boceto relativamente exacto de las medicinas que hay que aplicar. Cuentan con una ventaja de partida: el sentimiento de cambio favorable asociado a la figura del presidente electo. El aura no disolver¨¢ la crisis, pero mejorar¨¢ las expectativas de todos, desde los contribuyentes m¨¢s modestos a los inversores sofisticados en fondos de alto riesgo. La primera tarea pol¨ªtica del nuevo presidente ser¨¢ convencer al pa¨ªs de que los planes de salvaci¨®n financiera van a funcionar y que la estabilidad bancaria se conseguir¨¢ en un tiempo razonable. Ese "tiempo razonable" es exactamente el que tarden los bancos en recomponer sus balances, afectados hasta ahora por p¨¦rdidas considerables y desconocidas para casi todos los ciudadanos.
Pero la dislocaci¨®n financiera es s¨®lo uno de los problemas econ¨®micos de Obama y probablemente no ser¨¢ el m¨¢s duradero. Sobre EE UU y el resto de los pa¨ªses de la OCDE se cierne una recesi¨®n que requiere sus propios remedios y que aumentar¨¢ la resistencia de los bancos a normalizar las corrientes del cr¨¦dito. El manual dice que a las recesiones se sobrevive con m¨¢s inversi¨®n p¨²blica. As¨ª que la nueva Administraci¨®n est¨¢ obligada a decidir un plan ambicioso de gasto fiscal. Lo que no dice el manual es en qu¨¦ direcci¨®n tiene que fluir ese gasto, a qu¨¦ actividades debe favorecer y por qu¨¦ canales debe discurrir. M¨¢s que en la estrategia, la suerte econ¨®mica de la Administraci¨®n de Obama depender¨¢ del acierto que tenga en las decisiones de detalle. -
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