Miserias y grandezas de un genio
Basterretxea y Sistiaga recuerdan para EL PA?S sus experiencias con Oteiza
Cuando apenas se van apagando las luces de los m¨²ltiples actos que han conmemorado el primer centenario del nacimiento de Jorge Oteiza, la figura del extraordinario escultor oriotarra (1908-2003) contin¨²a suscitando debates controvertidos sobre su extensa obra y su personalidad. Sin lugar a dudas, Oteiza, uno de los mayores artistas del siglo XX, a su vez fil¨®sofo, escritor, poeta, partidario y contrario a todo, agitador cultural, mordaz, fabulador, embaucador, tambi¨¦n era ingenioso, cari?oso, sensible y genial. Genio y figura, era todo eso a la vez, desconcertante para amigos y enemigos.
Dos de los mejores artistas vascos, el escultor N¨¦stor Basterretxea (Bermeo, 1924) y el pintor Jos¨¦ Antonio Sistiaga (San Sebastian, 1932), dos de los mayores amigos que compartieron tristezas y alegr¨ªas con Oteiza, reconstruyen para EL PA?S algunas an¨¦cdotas y experiencias vividas con el pol¨¦mico artista, del que, de entrada, afirma Basterretxea: "No he conocido a nadie defender una idea y la contraria en treinta minutos con la misma vehemencia".
"Jorge, que era fabuloso, cre¨ªa que era fabuloso en todo, y no lo era, y para empezar no sab¨ªa dibujar"
"Era el m¨¢s amigo de sus amigos, y el peor de los amigos. El m¨¢s valiente de los amigos y el m¨¢s cobarde"
"Echo en falta un libro fundamental sobre su obra en el que colaboren los mejores especialistas del pa¨ªs"
"De vez en cuando Itziar aparec¨ªa para recordarle que ten¨ªa que esculpir alguna obra pendiente encargada"
"Habl¨¢bamos de arte y pol¨ªtica, pero quiz¨¢ la pol¨ªtica no era lo m¨¢s importante. Habl¨¢bamos m¨¢s de pol¨ªtica cultural"
"Jorge era intuitivo y genial. El que creaba leyenda diciendo que un d¨ªa se comi¨® 170 ostras y tuvo un romance con Evita"
Basterretxea conoci¨® a Oteiza en Buenos Aires, donde el primero se hab¨ªa exiliado con su familia por la guerra civil. Sistiaga lo hizo a?os m¨¢s tarde en Ir¨²n, cuando, ya joven pintor, regres¨® de Par¨ªs.
Jos¨¦ Antonio Sistiaga: Jorge se dio cuenta a?os m¨¢s tarde de que su error fue irse a Latinoam¨¦rica, y no a Nueva York o a Par¨ªs, consideradas entonces como las capitales del arte, aunque entre 1935 y 1948 estuvo viajando por diversos pa¨ªses suramericanos como Argentina, Colombia, Chile o Per¨², aprendiendo e impartiendo clases.
N¨¦stor Basterretxea: En su segunda etapa en Buenos Aires, le volv¨ª a ver, cuando se dedicaba a hacer mascarillas de reci¨¦n fallecidos que le encargaban familias pudientes. Pero muchas veces cuando aparec¨ªa con la m¨¢scara de bronce bajo el brazo, ya no hab¨ªa nadie para pagarle. En Argentina era costumbre dejar el dinero a ¨®rdenes religiosas y, en ocasiones, quedaban todos desheredados. Al final, Jorge se dio cuenta de que ten¨ªa que volver a su pa¨ªs.
Pregunta: Entre 1963 y 1965, con sus libros Quosque tandem... y Ejercicios espirituales en un t¨²nel, Oteiza deslumbra a una parte de la juventud vasca, y, sobre todo, al entorno estudiantil pr¨®ximo al nacionalismo radical de entonces.
J. A. S.: S¨ª, sobre todo el primero, que era el libro de mesilla de muchos j¨®venes comprometidos en esa d¨¦cada. Una verdadera revelaci¨®n. Para muchos fue un flechazo hacia Jorge que ofrec¨ªa a los miembros de esa generaci¨®n contestataria un ensayo de interpretaci¨®n del alma vasca que les ayudaba a sentirse nacionalistas sin comulgar con las tesis sabinianas del PNV.
N. B.: Fue un revulsivo, como lo fue la pel¨ªcula Ama Lur que hicimos con Fernando Larruquert.
P.: Hace alg¨²n tiempo, Frank Gehry comparaba a Oteiza con Le Corbusier y Picasso. Richard Serra afirm¨® que era el mejor escultor vivo del mundo. ?Comparten esas opiniones?
N. B.: Si, pero ¨¦l no compart¨ªa esos elogios hacia los dem¨¢s. Cual ni?o pillo, en una comida que coincidi¨® con la inauguraci¨®n de la exposici¨®n de Serra en el Guggenheim, Jorge aprovech¨® que el artista americano se fue un momento al aseo para afirmar con su sonrisa de p¨ªcaro provocador: "Y ¨¦se se cree que es escultor". Le costaba enormemente reconocer el ¨¦xito ajeno
J. A. S.: Pero con Jorge habl¨¢bamos de todo. A m¨ª me interesaba mucho lo que pod¨ªa transmitirle de mis seis a?os en Par¨ªs, de lo que pasaba all¨ª. Habl¨¢bamos de arte y de pol¨ªtica tambi¨¦n, pero quiz¨¢ la pol¨ªtica no era lo m¨¢s importante. Habl¨¢bamos m¨¢s de pol¨ªtica cultural, de comportamientos culturales.
N. B.: En pol¨ªtica Jorge era un poco como el capit¨¢n Ara?a. Una vez, viajamos a Par¨ªs y nos lleva delante del edificio de la Unesco y nos dice que vamos a empezar a tirar piedras y romper cristales. Evidentemente, no le seguimos. Era tremendo, ten¨ªa cosas de ni?o travieso, de pillo. En los a?os sesenta, en otro viaje a Par¨ªs se cit¨® con miembros de ETA, y cuando sali¨® del encuentro se torc¨ªa de risa diciendo: "Si hacemos lo que dicen, ma?ana estamos todos en la c¨¢rcel". Y Jorge, que era fabuloso, cre¨ªa que era fabuloso en todo, y no lo era, y para empezar no sab¨ªa dibujar.
J. A. S.: ?Ya conoces sus dibujos er¨®ticos, que creo que estar¨¢n en su museo de Alzuza?
N. B.: ?Dibujos er¨®ticos de Jorge? ?No me jodas! Si hac¨ªa as¨ª [y con un l¨¢piz raya un trozo de papel sobre la mesa]. Un d¨ªa, en un catalogo y a modo de dedicatoria me dej¨® una nota: "Tengo una cita con fulano de tal, y no quiero llegar tarde". Y abajo se acord¨® de m¨ª: "Aupa, Nestortxu!" ?sa fue su dedicatoria. ?No te jode!
P.: Pero pol¨ªticamente tambi¨¦n era muy contradictorio y muchas veces desconcertante.
N. B.: S¨ª, muy desconcertante, y son numerosas las an¨¦cdotas que lo demuestran, como, por ejemplo, el d¨ªa que matan al comisario de Ir¨²n, el torturador Melit¨®n Manzanas. Aparecen en casa dos polic¨ªas con las manos ensangrentadas meti¨¦ndose con Jorge, desde hac¨ªa tiempo vigilado por ellos: "Usted sabe qui¨¦nes le han matado. Usted tiene amigos en ETA..." Y le citan a las diez la noche en comisar¨ªa. Con Itziar y mi mujer, llorando, le acompa?amos, advirti¨¦ndole: "Ten cuidado con lo que dices, que t¨² eres muy exagerado..." Pasa media hora y pensamos que est¨¢ recibiendo mil palos, pero quince minutos despu¨¦s aparece satisfecho y nos lanza: "Los he dejado temblando a esos cabrones". Nunca me dijo de qu¨¦ habl¨® con ellos. Posiblemente de arte y pensaron que estaba loco y que no pod¨ªa matar ni a una mosca. Eso le salv¨®. Y otra cuando le otorgan el Premio Pr¨ªncipe de Asturias [de las Artes, en 1988] y nos dice: "Yo no voy". Me parece una actitud respetable de rechazo, pero, al mismo tiempo, env¨ªa a una amiga a recoger el premio y escribe una carta a la Reina de una politesse desmesurada. Eso tambi¨¦n despista y a algunos nos cabrea.
J. A. S.: ?Conoces la carta a los siete ministros? Cuando detienen a Agust¨ªn Ibarrola y nos enteramos de que le han maltratado y golpeado en comisar¨ªa, Jorge decide a los pocos d¨ªas escribir una carta de protesta a los siete ministros de Franco con apellidos vascos. Misiva que decimos est¨¢ acompa?ada por la firma de 15.000 artistas vascos. Era una co?a. Yo me encargu¨¦ de recoger las firmas de nuestro peque?o colectivo, y un d¨ªa se present¨® la polic¨ªa en casa queriendo saber si las firmas eran aut¨¦nticas. Les contest¨¦ que preguntasen a los miles de firmantes y que hab¨ªamos hecho el documento para evitar que detuviesen a Ibarrola, que ya estaba en la c¨¢rcel. "?Ah, bueno!", contestaron, y se fueron.
P.: ?Y como amigo, como era Jorge Oteiza?
N. B.: As¨ª como es un hombre de aciertos profundos, tambi¨¦n tiene profundas flaquezas. Era el m¨¢s amigo de sus amigos, y el peor de los amigos. El m¨¢s valiente de los amigos y el m¨¢s cobarde. A veces era un b¨¢rbaro e injusto en sus reacciones y tambi¨¦n el m¨¢s esplendido y cari?oso de los amigos. Tambi¨¦n el m¨¢s entero y el m¨¢s pu?etero y muchas veces nos pon¨ªa en serios aprietos. Recuerdo que en la ¨¦poca de Franco, los restaurantes estaban llenos de cabezas de jabal¨ªes disecados, y para hacerse notar y decir aqu¨ª est¨¢ Oteiza, me soltaba en voz alta: "N¨¦stor, mira al Caudillo. Tiene bastante parecido, ?verdad?" Posiblemente hab¨ªa polic¨ªas comiendo, y a m¨ª se me atragantaba la sopa, mientras los comensales bajaban la mirada y la cara hasta su plato. Otra vez, entramos en el batzoki de Abando porque nos hab¨ªan invitado a un partido de Athletic, y no se le ocurre otra cosa que preguntar: "?D¨®nde est¨¢ el hijo de puta de Arzalluz?" Total, toda la gente con un enorme subid¨®n y dispuesta a echarnos. Hab¨ªa un chico muy majo, un ingeniero, que le quer¨ªa cascar, y tuvimos que sacarle velozmente. "?Jorge, pero que has hecho?", le dije. "Hay que provocar, hay que provocar", repiti¨®. Tambi¨¦n, y viviendo juntos, estuvo un a?o sin hablarme porque el empresario Juan Huarte eligi¨® un gui¨®n m¨ªo para hacer un documental y no el suyo. No acept¨® que yo supiese m¨¢s de cine que ¨¦l. Sin embargo, aqu¨ª no ha habido otro personaje igual, con esa iluminaci¨®n, esas percepciones. Nos ense?¨® a todos.
J. A. S.: S¨ª, as¨ª era Jorge, a la vez intuitivo y genial. El que creaba leyenda afirmando que un d¨ªa se comi¨® m¨¢s de 170 ostras, su debilidad, y que tuvo un romance con Evita Per¨®n. El que se va a Navarra, porque dice que aqu¨ª no le hacen caso y le averg¨¹enzan los pol¨ªticos, "estoy triste, porque las autoridades que nos gobiernan son unos perfectos incultos", dec¨ªa, y decide ceder su obra al pueblo navarro.
P.: ?Qu¨¦ ha faltado en los homenajes por su centenario?
N. B.: Como era un hombre de m¨²ltiples facetas, fil¨®sofo, poeta, escritor y artista, echo en falta un libro fundamental sobre su obra en el que colaboren los mejores especialistas del pa¨ªs.
J. A. S.: Que dimitan todos los pol¨ªticos del pa¨ªs que se dedican a la cultura. Ser¨ªa el mejor homenaje para quitarnos de encima la imagen de pa¨ªs excepcional y narcisista.
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